Víctimas de la explosión del cisterna narran el drama

Vía La Paz – Desaguadero estaba cortada por un choque antes del impacto del cisterna. La Razón reconstruye el accidente que dejó el saldo de, al menos, diez muertos, producido el 21 de junio en Huancollo, en la carretera La Paz-Desaguadero.

imageCementerio. A un costado de la carretera La Paz-Desaguadero hay un camposanto. Foto: Eduardo Schwartzberg.



La Razón / El Alto, Bolivia

A las 18.00 del 21 de junio, segundos antes del impacto de un cisterna con dos hileras de vehículos varadas en la vía La Paz-Desaguadero, se produjo un choque leve entre una vagoneta y un minibús que intentaban reanudar el viaje tras el paso del grupo de morenos.

El sargento primero René Churqui, uno de los heridos en el accidente, relató a La Razón que minutos antes del impacto del cisterna cargado con 25.000 litros de alcohol, los dos motorizados que encabezan la fila de autos estacionados intentaron avanzar, porque ya había terminado el paso de los morenos, devotos de San Juan Bautista.

Dijo que ambos destrozaron sus faroles y “pararon nuevamente”, lo que ocasionó que se detenga otra vez la hilera de vehículos. Churqui, que estaba conduciendo el tráfico, se acercó para ver qué había pasado e intentar resolver la trancadera.

En ese momento, oyó un choque y luego sintió un golpe. Segundos después, despertó debajo del transporte de combustible.

Crescencio Mariaca y Jorge Samo son otros de los sobrevivientes de ese infortunio. Instantes antes del impacto, ambos, que estaban en uno de los minibuses siniestrados, vieron cómo se acercaba el cisterna, pero no le dieron importancia y voltearon a ver cómo se alejaba el grupo de bailarines.

Ellos dicen que cuando ocurrió el choque, los devotos de San Juan Bautista, grupo en el que se encontraban autoridades del municipio de Desaguadero, estaban a al menos diez metros de distancia de la carretera, es decir, ya habían cruzado el asfaltado.

Los testimonios recogidos por este medio de comunicación corrigieron varias versiones iniciales de este múltiple accidente, en el que estuvieron involucrados cuatro vagonetas, un camión, un cisterna, un auto y seis minibuses, según un video que se vendía en la ciudad de El Alto.

El sitio del accidente, Huancollo, no es un “lomo de pez”, como afirmó inicialmente el coronel Juan Cuevas, de la División Accidentes del Organismo Operativo de Tránsito, sino una planicie en la que no hay curvas. 

El conductor del cisterna, Juan Gabriel Martínez, indicó en sus declaraciones a los medios de comunicación que fue cegado por el sol y que intentó eludir a los bailarines, y de ese modo justificó el accidente de Tránsito. Además, había señalado que el incendio se produjo como efecto de un petardo lanzado por los danzarines.

Petardo. El sargento Churqui, Crescencio Mariaca, Jorge Samo y Gustavo Condori, víctimas del impacto, tienen otra versión. El incendio comenzó unos 15 minutos después del choque y aseguraron que no oyeron ningún petardo, pues los bailarines ya se habían marchado. Ellos consideran que el fuego empezó por un cortocircuito o un calentamiento.

El policía Churqui también narró que en el lugar del siniestro había cuatro policías ordenando el tráfico vehicular. Es decir, que los danzarines no invadieron la carretera de súbito y sin control.

Agregó que habían recibido una carta de las autoridades del municipio en la que les solicitaban custodia para los devotos de San Juan Bautista y que se presentaron en el sitio a las 14.00.

Relató, además, que los bailarines avanzaban por el carril de ida hacia La Paz y que recién a la altura de San Juan de Huancollo cruzaron la carretera para seguir por la planicie de tierra. En ese punto, los efectivos detuvieron el tráfico, de modo que entonces se formaron dos hileras de motorizados: cinco del lado de La Paz y siete del lado de Desaguadero. El cruce de los danzarines por la carretera demoró diez minutos.

El cisterna llegó al lugar del lado de La Paz y Crescencio Mariaca y Jorge Samo vieron cómo se acercaba este motorizado.

El transporte pesado golpeó primero al minibús que estaba en el último lugar en la fila de los vehículos de La Paz —en el que se encontraban los familiares de Wilmer Mamani—, dobló hacia el carril que avanzaba desde el Desaguadero e impactó con el primer coche que estaba en esa hilera.

