Enríquez-Ominami: La Haya dijo que Chile sí tenía temas pendientes

Inconformista. Así se declara el excandidato a la presidencia de Chile y asegura que seguirá en la carrera política guiado por causas más que por proyectos electorales. Cree que la demanda marítima se debe resolver con la participación del Perú.

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Enríquez -Ominami. Foto: Wara Vargas.



La Razón  / La Paz

El martes 4 de febrero apareció en el Palacio Quemado, donde se reunió con el presidente Evo Morales sin aviso previo. Marco Enríquez-Ominami, que obtuvo el 10,98% de los votos en las elecciones presidenciales de Chile, lidera el Partido Progresista, la tercera fuerza política del país vecino. Tras cumplir una agenda oficial, conversó con Animal Político de La Razón. Tomó café y pidió una taza de yugurt con cereal para encarar la charla.

— ¿Es la sexta vez en Bolivia?

— He venido mucho. Vine a Santa Cruz al festival de cine, a estrenar una película. Vine como diputado, que fue muy polémica una visita cuando estaba la presidenta (Michelle) Bachelet. Vine como candidato en 2009; vine a un seminario. Vine a conocer a Evo Morales. Vine de nuevo a hablar con Álvaro García Linera y vine ahora para hablar con el presidente Morales.

— ¿Cómo ha encontrado a Evo?

— Lo encuentro optimista, sereno. Ubicado y dimensionado; tiene claro el desafío que tiene y también de los logros. Lo noté muy interesado en el tema energético. El Presidente tenía muy claro que tiene una oportunidad gigantesca para su país y otros países.

— Ahí está la palabra integración que tanto le motiva a usted.

— Soy un fanático de la integración y creo que hay una prosperidad gigantesca en eso. Creo que usted (boliviano) y yo (chileno) nos parecemos más de lo que queremos creer. Creo, de verdad, que Chile y Bolivia son países muy parecidos, pero nuestros dirigentes intentan hacernos creer que la integración es algo muy complejo; es difícil pero a la vez completamente viable cuando hay convicción.

— Usted planteó la alternativa trinacional (Bolivia-Perú-Chile) como una fórmula para resolver la demanda marítima boliviana. ¿Cómo queda esto tras el fallo de la frontera marítima Chile-Perú?

— Chile perdió en La Haya, pero no perdió por la razón que todo el mundo lee; creo yo. No solamente perdimos porque perdimos las millas (náuticas a favor de Perú). Perdimos también porque Chile ha establecido una respuesta ante el país y ante sus vecinos de que no tiene nada pendiente y La Haya fue explícita en decir que sí, que habían temas pendientes. Y por tanto asumo que la integración trinacional es una oportunidad, sobre todo porque creo que el gran sur peruano, no Tacna solamente; el occidente boliviano; el gran norte chileno, tienen los mismos problemas: salud, agua, minería… son los mismos temas y no hemos creado ni siquiera una macrorregión de intercambio. Sin embargo, los datos son elocuentes: 70% de la carga del puerto de Arica es de Bolivia; casi la mitad, el 49% de exportación de las Pymes (pequeñas y medianas empresas) iquiqueñas son de Bolivia. Entonces es elocuente que el norte (de Chile) está completamente vinculado con Bolivia y con Perú. Nos necesitan y nosotros les necesitamos.

— Si usted hubiera sido elegido Presidente, ¿cómo habría planteado el plan integrador y la atención a la demanda boliviana?    

— Primero, soy honesto y riguroso; yo no gané, es obvio. Pero quien me ganó no lo hizo por poco. Michelle Bachelet ganó contundentemente y eso es reimportante decirlo, porque ella es la presidenta de Chile, no es una presidenta que haya ganado por un fallo fotográfico. Entonces, es importante la legitimidad que tiene ella en esta materia, es ella quien debe tomar la decisión, porque la política exterior la conduce la jefa de Estado; está en sus manos. Entonces, yo he venido también a sugerir a nuestros pueblos que avancemos más rápido que nuestros presidentes, que nos integremos nosotros. ¿Qué habría hecho yo? Proponer una reunión bilateral al presidente Morales inmediatamente, incluso una trilateral con Ollanta Humala (presidente de Perú), y preguntarle con papeles en mano: ¿qué es lo que nos impide que trabajemos los tres? ¿O cuándo se ha visto una cumbre trinacional?

