La Maldición Kennedy

Robert-Kennedy-Jacqueline-Kenn_54374673943_51351706917_600_226 Robert F. Kennedy, ‘ el hermanísimo’, es asesinado durante su campaña presidencial como candidato a la Casa Blanca. Su hermano John F. había padecido la misma suerte cinco años antes. La sospecha se cierne sobre ambos sucesos: ¿eran los Kennedy víctimas de una conspiración?

Robert F. Kennedy, acompañado de su esposa Ethel, sale de la Suite Real del Hotel Ambassador de Los Angeles, California. Su comitiva les sigue poco pasos detrás. Bajan las escaleras hacia el salón de baile. Allí aguardan al senador 1.800 enfervorecidos seguidores. La campaña electoral va viento en popa. El otrora secretario de Justicia en el gobierno de su hermano John es un político hábil (de casta le viene al galgo), y ha sabido encaminar su carrera electoral en pos de la presidencia con maestría. Candidato demócrata a la presidencia, Robert se ha postulado como defensor de los pobres y las minorías étnicas, acaba de triunfar en las elecciones primarias de California

y se dispone a pronunciar su discurso de la victoria.



Pletórico, finaliza su disertación con una promesa a sus electores: su próximo destino es Chicago, allí también obtendrá el triunfo. Estas serían sus últimas palabras. Robert sale del salón y toma un atajo que le obliga a cruzar las cocinas. Allí le espera su ejecutor: Sirhan Sirhan, joven jordano de 24 años que abre fuego contra él. El senador cuenta con un exiguo personal de seguridad: un agente del FBI ya retirado y dos guardaespaldas ex atletas profesionales. Sirhan dispara ocho balas indiscriminadamente antes de ser reducido. Robert y seis personas más resultan heridas. El senador Kennedy yace en el suelo. Herido mortalmente, sangra con profusión. Su esposa Ethel corre a su lado y naturalmente compungida, le sujeta la cabeza. El doctor Stanley Abo, presente en el escenario del suceso, examina rápidamente al herido y descubre que uno de los disparos, justo detrás de la oreja derecha, es mortal de necesidad.

Trasladado urgentemente a un primer hospital que verifica la gravedad de los hechos, es llevado finamente al Good Samaritan Hospital (Hospital del Buen Samaritano), donde descubren dos heridas de bala más: una bajo la axila derecha que había salido por el pecho y otra a pocos centímetros de ésta con el proyectil alojado en el cuello.

La herida de la cabeza obliga a someter al senador a una operación quirúrgica que dura tres horas: la bala había dispersado fragmentos en el cerebro. Pese los esfuerzos de los cirujanos, Robert Kennedy fallece en la madrugada del día siguiente, 6 de junio, casi 26 horas después de ser tiroteado. Tenía solo 42 años.

El asesinato conmociona al país. EE.UU. parecía ser la diana de los magnicidios de la década. Martin Luther King Jr. había sido víctima de uno de ellos tan sólo dos meses antes y su propio hermano, el presidente John F. Kennedy, había sido a su vez asesinado cinco años atrás.

La teoría de la conspiración se hallaba servida. Tal y como había ocurrido con los magnicidios mencionados, sobre el asesinato de Robert Kennedy planeaban poderosas sospechas.

Se barajaban varias suposiciones conspiratorias. Las relacionadas con la única autoría del tiroteo, que ponían en tela de juicio la ubicación espacial del ejecutor, hacían imposible el impacto. Esto es, Sirhan se hallaba ante el senador, por lo que era imposible que el disparo hubiese alcanzado a la parte inferior trasera de su oreja.

Por otra parte una teoría dudaba sobre el número de balas disparadas durante el suceso. Unas grabaciones difundidas el 2007 destapaban la existencia de más de ocho detonaciones, unas once en total. Y finalmente, otros registros sonoros difundidos por la BBC en 2006 apuntaban a un posible involucramiento de la CIA, ya que supuestamente varios agentes del servicio secreto de la institución se hallaban presentes en el escenario de los hechos.

Sea como fuere, Sirhan fue declarado culpable y pese a sus tentativas de obtener la libertad, aún hoy permanece en prisión.

Su asesinato sensibilizó al gobierno estadounidense: los futuros candidatos presidenciales contaron a partir de entonces con la protección del Servicio Secreto.

Robert F. Kennedy fue enterrado junto a su hermano en el Cementerio Nacional de Arlington (Virginia).

Las tumbas gemelas señalan la que desde entonces se conoce como ‘Maldición Kennedy’.

Fuente: LaVanguardia