Niños trabajan, viven y se refugian en la cárcel

La protección de menores está en crisis en Bolivia. Una investigadora revela los hallazgos que hizo tras las rejas del penal de San Pedro. Muestra la situación en que viven los menores y lo que hacen tras las rejas.

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Niños trabajan, viven y se refugian en la cárcel. La Prensa.

Obligados por diversas circunstancias, centenares de niños se refugian, trabajan y viven dentro de las cárceles del país. Acompañar a sus padres recluidos no sólo expone a los pequeños al peligro de sufrir agresiones y abusos, sino reemplaza la obligación del Estado de protegerlos, a tal punto que, en algunos casos, estar en la cárcel es la mejor opción para ellos.

Duras realidades. Infancia encarcelada: el cuidado de los niños, niñas y adolescentes en el penal de San Pedro de La Paz es el título de la investigación realizada por la socióloga Adriana Paredes Cruz, desarrollada dentro del Diplomado en Investigación Acción en Género e Infancia del CIDES – UMSA, que también contó con el apoyo de Unicef.

Entre las revelaciones de esta investigación, se destaca que en estos casos, el Estado tiene una intervención "casi nula, expresada en la ausencia de políticas públicas", tanto para  las familias como para los menores y adolescentes recluidos.

Para acercarse a esta realidad, la investigadora tuvo que participar en diferentes programas de grupos de voluntarios, desde septiembre de 2012 y por siete meses consecutivos. A través de estas actividades conoció a los menores y a sus familias, sus quehaceres y las condiciones en que habitan o permanecen en la cárcel de San Pedro, de donde actualmente el Gobierno busca retirar a los niños mediante acuerdos con sus progenitores, después de salir a la luz un caso de violación.

"Esta investigación es sobre el derecho al cuidado que tienen los niños. Y esto tiene que ver con brindar alimentación, protección, cuidado a quienes lo necesitan".

El embarazo de una menor de 12 años, por la violación de más de una persona, sin embargo, puede no ser el único caso que se da tras estas rejas, ya que según Paredes, otros casos de abuso no son denunciados por el temor de los padres a ser alejados de sus hijos.

El reciente hallazgo de un niño que sacaba drogas entre sus golosinas, tampoco es una novedad, ya que es común que se los use para introducir o sacar estos y otros productos prohibidos, ya sea por sus propios padres u otras personas recluidas.

Según el representante de Unicef en Bolivia, Marcoluigi Corsi, es importante no dejar de analizar el interés superior del niño. "Cada sistema debe ser analizado de diferente manera, porque podemos descubrir tal vez, que para algunos es mejor estar en esta situación que salir de la cárcel".

Afirmó que hay muchas cosas que se deben evaluar antes de retirar solamente a los hijos de los recluidos, "es importante no generalizar, cada situación debe ser analizada".

LOS LAZOS Y LA SEGURIDAD. La investigación concluye también en que la presencia de menores en las cárceles busca la "continuidad del vínculo familiar" y que "la integridad de la familia evita el abandono y la desprotección de los hijos". Por lo tanto, tenerlos con ellos, es una especie de "estrategia", para que la familia no se desintegre.

Sin embargo, los padres no observan la magnitud del peligro que hay en torno a sus hijos dentro de los muros de la cárcel.

Según Paredes, hay mujeres que ingresan a la cárcel para cuidar a sus hijos, mientras el padre trabaja o busca el sustento para todos.

En algunos casos, ellas ayudan a sus esposos en sus ocupaciones, tal vez como artesanos, cocineros, etc, donde también y según horarios, intervienen los niños.

Hay niños que no viven en la cárcel pero van casi a diario para ayudar a sus padres en sus oficios o también trabajan, por ejemplo como taxistas, para ayudar con los ingresos de la familia.

Finalmente, están las madres que sustentan a la familia, para lo cual dejan a sus hijos con sus padres, ya sea para que estén con ellos mientras ellas viajan o trabajan, permanentemente, por días o por horas.

En estos casos, los padres permanecen más tiempo con los menores y, especialmente en el caso de los niños menores de seis años, crean más lazos y los protegen de mejor manera, lo cual incluso ayuda al recluso a pasar su condena y a buscar rehabilitarse.

Hay más seguridad aún para los niños, en los casos en que hay más de un familiar recluido y se generan familias ampliadas dentro de los recintos carcelarios.

700 menores viven o asisten con regularidad a San Pedro, según la investigación.