Realineamiento ‘Sur-Sur’ es la clave para propuesta boliviana en G77

Como coordinador del G77+China, los puntos que Bolivia quiera poner en la agenda en el bloque deberán tomar en cuenta la reconfiguración de las relaciones comerciales Sur-Sur. La búsqueda de consensos es el reto.

image La Razón / Ricardo Aguilar Agramont / La Paz

El cargo que ocupa el país en la presidencia o coordinación del Grupo de los 77+China tiene como principal tarea, además de ser anfitrión de la cumbre del 15 de junio en Santa Cruz, dar continuidad a una agenda global ya existente en el bloque de países en “vías de desarrollo” y también plantear otras tareas bajo la consideración de que existió un realineamiento del orden económico global, antes dominado por Estados Unidos y Europa occidental. Hoy, esos polos dejaron de tener tanta determinación en el desarrollo de los países del sur.



Con la crisis económica europea y estadounidense las relaciones Sur-Sur (países en desarrollo) se han fortalecido, de modo que la depresión de los países desarrollados “afecta poco a Sudamérica”, pues en la actualidad los clientes de la producción boliviana ya no son ni Estados Unidos ni Europa, sino Brasil, Argentina, China, India, Indonesia, describe el embajador adjunto a las Naciones Unidas y encargado de coordinar la presidencia del G77 a cargo de Bolivia durante 2014, Reymi Ferreira.  “Se trata de un realineamiento radical del orden económico internacional y eso es lo que debe ser el objeto de estudio y discusión para la agenda que se apruebe en junio en Santa Cruz”.

El realineamiento de las relaciones Sur-Sur se revitaliza, señala. “Bolivia, Nicaragua, Colombia y Venezuela pueden tener satélite porque hay un país (China) que ha asumido un relacionamiento multilateral, Norte-Norte, pero también Sur-Sur. Ese relacionamiento está creando un nuevo orden mundial”, argumenta como ejemplo del fenómeno. El excanciller Armando Loaiza también recuerda que ya no existen polos: “Ya no hay dos superpotencias hegemónicas”.

El G77 es un bloque de 133 naciones heterogéneas que tiene la función de negociar conjuntamente temas económicos, sociales y de comercio con los países desarrollados en diferentes espacios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Una de sus características es que cuando deba realizar una declaración conjunta o se pretenda admitir a un nuevo miembro, exista consenso absoluto.

Basta que un Estado no esté de acuerdo con el ingreso de un nuevo miembro o con algún punto de una potencial declaración para que se trunque el intento. Es un grupo de consensos y no de votaciones que busquen mayorías. Ése es el reto para el país como coordinador del bloque al momento de querer introducir nuevos puntos en la agenda.

Hay un ejemplo en ese sentido que no solo atinge a la historia de Bolivia en el G77, sino que también ilustra lo complicado de su rol en la presidencia del grupo. En 1973, a causa del golpe de Augusto Pinochet en Chile, ese país fue expulsado del bloque. Bolivia aprovechó esa ausencia para hacer aprobar, cada año, resoluciones del grupo a favor de la cuestión marítima en un tenor similar a las resoluciones de la Organización de los Estados Americanos (OEA), es decir, instaban a las partes a solucionar el conflicto de manera pacífica. Al finalizar la dictadura en Chile en 1990, este país solicitó reingresar al G77, cuando precisamente presidía Bolivia el bloque. Habría bastado oponerse a su reinserción para que Chile no sea más parte del G77, no obstante la buena fe obró en contra del país y se permitió el retorno. Al año siguiente, Chile, sin ningún reparo, impidió hasta el día de hoy que Bolivia promueva la emisión de las resoluciones sobre la cuestión marítima como hizo desde 1973 hasta 1989.

Con esos antecedentes, Ferreira dice que la agenda que se propondrá desde Bolivia se basará en los diez puntos mencionados por el presidente Evo Morales en su discurso de posesión en Nueva York. “Quisiéramos que el documento de declaración sea sobre la base de lo propuesto por el Presidente en Nueva York, pero sabemos que va a ser difícil que todos los países vayan a asumir, por ejemplo, la lucha contra la monarquía, pues hay seis monarquías que son parte del grupo”, señala el embajador. Éste es solo un ejemplo de la heterogeneidad del bloque.

