El inefable Insulza

Marcelo Ostria Trigo

OSTRIA TRIGO El secretario general de la Organización de los Estados Americanos, José Miguel Insulza, ha visitado nuevamente nuestro país. Se ha informado que el propósito de su visita fue intercambiar opiniones con el presidente Morales sobre una posible reforma de esta organización hemisférica.

¿Será que este funcionario de la OEA tiene poderes para propiciar una reforma de la OEA? No es la primera vez que Insulza usurpa funciones, comete imprudencias y, a la vez, se embarca en incongruentes e irresponsables declaraciones, olvidando que su labor –por cierto definida en la Carta de la OEA– es dirigir la Secretaría General, órgano de apoyo, que no es rector ni encargado de definir las políticas de la OEA. Para eso están la Asamblea General y el Consejo Permanente de la organización, en los que los representantes de los Estados miembros, fijan la marcha de la organización y no un funcionario, por muy encumbrado que sea.



José Miguel Insulza fue un político chileno que, en su época universitaria, se inició en la Democracia Cristiana de Eduardo Frei Montalva. Se unió luego al radical MAPU, una mezcla de socialismo, teología de la liberación, socialismo democrático, izquierda cristiana y marxismo, además de una sospechosa afinidad con el castrismo.

Insulza entonces se exiló durante el gobierno de Pinochet. Luego volvió a su país, ya como militante del Partido Socialista. Fue Ministro de Relaciones Exteriores, y un torpe crítico cuando se mencionaba la necesidad de solucionar el problema de a mediterraneidad de Bolivia.

Insulza buscó infructuosamente la candidatura a la presidencia de Chile y, como consuelo, recibió del gobierno de Ricardo Lagos la candidatura chilena a la Secretaría General de la OEA. Y le resultó.

Luego, ya en tiempos del gobierno del Movimiento al Socialismo de Bolivia, Insulza mostró su identificación con el populismo, pese a que Chávez, aliado de Evo Morales, había llamado “pendejo” al que en Santiago conocían como el brioso “panzer” durante su desempeño como jefe de la diplomacia chilena.

Vino a Bolivia inmediatamente después de que se aprobara el proyecto de la constitución masista que debía ser sometido a un referendo y, muy suelto de cuerpo, declaró que no había encontrado nada en ese texto que se opusiera a los principios democráticos. Obviamente, no pudo leer el proyecto en tan poco tiempo, pues se trata de un mamotreto de más de cuatrocientos artículos.

Lo grave es que este funcionario se embarque en declaraciones sin aclarar que lo hace como Insulza y no en representación de la OEA, la que nunca le confirió la atribución de juzgar, en nombre de la organización, temas en discusión en los países miembros.

Ahora vuelve a Bolivia y desconoce el papel de testigo desempeñado por la propia Secretaría General de la OEA en el acuerdo arribado por los actores políticos del país, que definió que no habría una reelección de Evo Morales para un tercer período. Ahora, sin que se le mueva un pelo, avala lo contrario: el fallo del tribunal constitucional que está viciado por su obsecuencia al régimen populista del MAS.

¿A qué responde esta sinuosa conducta del secretario general de la OEA? Tienen que haber muchos compromisos. Insulza es un radical de escritorio, afanado en quedar bien con todo el mundo. Nuevamente, aspira a ser nombrado Ministro de Relaciones Exteriores de Chile en el posible gobierno de la socialista Michel Bachelet, y así procurar que no se advierta –lo que le será muy difícil– que deja atrás una de las peores gestiones en la secretaría general de la OEA.

El expresidente de Bolivia Jorge Quiroga, según una publicación de El Deber, ha emplazado a Insulza “a decir la verdad sobre la reelección de Evo” (15.11.2013) Tiene razón, pero debe armarse de paciencia. Insulza sólo favorece y complace a los poderosos y a los autócratas. En efecto, luego de los insultos que recibió de Chávez, fue operador de los bolivarianos en la OEA. Probablemente, Insulza no le contestará a Jorge Quiroga; esconderá la cabeza como el avestruz, si logra agacharse…