Un censo sin consenso en inminente disenso

Álvaro Riveros TejadaAlvaro-Riveros-Tejada3Obviando esa odiosa advertencia: “Yo te lo dije” muy propia de sabiondos y aprendices de clarividente, tras la muestra de la papeleta oficial divulgada por el Instituto Nacional de Estadística, cien días antes de verificarse el último censo de población y vivienda, en estas mismas líneas expusimos nuestras serias dudas sobre su contenido, aduciendo que estaba fuera del marco constitucional y soslayaba importantes características culturales de Bolivia, tales como las opciones de auto identificación étnica, religiosidad y otros.Lejos de señalar únicamente que este valioso método de información estaba siendo desvirtuado e intoxicado por la intervención de factores exógenos de tipo político, religioso y etnocentrista, advertimos también que bajo esa tónica se iba a falsear el objetivo central, que era el de conocer el número de estantes y habitantes que pueblan nuestro territorio. Empero, jamás nos habríamos atrevido a sospechar que de un plumazo nos harían desaparecer a 362.659 compatriotas, cifra que de lejos supera a las hazañas de Videla, Pinochet y Mugabe juntos.Sin abundar en mayores juicios sobre las 49 preguntas que contenía la cartilla censal, indicamos en su oportunidad que antes de averiguar: “si las paredes interiores de la vivienda tienen revoque”, con una simple pregunta como: ¿Usted acullica coca? habríamos podido allanar el famoso estudio encomendado a las NN.UU. hace más de seis años, y así conocer la cantidad de coca que se desvía al narcotráfico. En su lugar, hace unas horas ese organismo ha entregado, a través de su Oficina Contra la Droga y el Delito, un informe mañoso, donde se destaca la erradicación de 2.500 hectáreas de coca, quedando sólo una existencia de 25.300 Has. Ni siquiera se llevaron el trabajo de acotar que esa superficie duplica de lejos las 12.000 Has establecidas y autorizadas por la Ley 1008 y, al contrario, como gran descubrimiento atribuye a Santa Cruz, cuando no, ser el principal consumidor de la hoja de coca que se comercializa en mercados legalmente establecidos. ¡Como si ese fuera el problema central!De la misma manera la exclusión del término mestizo del cuestionario, que nos indujo a calificarnos simplemente como bolivianos u originarios (de origen ario) nos enredó de tal forma que los resultados obtenidos nos dieron la razón. Los mestizos somos más del 70% de la población y Bolivia no es el país indígena que el gobierno estaba tan ansioso de mostrar para fundamentar su etnocentrismo.So pretexto de que los bolivianos somos ahora un Estado laico y con libertad de profesión de culto, se pretendió convalidar el verdadero objetivo de la consulta, que fue el de soslayar el altísimo porcentaje de católicos que existimos en el país, una realidad que el MAS considera colonial y muy distante al sincretismo que se intenta imponer como culto oficial. La consulta ignoró deliberadamente las obras con las que la iglesia católica contribuye al Estado y que la hace digna de ser tomada en cuenta para cualquier tipo de política de planificación interna, sea esta religiosa, social o cultural. Con el viaje de S.E. a Rio de Janeiro, en busca de las bendiciones del Santo Padre, esperamos que este fenómeno se revierta y junto con él, todo el mamarracho que se armó con un censo realizado sin consenso y en inminente disenso.