La Declaración de Santa Cruz amplía conceptualmente las metas del G77

La Declaración de Santa Cruz del G77+China desarrolla y especifica varios temas presentes en anteriores documentos del grupo. En el texto, se puede decir, hay una no menospreciable evolución conceptual.

imageLa Razón / La Paz

Desde que Bolivia recibió la coordinación general del Grupo de los 77 más China, se dijo mucho de la Declaración que se redactaría y consensuaría para ser aprobada en la Cumbre de Santa Cruz: que iba a ser un “documento a la boliviana”, que se trataría de insertar el tema marítimo, que de ninguna manera se insertaría el tema marítimo, que sería histórico, que no lo sería, que son muy pocos países los que trabajan en la redacción o que son los 133 Estados los que aportan al texto…



Más allá de saber cómo fueron estos pormenores, hoy es público un documento de 242 párrafos consensuados en Nueva York bajo la coordinación boliviana por los delegados al G77.

Una lectura de las últimas tres declaraciones ministeriales del grupo muestra que, en la Declaración de Santa Cruz, se “reafirman”, “refuerzan”, “recuerdan”, “subrayan”, “reconocen” los mismos temas que tiene la Agenda de esta “bancada” de países en desarrollo, que hace un contrapeso a las potencias desarrolladas en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas.

No se puede no pensar que, tras 50 años de los mismos temas, esto sea un síntoma de la falta de voluntad de las potencias desarrolladas para dar una solución a las asimetrías que ha causado su modelo.

Así, el nuevo documento constituye una continuidad de lo que se venía haciendo desde 1964; sin embargo, en relación con los últimos años, el texto aprobado en la capital oriental constituye una ampliación conceptual de los temas, con acápites independientes que antes estaban presentes en las últimas tres declaraciones pero de manera más sucinta y supeditados a otros puntos mayores. Por ejemplo, ahora aparecen como títulos independientes el tema de los medicamentos o de las mujeres.

PALABRAS. Antes de entrar en detalle, es necesario notar que lo que se negocia arduamente para lograr un consenso entre los delegados son las palabras: no es lo mismo decir que el grupo “toma nota” que “insta”.

Así, el diplomático de carrera Javier Loayza, de amplia trayectoria en el multilateralismo,  explica que el G77 tiene como “etapas sustantivas”: el Acta de fundación de 1964, la Carta de Argel (1967), el Programa de Acción de Caracas (1981) y los planes de acción adoptados en la Primera Cumbre Sur de La Habana 2004 y la Segunda Cumbre de Doha en 2005. Estos textos marcan lo que será la “actitud posterior” del bloque.

Desde la XXI reunión los temas han sido iguales. “En mi opinión ha habido una evolución conceptual en el contenido de las declaraciones. Por ejemplo, se ha justificado mucho más el porqué de la crisis económica, el porqué de la necesidad de la asistencia técnica, por qué solucionar el problema de la deuda externa y por qué las potencias no cumplen la Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD)”.

Para Loayza, la Declaración de Santa Cruz también entra en esta “evolución” y sin ir más lejos pone en comparación la última declaración ministerial del G77 en 2013 que tuvo 150 parágrafos, y el texto de la cumbre, con 242. Esto por el hecho de que los temas se van desarrollando más al detalle, se especifican.

Así, fueron desprendiéndose temas que se volvieron acápites independientes como el de los países sin litoral, África, la estructura del sistema internacional sobre la participación de los países en desarrollo en las decisiones de las instancias de Breton Woods, una ampliación en el tema de género, el empleo pleno, entre otros acápites.

El texto de Santa Cruz “se basa, esencialmente, en las declaraciones de los tres últimos documentos ministeriales del bloque y en El Futuro que queremos de la cumbre de Río+20.

“Muchos párrafos han sido extractados de ese documento. Las reuniones ministeriales son las más importantes del grupo”. “Seguramente”, en la Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores del G77 que tendrá lugar en Nueva York, en septiembre próximo, en oportunidad del periodo ordinario de las Naciones Unidas, se “emitirá y/o aprobará un documento donde se destaque la Reunión de Santa Cruz y eventualmente se incluirá algún tema de interés para el G77+China que se presente en los subsiguientes meses”, destaca Loayza.

