Usan hospedajes como centros de prostitución

Disfraz. En Santa Cruz, algunos locales ubicados alrededor de la bimodal ofrecen servicios sexuales. Hay registradas más de 7.000 trabajadoras.

Proxenetismo. Hay redes que operan desde los hostales. La mayoría de las ‘negociaciones’ se realizan por teléfono. Están involucradas las trabajadoras sexuales, los ‘intermediarios’ y los encargados de los centros de hospedaje.

En un recorrido por seis alojamientos, cinco de ellos ubicados cerca de la terminal Bimodal, se constató que existen negocios de prostitución. Las mujeres están ocultas en habitaciones. Los clientes son guiados al lugar, previo pago de Bs 10 por ‘derecho de visita’. Los vecinos, propietarios y administradores de los alojamientos no hablan del asunto. Las autoridades están ‘sorprendidas’ con estos hechos.



Proxenetas usan hospedajes para prostituir a mujeres

El negocio del sexo en la ciudad. Los encargados de algunos alojamientos cobran por el ingreso de los ‘huéspedes’. Las personas que ‘negocian’ a las trabajadoras sexuales ofrecen lo que sea para retener a un cliente

image Luego de un par de llamadas y ya en la puerta del hostal, el cliente logra conocer el número de habitación

EL DEBER, Santa Cruz, Bolivia 

Dos pequeños juegan en la puerta de un alojamiento a pocos metros de la avenida Tres Pasos al Frente. El lugar luce como cualquier otro centro de hospedaje al que llegan viajeros en busca de un lugar donde poder descansar.

Sin embargo, no es un sitio cualquiera. En la pieza número 20, tres trabajadoras sexuales esperan clientes para ganar algunos pesos.

La encargada, una mujer que atiende múltiples llamadas que llegan a sus cinco números telefónicos, responde mientras se dispone a presentarlas: “Sí mi amor, la hora te cuesta Bs 250 y la media hora Bs 150. Cuando llegués al alojamiento me llamás y te doy el número de la habitación para que podás subir”.

Una vez que corta la llamada, la encargada, de piel morena, no mayor de 25 años y todo el tiempo pendiente de los teléfonos celulares que maneja con destreza en la mano, mira al cliente y sin rodeos pregunta: “¿Cuál de las tres le gusta?”.

Ante la negativa del visitante, insiste y consulta: “Si quiere me dice cómo le gustan y le traigo una”.

Así, de esta manera, se comercia el sexo en algunos alojamientos de la capital. EL DEBER visitó seis de estos hospedajes, cinco de los cuales están ubicados en los alrededores de la terminal Bimodal.

El derecho a la visita

Los hostales, que al parecer se han convertido en el camuflaje perfecto para hombres y mujeres que se dedican al lucrativo negocio de la prostitución, son lugares donde, además de las trabajadoras sexuales y su ‘jefa’, están involucrados los encargados de estos espacios.

Esta afirmación es fácil de deducir, luego de seguir la primera indicación que hizo la encargada de las chicas en el alojamiento que está sobre la avenida Interradial, entre la av. Tres Pasos al Frente y la av. Brasil.

“Ya estoy en la puerta del alojamiento”, indica el cliente y desde el otro lado de la línea telefónica, la mujer contesta: “Está bien, ingresá y decile al encargado que vas a pasar a la pieza 20. Le tenés que pagar diez bolivianos, eso es por el derecho de visita”.

Evidentemente, como lo afirmó la mujer, el encargado del hostal, sin hacer pregunta alguna y sin pedir documento de identidad al visitante, luego de saber que viene en busca del cuarto donde se comercia con sexo, solamente se limita a escribir en un libro de registro, quizás el número de atención que se hizo en esa habitación e indica el camino que el cliente debe seguir para encontrarse con las muchachas.

Atrás quedan los preceptos por los que se deberían guiar estos centros de hospedaje, ya que las recomendaciones de buena atención y los requisitos que se deben solicitar a los visitantes, solamente sirven para exhibirse en una de las paredes de la recepción, donde comparten espacio con una pequeña vitrina donde se ofertan jaboncillos, rasuradoras, dulces y toallas higiénicas. 

Lúgubre y maloliente

Si bien no todos los alojamientos que visitó EL DEBER tenían mal aspecto, uno en particular ‘cumplía’ con lo necesario para ser calificado como un lugar particular.  

