“Por fin la sociedad reconoce que soy trabajadora sexual”

La mujer, de 38 años, cree que ella y sus colegas no deben seguir escondiendo el trabajo que realizan. Vive en La Paz y es dirigente de una institución que defiende a su gremio. Desde hace años que pelea para que no se las discrimine. Si volviera a nacer, elegiría el mismo oficio.

image Roberto Navia | EL DEBER



Evelia Yucra Asillo – Trabajadora Sexual y Presidenta de la Organización Nacional de Activistas por la Emancipación de la Mujer

Evelia Yucra quiere que se sepa que ella ama su trabajo porque, afirma con convicción, es tan valeroso como cualquier otro. A sus 37 años de edad, después de haber laborado bajo la sombra, consiguió que el Estado le permita hacerse visible en su carné de identidad, donde ahora está registrado que es una trabajadora sexual. Sobre ese logro que ella califica de titánico, habla en esta entrevista, y sobre varios misterios que pocas se atreven a revelar.

Usted figura como la primera mujer que consiguió que en su carné esté registrado que su ocupación es trabajadora sexual, ¿Cómo lo logró y por qué lo hizo?

Reconozco que lo que hago es un trabajo y no tengo por qué ocultarlo. Es más, luché para que se lo sepa a través de mi carné de identidad. Hace tres años ya había intentando en la Felcc, pero  me dijeron que no podía porque no estaba en el sistema esa profesión. Cuando salió la ley 045  Contra el racismo y toda forma de discriminación (como dirigente de las trabajadoras sexuales participó en la reglamentación), dije que es hora que vuelva a intentarlo porque si me volvían a discriminar ya tenía esa norma que me amparaba. Fui a tramitar mi carné. Dije que no era estudiante ni empleada, que era trabajadora sexual. Me dijeron que no existía esa profesión, insistí y al ratito la pusieron en el sistema informático.

¿Qué la motivó?

Ya era hora que la gente sepa quién soy. Si soy  trabajadora sexual, ¿por qué no puedo decirlo? También fue para enseñar a mis compañeras de que no es malo este trabajo, sé que vamos a pasar discriminación, pero el seguir ocultándonos de día ante la sociedad no tiene sentido. Fue un desahogo conseguirlo, por fin la sociedad me reconoce.

¿Cómo reacciona la gente cuando ve su documento?

Algunos mueven la cabeza.

¿Cómo y desde cuándo empezó a trabajar en este oficio?

A los 17 años de edad yo era empleada doméstica. Pero la dueña de casa nunca me pagaba. Conocí a amigas que me llevaban a bailes y una noche hubo una batida y los policías me metieron a una celda. Una amiga me contó que me pagaría por bailar y por hacer esto y lo otro. Me dio la dirección de un local nocturno y me atreví a hacerlo.

Fue un cambio tremendo en mi vida porque antes de lanzarme al público me maquillaron, me arreglaron el pelo, tuve que aprender a actuar. Me miraba en el espejo y me decía que no era yo, que era otra. De esto ya hace como 18 años. Mi primer cliente fue un caballero, amable, joven, para qué, bien. Cuesta bastante, empezando por las propias compañeras, la pelea por clientes. La adaptación por lo menos duró un año. Algunas compañeras se aprovechaban porque yo no tenía documento de identidad y me robaban, no podía ahorrar. Hasta que saqué mi carné, me hice legal y empecé a sentir mejoría.

¿Qué ha sido lo mejor y lo peor que le ha pasado?

Lo mejor que me ha pasado es ser trabajadora sexual porque es de ahí de dónde puedo sacar dinero para ayudar a mi familia. Pude darles mejores condiciones de vida a mis sobrinos, a mi hermana, compré una casita, un carro.

Lo más feo fue que hayan matado a mi compañera de trabajo. Un cliente la asesinó cuando ella tenía ocho meses de embarazo. Por necesidad seguía trabajando en esa condición. La justicia  nunca averiguó nada. A menudo ocurren estas cosas.

¿Está casada?

Una vez me casé y a los dos días me separé. Me celó y me golpeó. Ahí terminó todo. No tengo hijos. Vivo sola,  en La Paz. Tengo una oficina como dirigenta. La labor de trabajadora sexual la estoy dejando poco a poco, pero los fines de semana me doy mis escapadas, no solo por ganar, sino por distracción, hablo con personas, río, me encanta escuchar sus problemas.

Los fines de semana me voy a trabajar a una licorería, ahí me pongo en la barra, se acercan clientes, me invitan un trago, empezamos la charla, los escucho. A veces los clientes de Cochabamba y de otros lugares me llaman. Les digo que entre semana ni me busquen porque estoy dedicada a la institución que dirijo.

¿Le gusta su trabajo?

Sí, por un lado lo empecé a hacer por necesidad económica, pero uno le toma tanto cariño que si volviera a nacer iría corriendo a hacer lo mismo. Sería una trabajadora sexual igual que ahora.

¿Sintió discriminación?

Fue cuando me trasladé de casa, cuando decía que era trabajadora sexual no me querían alquilar el cuarto, por eso tuve que mentir que era de otra profesión.

¿Tiene novio?

Sí, estoy enamorando pero con el tiempo sabré cómo me irá.