En su discurso, Morales, antes de detallar los diez puntos que en su opinión deberían ser parte de la agenda del G77, habló en contra de la monarquía, aunque este asunto no es parte de las diez tareas: “El derecho al desarrollo, los derechos humanos, sociales y colectivos, así como los derechos de la Madre Tierra, integrados y complementarios, se expresan en el respeto a la diversidad de visiones y enfoques de modelos de desarrollo, sin imposiciones, sin exigencias paternalistas ni coloniales, sin monarquías, oligarquías ni jerarquías”.

Dicho esto detalló las siguientes “tareas fundamentales”: 1) pasar del desarrollo sustentable al desarrollo integral en equilibrio con la Madre Tierra; 2) refundar la democracia: ir de la democracia representativa a la democracia participativa y comunitaria que democratiza la riqueza; 3) los servicios básicos considerados como derechos humanos universales; 4) descolonizar la economía, la cultura, los saberes, el mundo; 5) erradicar el hambre en los países del sur consolidando la soberanía con seguridad alimentaria y acceso a los alimentos sanos y saludables para una salud digna de los pueblos; 6) ciencia y tecnología al servicio de los pueblos y de la humanidad para vivir bien; 7) frente a la crisis del capitalismo, hacer una nueva arquitectura económica financiera mundial; 8) soberanía sobre los recursos naturales; 9) instituciones internacionales para el pueblo; 10) integración complementaria, paz y relaciones internacionales.

Los temas nuevos que ha tratado el bloque —describe el excanciller Loayza— han sido los de medio ambiente y las Metas del Milenio, como la reducción de la pobreza crítica. El diplomático aconseja “no ideologizar” el discurso para que sea más sencillo llegar a consensos en un bloque de mucho “pluralismo político”. “Hay que asumir que es una coordinación de alta responsabilidad. Hay que buscar temas que sean ampliamente aceptados por Latinoamérica, Asia y África, centrándose en soluciones prácticas para la reestructuración de la economía mundial en busca de términos más justos de intercambio”.

A pesar de las dificultades que pueden resultar de que algunos de los países acepten alguno de los puntos, Ferreira señala ejes que “pueden ser fácilmente compatibilizados: el desarrollo, la lucha contra la pobreza, la protección del medio ambiente y la transferencia de tecnología. Sobre eso será más fácil aglutinar una agenda que permita no solo hacer una declaración abstracta, sino una que tenga pasos concretos que se puedan aplicar en las legislaciones”.

Muchos de los puntos propuestos por Morales ya son parte de la agenda del bloque, como el cuidado del medio ambiente, la lucha contra la pobreza extrema y los desafíos del milenio, en esos casos lo que se buscará es mayor compromiso de los países desarrollados, dice el internacionalista Siles.

La erradicación del hambre es otro tema que Bolivia dará continuidad, pues fue propuesta en el bloque por Luiz Inácio Lula da Silva, recuerda la docente de Derecho Internacional Karen Longaric. El punto de la “ciencia y tecnología para el desarrollo de los pueblos” también es del pasado reciente del G77; la tarea que habla de la soberanía sobre los recursos naturales, de igual forma, está incluida en la Carta sobre los Derechos y Deberes de los Estados, aunque no siempre se cumple. “Otros temas propuestos por el Presidente puede que no tengan la acogida que se espera porque podrían ser muy urgentes para Bolivia, pero no ser necesariamente prioritarios para la comunidad del G77, por ejemplo, instituciones internacionales para los pueblos o integración complementaria, paz y relaciones internacionales, o el paso a la democracia participativa y comunitaria.

Ferreira enumera otros puntos que el país tratará de posicionar en la agenda global del G77, por ejemplo, los servicios básicos vistos como derechos humanos y no “objetos de comercio”. Además, la transferencia de la tecnología, por ejemplo con China, país que la comparte con precios “accesibles”. “Uno de los elementos que diferencia a los países desarrollados del resto es la tecnología, una declaración en ese sentido nos parece importante”.

