El problema del transporte

Luis Christian Rivas Salazar*

LUIS CHRISTIAN En vez de luchar pobre contra pobre, vecinos contra transportistas, debemos fijarnos cómo crece el aparato burocrático. Los políticos no producen nada, pero causan muchos problemas.

A.- El Estado aumenta su musculatura día tras día con la creación de nuevos cargos, entre el periodo 2006-2012, aumentaron 49.991 ocupaciones, que significan un aumento del 66 por ciento, es decir, de 75.290 a 125.281 empleados públicos.



B.- Engorda el Estado paquidérmico, una pesada carga sobre los hombros de los famélicos contribuyentes, quienes ahora tienen que comprar buses.

C.- La realidad nos demostró que el servicio de transporte administrado por el Estado no funcionó en Bolivia. En la década de los 80 la deficitaria Empresa Nacional de Transporte Automotor (ENTA) que por la crisis inflacionaria del estatismo económico tuvo que ser transferida a los municipios como Empresa Municipal de Transporte Automotor (EMTA) por la mala administración de lo público destinó esos vehículos al cementerio de chatarra, mientras que los buses de propiedad privada hasta ahora siguen funcionando ¿Cómo se puede explicar esto?

D.- Tenemos miles de propietarios de vehículos que viven de esa herramienta, ellos saben qué necesitan y cuánto es el costo de reparación de sus máquinas.

E.- Es imposible realizar un estudio de costos, porque no todos los vehículos son iguales. Imposibilidad de cálculo económico.

F.- Los transportistas no actúan como empresas en libre competencia ofertando calidad de servicio y precios competitivos. Actúan bajo el corporativismo, una lógica mercantilista boliviana llamada: sindicato, su mentalidad consiste en tener poder para los afiliados a partir de privilegios que les concede el Estado por su presión.

G.- El sindicalismo transportista protege a sus miembros frente a los transportistas libres y frente a los otros sectores del país, aquí existe una pulseta de poder que resuelve el Estado, no por cuestiones económicas, sino por cuestiones políticas, este asunto se definirá a favor de la mayoría de votantes. Recordemos los privilegios impositivos que tienen los sindicatos cocaleros. Clientelismo político.

H.- El Estado fija el pasaje único, no el mercado, esto provoca que los vehículos que ofrecen buen servicio y vehículos que ofrecen mal servicio cobren lo mismo. El pasaje único es injusto.

I.- En una economía libre, cada sector económico compite como empresa no como sindicato, ofertando el mejor servicio al menor costo, esto no sucede en el caso del transporte. Por lo que debe liberarse el pasaje.

J.- Liberando el pasaje, el poder del sindicato se relativiza, porque sus miembros verán por ofertar un servicio y cobrar según costos, compitiendo en precios, tal como lo hacen los transportistas no federados.

K.- Algunos pasajeros piden libertad económica para sí, pero control y vigilancia para los transportistas. Esta mentalidad tiene que cambiar.

L.- Antes de pedir la renovación del parque automotor, debemos exigir que los impuestos y aranceles por importación de vehículos nuevos y repuestos, rebajen o sean nulos.

M.- Los transportistas se están dando cuenta de que el Estado no es un árbitro imparcial, sino también es su competencia, ¿Cómo se puede competir lealmente con el adversario, que al mismo tiempo es el árbitro?

N.- Cuando una empresa privada quiebra en un sistema de economía libre, desaparece; cuando una empresa es deficitaria o quiebra en un sistema intervencionista, en vez de morir, se le inyecta más dinero proveniente de los impuestos, me temo que éste será el futuro de las empresas estatales y las empresas privadas quebradas que pasarán a manos de los trabajadores.

En vez de luchar pobre contra pobre, vecinos contra transportistas, debemos fijarnos cómo crece el aparato burocrático. Los políticos no producen nada, pero causan muchos problemas.

*Vicepresidente del Instituto Libertad, Democracia y Empresa

Los Tiempos – Cochabamba