La verdad informativa

Jaime D’Mare C.*VERITASLa verdad informativa no es lo mismo que la verdad absoluta. Este es un principio periodístico que conjuga con la filosofía democrática desde siempre. La verdad absoluta no es objeto de información. La verdad causa material y objeto de protección y fomento del derecho a la información y a la comunicación, es la verdad informativa, la información que resulta siendo de interés público y no la verdad universal o absoluta. Si no se entendiera de esta manera acerca de la verdad dentro el periodismo, no habría necesidad de constitucionalizar la comunicación social. El Estado tendría que borrar o hacer desaparecer la norma.La causa de esta situación es sencilla de fundamentar o de explicar: en el debate público actual, del “pluralismo político” como proclama la Constitución y del que todos formamos parte, cada persona, cada ciudadano percibe de distinta forma las realidades, sin que ello signifique que los ciudadanos estemos equivocados en la percepción que se tiene de la realidad social. En este tenor de la pluralidad social es que se hace asequible la verdad informativa, como una verdad que es posible dentro del contexto de la democracia.Cuando se exige que la información sea “verídica”, no se exige que la información sea cierta o exacta. Lo que se pretende con el adjetivo “veracidad”, es que se debe considerar en general que hay información veraz cuando se confirme que el equipo profesional de la información realizó su labor con diligencia en la obtención de la noticia y con esa actitud es que se publica la información; por eso se considera cierta.La certeza y la calidad de absoluta verdad de la información es imposible en el ámbito democrático: si así se entendiera el calificativo “veraz” cualquier error intencional o no de los periodistas sería castigado; ello haría prácticamente imposible la investigación, la emisión, la circulación de las ideas, de la información por el temor a ser sancionados.De manera que no se puede acusar al periódico “Pagina Siete” de publicar informaciones falsas, de falsear. El tema del aborto que ha desencadenado el enfrentamiento entre ese periódico y el gobierno, no es una información que corresponde a la falsedad, sino un tema candente, de discusión pública, incluso en posiciones divididas dentro del oficialismo.No hubo dolo ni mala intención en publicar la noticia como pretende hacer creer el círculo palaciego a la opinión pública desacreditando al periodismo, sino una falta de diligencia, una cuestión más técnica, al no comprobar debidamente la fuente de información.Esta falta derivó en un alto costo, la renuncia del director de ese periódico. Una actitud idónea, de profesionalismo, de reconocer que sí hubo falta, pero no falsedad, ni mentiras.En este sentido, la información que publicó ese periódico no llega a ser inexacta, ni falsa, sino errónea. Esto sí debe ser protegida por el derecho a la información, puesto que no hubo dolo en la obtención y emisión de la información, pues se puede comprobar que hay una división entre la buena intención y el mal resultado obtenido por el periodista. No se actuó con real malicia. Por el contrario con la intención de servir a la discusión de un tema bastante polémico y de servir con ello al humanismo, ya que en el fondo se discute el destino del ser humano.Atendiendo a la relatividad de la información, se puede incurrir en errores accidentales más no esenciales a la hora de hablar de información veraz, puesto que lo que más debe importarnos es el proceso por el cual la información se obtiene y difunde, y en esa consideración parece que hubo una intención de proporcionar al público información.Así dentro el periodismo, no hay informaciones falsas, incluso las mentiras y medias verdades que abundan en los corrillos gubernamentales son informaciones verdaderas para los periodistas.*Periodista