Iruni: la factura más cara para el gobierno de Evo Morales

Gary Prado Arauz

GARY Qué se puede esperar como resultado de la gestión de gobierno si quien lo preside es, a la vez, el presidente de las seis federaciones de productores de coca, los únicos proveedores del insumo principal de la cocaína. En otras palabras, poblaciones como Iruni, en Oruro, tienen a todos sus habitantes inmersos en la producción del alcaloide porque obviamente la ilícita actividad es más lucrativa que la agricultura, la cría de ganado o cualquier otra actividad comercial.

Si a ello sumamos que, en vez de reducir la producción de coca, esta se incrementa y sus cultivadores avasallan territorios o áreas protegidas y en la principal zona productora -El Chapare- la policía no realiza frecuentes operativos antinarcóticos porque existe una suerte de territorio libre, en el que el Estado no tiene jurisdicción ni competencia, entonces tenemos como resultado lo que acontece en Iruni: para qué trabajar en lo lícito y tradicional, si el boyante negocio de la producción de cocaína es más rentable y no tiene miras de acabarse.



Dirán: “la policía desbarató la producción en Iruni” y les respondo: y sin embargo existió y seguirán existiendo poblaciones como Iruni y otras del valle alto cochabambino que cayeron en la tentación y se dedicaron íntegramente a fabricar droga.

Estamos viviendo un tiempo en el que so pretexto de anti imperialismo y soberanía, se ha dado rienda suelta al narcotráfico y junto a bolivianos ahora actúan colombianos, mexicanos, peruanos, brasileños e inclusive un alto jefe policial, con grado de general y responsable de la contrainteligencia del Estado es capturado en flagrancia por autoridades foráneas y aquí nadie sospechaba siquiera.

Eso de poner a los ratones a cuidar el queso ha provocado que hasta la misma coca incautada se pierda de la Dirección General de Control de la Coca y obviamente sea derivada al narcotráfico.

Los carteles de narcotráfico plurinacionales (de varios países quiero decir) se dan el lujo de sobrevolar territorio nacional para lanzar dólares por millones para que sus rescatistas compren droga. Por la dedicada labor de algunos policías hace pocos días uno de esos vuelos fue descubierto y el cargamento millonario de dólares incautado. La pregunta es: ¿cuántos vuelos no fueron interceptados?

Y es que los barones de la cocaína hace muchos años que impusieron la democratización en la producción de la droga. En los inicios compraban la hoja de coca y los precursores y se internaban al monte a fabricar el sulfato base, que "exportaban" a Colombia para su conversión química a clorhidrato o cristal.

Luego comenzaron a pagar a los campesinos productores para que cargaran dos taques de hojas al hombro y cual ejército de hormigas caminaran en la noche por senderos desde El Chapare hasta la zona Noroeste de Santa Cruz, donde tenían sus factorías clandestinas. Centenares de productores de hoja integraron entonces la cadena productiva de la cocaína, convertidos en sepes nocturnos que viajaban en la oscuridad para lograr el mejor precio del mercado por su producto.

Luego, los perversos Barones del narcotráfico comenzaron a socializar la técnica productiva del sulfato base y entregaron insumos a los cocaleros que quisieran producir para ellos. Los fabricantes de sulfato base crecieron exponencialmente. Ya no eran decenas… pasaron a ser miles.

Y el paso decisivo se tomó en los últimos años, cuando fruto de la complaciente actuación gubernamental en el combate al ilícito negocio y del abaratamiento de los insumos electrodomésticos, lo que se socializó fue la cristalización. Ya no se pisa, se licúa. Ya no se decanta, se centrifuga en lavadoras. Ya no se deshumedece con faroles, se seca con microondas.

Los que saben comentan que en la Villa 1o de Mayo y el Plan 3000 de Santa Cruz, en barriadas populares de Cochabamba y en barrios de El Alto, centenares o tal vez miles de hogares se dedican a "cocinar" pichicata para "exportar" a Perú, Argentina, Brasil, Paraguay y Chile.

Las autoridades señalan que la droga cristalizada que encuentran en sus operativos viene de Perú. Lo que en realidad acontece es que acá, en Bolivia, se está fabricando más droga que nunca antes y es cristal, no base.

Volviendo a Iruni, me asaltan algunas dudas: ¿pensarán en volver a las actividades lícitas esos habitantes de las 35 casas de la pequeña población orureña? Los bienes que el dinero ilícitamente obtenido les permitió comprarse y los disfrutes que se habrán dado, ¿no serán una suerte de impulsores para seguir por el camino del delito? Hoy el narcotráfico, mañana tal vez el contrabando o los secuestros express o cualquier otro delito de rápido retorno monetario.

De todas las facturas que la historia habrá de cobrar al presidente Evo Morales en su paso por el gobierno, esta, la de no haber impedido eficientemente la socialización impune del narcotráfico, es la más cara para el bien del tejido social boliviano.