¿Por qué toda mujer debería tener un vibrador?

Si en el siglo XIX las pudorosas damas victorianas sucumbían ante la propuesta médica de usar un vibrador para disparar orgasmos y descargar así la tensión “patógena”, hoy, dos siglos después, podemos decir que no había nada de patógeno en aquellas descargas, pero sí mucho de placer. En estos tiempos las mujeres se están animando a usar juguetes sexuales y sus parejas hombres a aceptarlos como parte del juego.

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Las parejas heterosexuales veían con cierto prejuicio -no exento de tentación- cómo las uniones homosexuales (tanto de mujeres como de hombres) incluían a los vibradores sin tantas vueltas. Fueron las mujeres solas las que descubrieron sus beneficios y luego lo hicieron extensivos a sus hombres, previo aviso y tanteo para que no se sintieran desplazados o celosos por el nuevo adminículo. No sucedió así: los hombres, tentados por la novedad y por la posibilidad de concretar sus fantasías o hacer realidad en su propia cama la escena de una película porno, cedieron gentilmente a la propuesta.

No está de más valorar la audacia de estas mujeres dispuestas a escribir (con letra temblorosa o, mejor dicho, vibrátil), la nueva historia del goce: mujer y hembra unidas por fin gracias a un objeto integrador (la psicología lo llamaría objeto intermediario).



Los hombres también cuentan con un aliado que alivia la pesada carga de la virilidad: el pene erecto y preparado para penetrar. Por lo tanto, más allá de ser un objeto para obtener placer, el vibrador se convierte en un “mediador” que ayuda a las mujeres y sus parejas a liberarlas de un sexo pautado por “lo que se debe” hacer.

El “vibrato” en el coito

Durante el coito, los genitales femeninos reciben un volumen mayor de sangre con la consiguiente tumescencia del clítoris. Sumado a esto, los nervios pelvianos le aportan la inervación necesaria para incrementar su sensibilidad. Existe un porcentaje de mujeres que no tienen orgasmos por penetración, aunque sí llegan a obtenerlos cuando simultáneamente, ellas o sus parejas, ejercen algún tipo de juego o presión sobre el glande del clítoris.

No se sabe a ciencia cierta el por qué de este tipo de respuesta orgásmica más focalizada en este órgano. Se supone que se debe a diferencias anatómicas basadas en la distancia entre el clítoris y la uretra: a mayor distancia, la presión del pene sobre la pared superior de la vagina no llega a “tocar” la porción interna o “cola” del clítoris.

Estas mujeres no son anorgásmicas (como a veces ellas mismas se diagnostican por no llegar al orgasmo cuando son penetradas): son orgásmicas, sólo que necesitan estimular el clítoris con los dedos o un vibrador para llegar al orgasmo. El vibrador también cumple su acción cuando se usa para estimular las paredes superiores de la vagina por donde discurren las ramas internas del clítoris. La presión en esta zona (llamada Punto G) detona el orgasmo.

Señores: ayuden a sus compañeras

Los hombres, urgidos por la ansiedad de penetrar, pueden llegar al orgasmo antes que sus compañeras. En otros casos ellas “acaban” y se conforman con el placer obtenido. Sin embargo, si sus compañeros continuaran estimulando a sus mujeres la respuesta orgásmica podría repetirse una y otra vez.

Muchas damas no saben que son multiorgásmicas porque ni ellas ni sus hombres prosiguen con la estimulación. En estos casos, la ayuda del vibrador permite continuar con el juego erótico. Y si ellos después de eyacular se tiran al costado de la cama con la satisfacción del deber cumplido, acudir al vibrador como compañero supletorio se convierte en una buena opción.

Consejo para la dama: date el permiso para continuar. Para el caballero: si tu objetivo es brindar placer, esta es una buena oportunidad para mostrar solidaridad y empatía con tu compañera.

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Fuente: lapatilla.com