En el sitio quedó un amasijo de nueve autos, incluido el cisterna, un camión, tres vagonetas y cuatro minibuses. Los otros cuatro vehículos impactados fueron repelidos, según se observa en el video alteño.

Las personas que podían salir de los motorizados lo hicieron por las ventanas, por la parte trasera de los coches, pero otros que no podían moverse pedían auxilio, relató Juan Samo.

Sin embargo, aproximadamente 15 minutos después se prendió el fuego y se desató el pánico. Algunas personas que ardían en llamas corrían hacia el lago para intentar apagar el fuego. Otros iban tras ellas para ayudarlas, les echaban tierra y pretendían envolverlas con ropa, pero algunos vieron morir a los infortunados, recordó Crescencio Mariaca.

Mientras tanto, las víctimas que quedaron atrapadas lanzaban gritos desgarradores, pero luego de unos minutos no se oyó nada, más que el sonido del fuego que lo consumía todo.

Testimonios

‘Perdí a mi esposo y debo al banco’

Jimena huanca (28), ama de casa

“Mi esposo, Germán Quispe Quispe, de 29 años, murió calcinado en el accidente, estoy embarazada de cinco meses y debemos al banco 16.000 dólares por un préstamo que sacamos para comprar el minibús”.

“Él iba a defender su tesis en la carrera de Administración de Empresas en la Universidad Pública de El Alto (UPEA). Teníamos muchos planes y proyectos. Si el hijo que espero es varón, va a llevar el nombre de su padre”.

“Trabajó desde sus 19 años como chofer y llegó a ocupar cargos dirigenciales en su sindicato”.

“Su familia y yo lo recordamos como una persona ejemplar, que siempre quiso lo mejor para todos, por eso seguía estudiando pese a ser chofer. Quería que yo también estudie una carrera”.

“Cuando nos enteramos del accidente entramos en shock, pánico, muchas cosas pasaron por mi cabeza. Ahora esperamos que las autoridades se manifiesten para dar con los culpables y nos ayuden a pagar las deudas”.

‘Murieron sin que podamos ayudarlos’

Crescencio Mariaca (44), comerciante.

“Estaba sentado en el último asiento del minibús que iba de Desaguadero a La Paz. Estaba distraído con los bailarines, sí vi que se acercaba el camión cisterna, pero no le di mucha importancia, volteé a ver nuevamente a los danzarines que ya habían pasado la carretera”.

“De repente sentí un golpe fuerte, creo que perdí la noción del tiempo por unos minutos, luego reaccioné y salí por la puerta de atrás de la movilidad que por el impacto se abrió”.

“Corrí en dirección de los cerros, volteaba y los gritos de la gente me hacían parar, no sabía qué hacer, decidí volver y ayudamos a una señorita que se arrodilló delante nuestro diciendo que su padre estaba atrapado en su movilidad. Sacamos al chofer y luego corrí a alcanzar a cuatro personas que salían corriendo en llamas y gritaban”.

“Les echamos tierra, les pusimos ropa, de los gritos pasamos al silencio. No lloré ese rato, pero luego sí, pues murieron”.

‘Algo me dijo que cambie de asiento y lo hice’

Gustavo Condori (25), comerciante.

“Subí al minibús en Desaguadero, primero me senté en el asiento junto al chofer, pero luego decidí cambiar y me fui detrás del conductor”.

“La señorita que se sentó al lado del chofer se fracturó  la pierna y yo tuve contusiones, pero ni una fractura. Sentí lo mismo que los demás, un golpe que nos sorprendió y nos sacó de la realidad”.

“Fueron los gritos los que nos volvieron al lugar en el que estábamos, pero semejante a una película, gritos de auxilio, de dolor, llanto y la desesperación de no poder ayudar a la gente que escapaba hacia el lago para apagar el fuego que los envolvía”.

“El ruido provenía de todas partes, eso nos atufaba por momentos y esos mismos ruidos nos hacían reaccionar”.

“Después de lo sucedido, cuando vi a mi familia, me puse feliz y triste a la vez, me trasladé nuevamente al momento en que sucedió todo. Ese día será imposible de olvidar”.

‘Dirigía el tráfico y aparecí debajo del camión’

René Churqui (48), sargento 1° de  la Policía.

