Autos blindados comprados a precios millonarios mediante dudosos procedimientos para ser parte de la “caravana presidencial”, son el nuevo aporte al menú de lujos del régimen evista.
Esta operación viene a sumarse a anteriores muestras de despilfarro de fondos públicos, como la adquisición -con probable sobreprecio- de aviones ejecutivos para el presidente y vicepresidente, así como a un satélite comprado a China en 58 millones de dólares más que los cobrados por el mismo país a Nicaragua, por un artefacto similar (302 millones contra 244).
Cada vez más va quedando claro a dónde está yendo a parar la circunstancial bonanza gasífera del país, lograda además por la exploración y la atracción de inversiones de administraciones anteriores.
Al tiempo que se derrocha en gastos superfluos o en proyectos faraónicos, de mucha exposición mediática pero discutible utilidad, el gobierno de Evo Morales va derribando los diversos controles de transparencia que imperaban en la fenecida República, como la Ley Safco, que ya no correrá para las compañías estatales de acuerdo a lo establecido en la nueva Ley de Empresas Públicas.
El cóctel formado por los ingresos extra de los hidrocarburos, la hegemonía del poder político y la eliminación de controles institucionales parece ser la fórmula perfecta para la hiper-corrupción.
Es lamentable que una coyuntura histórica favorable para el desarrollo del país sea malgastada en las ocurrencias y eventuales negociados de un régimen tan bufonesco como prepotente…