— No lo recuerdo

— Y no es accidente. Porque estamos jugando un poco de mala fe entre todos cuando decimos que este es un tema bilateral. Y no es cierto, la llave la tiene Chile, el candado lo tiene Perú y la demanda es de ustedes. ¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo nos juntamos los tres? Chile tiene condiciones de sobra hoy para hacer una propuesta y Perú, que ya ganó (en La Haya), debe estar en condiciones de ser más generoso. Perú ha obtenido un triunfo y es que La Haya ha corregido las 200 millas (náuticas); eso es innegable. Sería mentirnos decir lo contrario; ellos ganaron y nosotros perdimos en La Haya, pero menos de lo que se podía suponer, porque también pasaron cosas importantes para Chile, como el reconocimiento del paralelo. Lo cierto es que no nos fue bien. Estaba viendo los costos de lo que invirtió Chile en la defensa del litigio en La Haya y son 20 millones de dólares. Es harto dinero.

— ¿Y cómo cree que va la demanda boliviana a Chile? Se pide dialogar y soberanía. ¿Cómo le suena la palabra soberanía?

— Lo primero es reconocer que yo puedo comprender, no justificar, pero comprendo la decisión del presidente Evo Morales. No la comparto ni la justifico, pero la comprendo. Me gustaría que la frase quedara junta, no sacada de contexto. Comprendo que un presidente de un país haya intentado años que le propongan algo y lo que recibe es un ‘ya va, ya va’. Dos. Es legítimo que un país aspire a la soberanía, ahora también es legítimo que nosotros veamos cuáles son las respuestas a esa demanda. Lo que a mí no me parece correcto es afirmar que Chile no tiene nada pendiente con el mundo; eso no es cierto. No es cierto que uno no pueda revisar sus relaciones permanentemente. No estoy de acuerdo con la negación a —siquiera— aceptar, a escuchar la demanda boliviana y que se haga crecer el orgullo nacional; lo que crece es el gasto militar.

— En Chile crece el gasto militar…

— En Chile y en el mundo, cuando usted se pelea con un vecino no crece el orgullo, crece el gasto militar.

— Allegados de Bachelet creen que la recuperación de confianzas pasa por retirar la demanda boliviana. ¿Confianzas sin demanda o con ella? ¿Qué opina usted?

— Como líder político me encantaría poder lograr que el Presidente de Bolivia retire la demanda y que volvamos a la mesa de negociaciones. —¿Volvamos? No. Nunca la hubo—. Que se abra una mesa de negociación. Pero, puedo comprender, de nuevo, que no me parece que haya condiciones hoy para eso; creo más bien que uno puede aspirar en el largo plazo, después de una negociación paralela a La Haya, de cuerdas separadas sobre la negociación política y diplomática; conversar sobre la posibilidad de suspender un procedimiento. No tengo la información sobre los plazos exactos de La Haya, pero sé —y por eso estoy aquí— que los plazos son muy estrechos, que el 11 de marzo asume Michelle Bachelet y que el 17 de abril Bolivia deberá profundizar su proceso (con la memoria histórica en La Haya).

— ¿Su misión es acercar a los dos presidentes?

— Me encantaría, pero es muy pretencioso. Mi objetivo en este viaje es una vez más decirles al pueblo boliviano y al pueblo chileno de que hay progresistas que entendemos el nacionalismo de otra manera. No creo en la fiebre nacionalista. Y si doy una entrevista a este diario lo hago con la convicción de que en las páginas de este diario se deben escuchar otras voces. No pueden quedarse con la caricatura de que en Chile no hay ninguna sensibilidad a la integración.

— Pero hay una encuesta anual en Chile que muestra que la simpatía a la demanda boliviana está bajando estos años. ¿Cómo hablar de integración en este contexto?

— Chile tiene una convicción de que es un país maravilloso, de que somos una nación alegre y optimista, que al igual que ustedes, como está pasando en el Beni, fuimos azotados por la naturaleza. Al mismo tiempo, creo que las causas más difíciles requieren tiempo, no es fácil convencer a un nacionalismo enquistado en nuestros pueblos de que hay prosperidad con fronteras, que hay prosperidad con políticas comunes. Falta mucho para eso, pero hay que pensar en lo que hizo la Unión Europea. Y no es sensato que hablando el mismo idioma común tengamos fronteras tan poco colaborativas.