Otra cuestión que trae a colación es la tierra “no como objeto de derecho, sino como sujeto de derecho, como se da en el caso boliviano con la Ley de la Madre Tierra. Trataremos de que el resto de los países también asuman esto”.

Para ello, la presidencia del G77 realiza un “trabajo de socialización. Va a ser muy difícil lograr consenso, por ejemplo, en el tema de la coca, pero sobre alimentos no tradicionales como la quinua para la soberanía alimentaria puede ser posible”, dice.

Con la base de los diez puntos se puede “priorizar los que serán más sencillos de consensuar, porque hay temas sensibles que no son aceptados por algunos países y no comparten nuestra posición política”, afirma Ferreira.

El sistema para buscar consensos para la declaración será el siguiente: en febrero habrá una reunión de embajadores y ahí se nombrará no más de diez representantes de los tres grupos (Asia, África, América Latina y el Caribe; más china). Son ellos a los que se delega la redacción y si después no hay objeciones, entonces el documento es aceptado para ser aprobado en la cumbre de junio. Lo que no corresponde es tratar de insertar el tema marítimo, dice Siles, porque ya está en el espacio de la Corte Internacional de Justicia.

El evento a desarrollarse en Santa Cruz proyectará al país en cuanto a su imagen internacional; sin embargo, también se tiene planeado intentar una proyección económica-comercial. “Se piensa hacer una mesa de negocios con nuestro empresariado. Una cumbre nunca deja de ser una ventana para la actividad comercial”, añade.

Por su parte, el diplomático Ramiro Prudencio asegura que es algo “muy honroso para el país” que Bolivia se haga cargo del bloque. El bloque nació el 15 de junio de 1964, como un espacio político y comercial. Precisamente este año cumplirá 50 años de vida

‘Tiempos de crisis son de oportunidades’: Evo Morales es presidente de Bolivia

Los tiempos de crisis son también tiempos de oportunidades, son tiempos de transformación del pensamiento y de las ideas para construir un mundo diferente. Los cambios necesarios nos exigen escuchar la voz de la conciencia de los pueblos y su espíritu crítico sobre las imposiciones del imperialismo y del colonialismo. (Discurso de posesión en el G77, Nueva York).

‘Bolivia asume roles de liderazgo mundial’: Reymi Ferreira es embajador adjunto ante la ONU

Bolivia asume roles de liderazgo mundial y la cumbre va a poder consolidar su imagen, que irá de una Bolivia de consignas contra los Estados Unidos a un país que puede generar una proyección diferente, soberana, sin amos, y proponiendo. Bolivia le va a dar la importancia que se merece, pues hay países que asumen este cargo y no le dan mucha mayor importancia.

‘La cumbre extenderá el relacionamiento’: Hugo Siles es internacionalista

Hay dos tipos de países, los de relacionamiento de alta intensidad, como Estados Unidos o Rusia, y los de baja intensidad, como Bolivia. Por eso un evento como la cumbre de junio que contempla a 133 delegaciones es una ventaja para que se pueda trabajar en la extensión del relacionamiento específicamente de la agenda diplomática boliviana, al margen de la conducción del G77.

‘El cargo es un gran honor para el país’: Armando Loaiza fue canciller de la República

El cargo liderando el grupo de los 77 + China es un gran honor para el país, así como una tarea de alta responsabilidad , por lo que se debe tener un profesionalismo diplomático multilateral moderno, porque se negocian temas de economía y comercio muy delicados. Por eso me imagino que nuestras misiones diplomáticas en Nueva York y Ginebra deberán ser reforzadas.

‘El G77 no es un foro de confrontación’ : Karen Longaric es internacionalista

Es importante recordar que el Grupo de los 77 no es un grupo de confrontación, sino de coordinación y negociación del bloque con los organismos de carácter social y económico de las Naciones Unidas. En ese sentido, todos los temas que se presenten en la agenda deben ser promover el desarrollo de cada Estado parte y debe tener la aceptación de cada una de las 133 naciones.