Siguiendo los mismos pasos que detalló la encargada del cuarto número 20 en la av. Interradial, llegamos a un residencial que está a pocos metros de un surtidor Genex, ubicado sobre el segundo anillo y la calle Saturnino Saucedo.

Aquí se realiza el mismo procedimiento. Una vez en la puerta, una nueva llamada y desvelan el número de habitación donde están las trabajadoras sexuales. Se ingresa al lugar, previo pago de Bs 10, pero luego de pasar una recepción típica de estos negocios, llegar al cuarto indicado con el número 37 resulta una aventura.

Las escaleras son estrechas, están pegadas a las paredes del lugar y escondidas de los rayos del Sol. Al llegar al tercer piso, donde la numeración de los cuartos comienza con el 30, el ambiente se torna más denso y el único pasillo que uno puede seguir tiene su final en una puerta abierta donde están las trabajadoras sexuales.

Al ingresar a ese cuarto, está una mujer de pequeña estatura, piel oscura, de chinelas negras, short blanco y blusa transparente, el olor a humedad es perceptible.

La luz es tenue y la cama, a la que invitan para que el visitante se siente, está cubierta por una colcha vieja y una sábana gastada. El cuarto es pequeño, pero lo suficientemente amplio para que un catre y una mesa llenen el lugar.

La encargada, igual a la mujer que maneja lo que sucede en la habitación número 20 de la av. Interradial, pregunta, insiste y se anima afirmar que si se le da un par de ‘minutitos’, ella puede satisfacer los deseos del cliente. Al parecer los malos olores y lo tétrico del lugar son parte de este negocio.

Las autoridades

Personal de la Unidad de Víctimas Especiales (UVE) y de la Defensoría de la Niñez, lo mismo que las profesionales que atienden a las trabajadoras sexuales, se ven sorprendidos al escuchar estos relatos.

Rosa Ribera, abogada de la Defensoría y que coordina las tareas de las fiscales de la UVE, recuerda que se realizó tiempo atrás un operativo en un residencial que fue denunciado, pero que no se encontró a nadie. Sin embargo, reconoce que esta es una realidad que se vive en la ciudad y que es necesario actuar para detener a quienes negocian con las mujeres.

Rosy Valencia, encargada de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia, señala que de ser ciertos los relatos, lo que ocurre en los alojamientos se puede tipificar como un delito de trata y tráfico de personas.

Para las autoridades que registran a las trabajadoras sexuales, la mayoría de estas muchachas son menores de edad, por lo que apuntan a ejecutar acciones interinstitucionales.

Hay registradas más de 7.000 trabajadoras

Una realidad de varios años. En el último quinquenio la Gobernación de Santa Cruz contabilizó a 4.483 personas que decidieron ingresar a este negocio.

image

Las autoridades realizan operativos de manera periódica en la ciudad. Hay cerca de 60 locales registrados.

EL DEBER

Durante los primeros seis meses de este año se han registrado en el programa ITS/sida de la Gobernación más de 90 nuevos trabajadores sexuales en la capital cruceña. La mayoría son mujeres, aunque hay un porcentaje, todavía mínimo, de hombres que decidieron ejercer este oficio. 

La responsable del programa que registra, orienta y aconseja a la población que tomó como opción de vida ser parte de este negocio, Maely Sanabria, indica que la mayoría de las mujeres ejercen este trabajo por necesidad económica, aunque aclara que las historias de las trabajadores sexuales cruceñas son diversas.

“Hay muchachas que llegan a realizarse sus controles acompañadas por sus parejas, es algo raro, pero sucede”, comenta la profesional y agrega que cuando ingresan a su oficina jóvenes que tomaron la decisión de ejercer la prostitución, son derivadas a una sicóloga para que las orienten sobre los riesgos que trae el ambiente en el que deberán desenvolverse.

“Conseguimos que desistan, pero son tan pocos los ejemplos, que se pueden contar con los dedos de la mano”, indica Sanabria.  

Números crecientes

De acuerdo con los registros del programa ITS/sida, desde 2003 hasta la fecha se han registrado 8.568 trabajadores sexuales, que en su mayoría están en los 60 lenocinios registrados en la ciudad.

Respecto al promedio de infectados  con el virus del sida, señala que al mes tres trabajadoras contraen el mal