Efectos de la regulación de precios

Roberto Ortiz Ortiz*

RORTIZ Los afanados intentos de mantener permanentemente los precios por encima de los niveles naturales de mercado, han fracasado tantas veces y en tantos lugares que pareciera absurdo dedicar una columna a este tema. Cuba y Venezuela -entre otros- son países ejemplares en lo que corresponde a la intervención estatal en la economía.

Hace unos días en Bolivia se vetaron nuevamente las exportaciones de carne debido a un aumento de precio totalmente justificado y espontaneo en el mercado boliviano. Como es de costumbre en este país, los ciudadanos -con una mentalidad totalmente dependiente de un Papa-Estado- comenzaron a escandalizar las calles creando especulaciones que han mantenido el precio a niveles elevados, lo que natural y espontáneamente se regularizaría en un par de semanas, cuando la oferta vuelva a la normalidad, luego de algún evento climático extraordinario por lo general.



Desgraciadamente y antes que el mercado se auto-regulara, apareció Papá-Estado a velar por los pobres ciudadanos, para castigar con un precio regulado y un veto a la exportación, a los “tan malvados ganaderos y vendedores de carne”.

Vetar las exportaciones de carne al extranjero, es aún más absurdo y estúpido que prohibir la producción de carne. Cuando se eliminan los incentivos, automáticamente la producción de carne "en este caso", disminuye, provocando esto una escasez y un aumento irreparable- a corto plazo- de precios.

Por otro lado, regular el precio de la carne tiene graves consecuencias, primeramente la demanda por este bien crecerá, debido a la existencia de un costo más bajo que el acordado por el mismo mercado, mientras que, simultáneamente bajará la oferta de carne, debido a que los productores ya no perciben utilidades atractivas por su esfuerzo, trabajo e inversión. Ergo, prefieren destinar estos a otro rubro, como lo haría cualquier trabajador.

Sin embargo, lo más catastrófico de esta situación es que, los productores marginales que recientemente se han aventurado al negocio de la ganadería y la carne (es decir los nuevos emprendedores), serán los más afectados y probablemente los que perderán rápidamente sus inversiones, dejando al mercado con los ofertantes antiguos, que poco a poco irán desapareciendo por meras razones de conveniencia individual.

No obstante, antes que suceda todo esto, El Estado actúa, pues sabe muy bien que no le conviene la desaparición de los ganaderos en el país, por lo que empieza a inventar una serie de subsidios a los ganaderos, controles de costos, racionamiento para los ciudadanos y una fijación tremenda de precios que fugazmente crea mercados negros, afectando así de manera contundente a ofertantes y demandantes, privándolos de vender carne al precio que necesitan o caso contrario de comprar treinta kilos de carne para hacer un churrasco si así lo desean. Todos estos desmanes y mucho más por la simple y absurda intervención del Estado en la economía.

*Estudiante de ingeniería comercial