Una áspera polémica por los divorciados complica al Papa

Por Julio Algañaraz

Camiseta. Jorge Bergoglio recibe ayer, en el Vaticano, al futbolista argentino Carlos Tevez, quien le regaló una camiseta de su equipo, la Juventus./AFP



La cuestión de conceder los sacramentos –de los cuales han sido excluidos– a los fieles casados con rito católico, divorciados y vueltos a casar por el civil se ha convertido en una polémica borrascosa en las cumbres de la Iglesia, que involucra al Papa. El cardenal de Munich, Reinhard Marx, acaba de acusar públicamente al estratégico “ministro” del Papa, guardián de la ortodoxia y la disciplina, arzobispo Gerhard Mueller, de querer bloquear el debate sobre un argumento que florece en la Iglesia.

El estallido de estas tensiones resulta potencialmente desestabilizador si el Papa no consigue bajar los decibeles de la discusión, que podría producir reacciones negativas en sectores conservadores que hasta ahora han apoyado la gestión revolucionaria de Jorge Bergoglio por una nueva Iglesia en sus solo ocho meses de pontificado.

“El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe no puede detener el debate”, declaró el cardenal Marx en un ámbito importante: la conferencia episcopal de los obispos de Baviera, principal bastión del catolicismo en Alemania.

El cardenal Reinhard Marx dijo que hace falta “una respuesta necesaria y urgente” y que “un gran número de fieles no comprende porque una segunda unión no es aceptada por la Iglesia”. Marx es uno de los ocho cardenales del consejo de purpurados de los cinco continentes que Francisco creó para que lo ayuden en la reorganización de la Iglesia.

En abierta polémica contra las afirmaciones del “ministro” de la doctrina de la fe, Gehrard Mueller, el cardenal de Munich, afirmó que “hablar del divorcio como un ‘fracaso moral’ es totalmente inadecuado”.

No se trata de una docta pelea entre alemanes, aunque sea Germania el escenario principal de estas discusiones. La cuestión también produce una particular agitación en Austria, con una amplia mayoría en favor de realizar “caminos penitenciales” y de reflexión entre las parejas que sufren el problema, que deberían culminar en la admisión plena a los sacramentos.

En una visita del entonces Papa Benedicto XVI a Baviera, su tierra natal, hace siete años, el ex presidente alemán Christian Wulff, católico, divorciado y vuelto a casar, le pidió que contemplara resolver estos casos que causaban dolor a sus protagonistas y heridas a las comunidades católicas. El hoy Papa emérito no encontró una salida.

Francisco evocó la cuestión en julio, al volver de Brasil, y recordó la complejidad del caso, pero mostró una actitud de apertura. Los ortodoxos, dijo, contemplan autorizar “una segunda oportunidad”.

Hace menos de un mes, la diócesis de Friburgo, segunda de las 27 que hay en Alemania, se anticipó y anunció en un documento un “camino penitencial” y la restitución de los sacramentos a las parejas encuadradas en la prohibición.

El Vaticano reaccionó negativamente a esta indisciplina y poco después se publicó en el Osservatore Romano un artículo muy rígido del guardián de la ortodoxia, donde reivindicaba tajante la tradición de la Iglesia. El matrimonio –dijo– es indisoluble y los divorciados vueltos a casar, que son acogidos siempre con amor y comprensión, podrán acceder a los sacramentos si se arrepienten y aceptan convivir “como amigos o hermanos”, o sea, sin relaciones sexuales.

Mientras, Francisco impulsó un doble Sínodo Mundial de Obispos sobre la Familia. El primero, extraordinario, en octubre de 2014, recogerá la información que está llegando al Vaticano desde las diócesis con las respuestas de obispos y fieles a 39 preguntas sobre la complejísima realidad de las relaciones familiares en la cambiante sociedad de hoy. El segundo Sínodo, en 2015, deberá adoptar una estrategia pastoral para afrontar los problemas.

Fuente: clarin.com