La Estatua de la Discordia

chaves-riberalta El gobierno de Evo Morales acaba de inaugurar en Riberalta una estatua en homenaje a Hugo Chávez, obra de aire fascistoide donde el “comandante” hace el saludo romano.

El monumento es estéticamente grotesco, ejemplo de ese “realismo socialista del siglo XXI” que emula al peor arte propagandístico soviético.

Pero más allá de esto, la inauguración ha encendido la indignación entre los riberalteños, sobre todo al realizarse a pocos días de la tragedia aérea sucedida en el aeropuerto de esa población amazónica, que enlutó al país entero.



Se cuestiona la irracional asignación del gasto público por parte de un régimen que prioriza la propaganda política y el culto a la personalidad, con monumentos, palacios y museos presidenciales, por encima de la inversión en impostergables necesidades ciudadanas.

Entre estas últimas se encuentra la urgencia de dotar de una mayor seguridad a los aeropuertos de Bolivia, ante todo en las ciudades intermedias, 26 de los cuales no cuentan con equipos de bomberos.

Este aspecto fue fundamental en la funesta resolución del accidente de pocos días atrás, cuando el incendio de una aeronave acabó con la vida de varios pasajeros, sin que existiera el equipo adecuado para apagar las llamas.

Tenemos, entonces, que el gobierno le da a Riberalta una estatua de Chávez pero no un carro de bomberos para el aeropuerto.

Es el botón de muestra de todo un modelo de gasto público basado en el despilfarro.

Por otra parte, el monumento a Chávez es otro ejemplo de los símbolos que dividen. Una verdadera Estatua de la Discordia…

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