“Teníamos órdenes superiores para ir a controlar el tráfico en la carretera por la fiesta en la localidad de Huancollo”.

“Estaba dirigiendo el tráfico, ya iban a pasar porque los bailarines terminaron de cruzar, sentí que dos coches chocaron y estaba yendo a ver qué había pasado, mirando siempre a las dos filas. Cuando sentí un golpe más fuerte y ya sin reacción me vi debajo del camión y oí a alguien decir: ¡está vivo! Luego mis camaradas me sacaron de abajo del carro”.

“Lo poco que pude ver es que comenzaron las llamas y empezaron a consumir todo lo que estaba cerca, la gente corría, no sé si eran hombres o mujeres, se veía siluetas entre las llamas, pero eran seres humanos gritando, sé que mis camaradas se salvaron y eso me alegra”.

“No pude ayudar a nadie más  porque me dolía mi pierna y mi hombro, luego perdí el conocimiento y aparecí en el hospital de El Alto; me abracé a mis hijos y mi esposa, los quiero mucho”.

‘Me duele  más la imagen que quedó en mi mente’

Jorge Samo (27), comerciante.

“En el momento del impacto, estaba distraído, sí logré ver el camión cisterna, pero me entretenía más la entrada que había en el lugar, me parecía divertido y también queríamos irnos rápido, pero nada se movía”.

“Tras un fuerte estruendo, sentí el impacto, pero no pude reaccionar, me desmayé y luego mi amigo me ayudó a salir. Pero por el dolor de mi pierna no podía moverme, entonces me dejaron en un lugar cercano al accidente, me arrastré cuando vi que había fuego y luego observaba sin poder hacer nada”.

“La imagen que se me quedó grabada es más dura que este dolor físico. No descansamos bien, tenemos pesadillas por las noches. Me despierto pensando que estoy aún en el minibús”.

“Creo que no se pueden precisar muchas cosas, ese momento piensas poco y actúas por instinto, tratas de salvarte y a los que te rodean. Desde donde estaba  la impotencia me lastimaba mi alma y mi orgullo”.

‘Me encontré con mi hijo horas antes del suceso’

Justina Mamani (48), ama de casa y comerciante.

“Esa tarde, al menos unas tres a cuatro horas antes del accidente, me encontré con mi hijo Juan, él estudiaba Medicina en la Universidad Franz Tamayo (Unifranz) de El Alto y ya iba a salir profesional”.

“Me dijo que cuando sea médico me iba a curar de todos mis males, no tenía idea de que no lo volvería a ver más. Ese día le di dinero para que pueda pagar el alquiler del cuarto donde vive, que está cerca de su universidad”.

“Si lo dejé venir desde el Perú a Bolivia es porque confié en él, era un buen chico que no se metía en problemas. Nos despedimos y me dio un fuerte abrazo, nos miramos cómo sólo se miran madre e hijo al despedirse”.

“Cuando me llamaron sobre un accidente, no lo quise creer, no pensé que iba a ser tan desastroso. Me llevo el recuerdo de su alegría, de sus ganas de vivir, trabajar y salir adelante siempre, él es un ejemplo para mí y así como me alegró traerlo al mundo, ahora siento mucho dolor”.

‘Nos enteramos por la televisión de un accidente’

Wilmer Mamani, pariente de tres víctimas.

“Mi mamá Guillermina Mamani, mi hermano José Luis Mamani y mi primo Jhonny Vargas iban a visitar a una familiar al Desaguadero. Nos llamaron cuando estaban en el control de Guaqui; mi madre me dijo que ya estaban llegando a su destino y que volverían pronto”.

“Pasaron al menos dos horas y no supimos nada de ellos, les volvimos a llamar y sus celulares estaban apagados”

“En un canal de televisión informaron sobre un accidente de un camión, pero no dijeron nada de que otros vehículos estaban involucrados en ese siniestro”.

“Mi papá se puso inquieto y fue hasta el lugar, luego nos llamaron diciendo que ellos estaban muertos. La imagen que vimos en el sector fue impactante”.

“Yo pensé que mi familia se había salvado, no fue así, fue el primer coche que el camión impactó, lo destrozó por completo y yo creo que si no fue el impacto de semejante choque, a mi familia la mató el fuego”.