— La integración en Europa se dio a través del carbón y el hierro. Aquí hay gas y en Chile la necesidad. ¿Aún cree en esa fórmula?

— Sí. Y creo que el gas por mar es un camino, pero hay muchos caminos. Pero también recuerdo perfectamente que el “abrazo de Charaña” fracasó porque Perú lo bloqueó y porque ustedes tampoco han aceptado el canje territorial. Por eso, el camino es de a tres presidentes juntos, con humildad, con un papel y con un lápiz. Las fórmulas son muchas; alguno propondrá, sin dividir territorio, un corredor a 99 años sin soberanía, pero con opción a soberanía en 99 años. Otro propondrá, ahora, kilómetros de soberanía que Perú y Chile concurran. No sé si Perú estará dispuesto a dejar de tener frontera con Chile. Es otra discusión. Pero lo que no me parece es que partamos al revés, partamos de que todo es difícil. Ser progresista es muy difícil, ser integracionista, más difícil que ser conservador y nacionalista. No hay nada más fácil que ser nacionalista. Solo un malnacido no ama a su patria, porque si uno ama lo suyo también es capaz de querer al vecino, y eso es lo que he propuesto a los jefes de Estado.  Ahora, no soy quién, habiendo competido recién en una elección presidencial, para decirle a la presidenta de Chile lo que tiene que hacer. Sí le quiero decir a los pueblos que no hay ninguna razón para que no se exhiban documentales bolivianos en la televisión chilena y documentales chilenos en Bolivia. El intercambio es pobre. Estoy seguro de que los niños bolivianos y chilenos saben más de Justin Bieber que de sus propios líderes adolescentes, de sus artistas. Eso siento.

— La agenda entre Bolivia y Chile está congelada. ¿Se puede hablar de esto en paralelo a la demanda?

— Chile sentó un precedente y es que se aceptó la idea de que Chile condecorara a Alan García que nos había demandado y Alan García condecorara a Sebastián Piñera. Ya se aceptó las cuerdas separadas en lo comercial. Por qué no se van a aceptar cuerdas separadas con Bolivia. Y fíjese que ya en el 2000 desde Perú nos notificaron que nos iban a demandar, 14 años antes y Chile y Perú no han parado de condecorarse, de hacer fiestas. En cambio con Bolivia, nos están insinuando que si Bolivia va a La Haya se acaba toda la relación y yo he venido a decir que eso lo vamos a desafiar, vamos a desafiar esa idea, de que es sano que sigamos conversando; si uno no conversa no se entiende.

—  ¿Cómo va la integración entre los progresistas chilenos y los movimientos sociales bolivianos?

— Tenemos que avanzar más. Hemos hecho seminarios, encuentros; con el Gobierno con (el vicecanciller Juan Carlos) Alurralde, en su momento; con senadores del MAS. Hemos hecho, pero no lo suficiente. Hemos realizado dos seminarios, tampoco es mucho. Yo quisiera muy pronto, a través de nuestra fundación Progresa, la que presido, y ojalá un par de fundaciones bolivianas, armar un gran encuentro en Chile y en Bolivia, en los próximos tres meses.

— ¿Apoya a Bachelet?

—  Queremos colaborar a que la presidenta Bachelet se sienta menos huérfana en esa posición. Nosotros somos aliados estratégicos de causas. La causa es la educación libre y gratuita, la integración con Bolivia, con Perú. Si Michelle Bachelet encarna esas causas, seremos aliados estratégicos. Estamos esperando que asuma como Presidenta, pero no vamos a hacer nada para que a su gobierno no le vaya bien.

Perfil

Nombre: Marco Enríquez-Ominami

Cargo: Líder del Partido Progresista de Chile (Pro)

Datos

Fue miembro del Partido Socialista (1990 y 2009); diputado entre 2006 y 2010. En 2009 renunció para participar como independiente a las elecciones presidenciales. En 2010 fundó el Partido Progresista. Dirigió series de televisión en Chile y desde mediados de 2013 conduce el programa Cambio de Switch en radio Universidad de Chile.