Pero ya leyendo el texto se observa que Bolivia logra que en el subtítulo de la declaración se diga “Por un Nuevo Orden Mundial para Vivir Bien” (las cursivas son nuestras). En el texto, sin mayor desarrollo, sin embargo, solo se alude tres veces a la referida noción del “vivir bien”, en los artículos 30, 104 y 156. 

En el 30, por ejemplo, se dice: “En algunos países existe el enfoque del ‘vivir bien’”. “Esto —señala el experto— no crea ninguna vinculación, no es regla, simplemente se destaca que tal cosa existe. En Ecuador se dice ‘Bien vivir’ y en México ‘Vivir mejor’”, si bien México no es parte del G77.

Loayza resalta el punto 7 en el que se ratifica que el grupo seguirá trabajando para establecer un orden internacional económico justo. Esto se ha dicho casi en todas las declaraciones, pero “lo interesante del párrafo es que tome en cuenta la ‘protección del medio ambiente y vida en armonía con la naturaleza’, lo cual sí es una propuesta boliviana”.

ARMONÍA. Aunque esto tampoco es nuevo, de hecho el tema fue presentado por Bolivia en 2010 en Nueva York (Estados Unidos), en un documento en las Naciones Unidas. “Esto es principista, todas las acciones de desarrollo económico a ser encaminadas por la comunidad internacional, y especialmente en el G77+China, tendrán en sus planes introducir la visión de vivir en armonía con la naturaleza”.

Estos conceptos (armonía con la naturaleza, que a veces aparece como Madre Tierra), u otros que los aluden el tema de manera directa, figuran cinco veces en el texto. El jefe de las misiones bolivianas en cumbres y foros sobre cambio climático y desarrollo sostenible, René Orellana, anota que el tema importante es la “emergencia vigorosa” de una visión de desarrollo que articula “madre tierra, vivir bien, armonía con la naturaleza con derecho al desarrollo y soberanía sobre los recursos naturales y sobre el diseño y conducción de los procesos de desarrollo”.

“Éste es sin duda un campo fértil de construcción de pensamiento que matizará fuertemente el debate internacional en los escenarios de Naciones Unidas. Lo clásico en el debate del grupo y de Naciones Unidas era poner mayor volumen a las dimensiones sociales y económicas, pero sin duda el debate sobre el medio ambiente está poniendo en evidencia nuevas visones en el sur”, apunta el experto Orellana.

Esta mención a la complementariedad con la naturaleza, para Loayza está diciendo: “Vamos ir para adelante, pero con la visión de la armonía con la naturaleza”.Llama la atención del diplomático Loayza el punto 9, al que califica como el más débil de la declaración: “Creemos en el arreglo pacífico de las controversias mediante el diálogo”.

“Es un texto muy débil: ‘creemos’. Lo correcto debió ser ‘estamos persuadidos’ o ‘estamos convencidos’. Parece una ambigüedad”, dice.El punto 15 también tiene elementos “interesantes”. Allí se habla de un crecimiento económico sostenido, inclusivo y equitativo. “Entra la palabra ‘inclusivo’ como parte de una trilogía” para el desarrollo.

Existe también “solidez conceptual” en el tema de la gobernanza en la economía mundial, consignado en el parágrafo 18, si bien existe un acápite entero al respecto (los primeros artículos, hasta el 28, tienen los lineamientos generales, dan el espíritu del documento; luego los temas son de- sarrollados en segmentos independientes). Esto se amplía en el artículo 35 donde se reconoce que no existe un modelo único de democracia, lo cual es un eco del principio del derecho al desarrollo, que habla de que no existe un solo modelo de desarrollo, cuestión descrita en El futuro que queremos, de Río 2012.

INDÍGENAS. El diplomático Loayza considera de importancia que en el documento su hayan recogido muchos más elementos sobre los pueblos indígenas con “menciones conceptualmente más amplias”. El tema no es nuevo, se lo trata en muchos textos pasados del grupo, sin embargo acá no solo que existe un subtítulo sobre los pueblos indígenas sino que atraviesa otros temas como la agricultura, la seguridad alimentaria o la mención de los principios éticos de estos pueblos.

Si se ve el artículo 41, uno podría pecar de optimismo: “Tomamos nota de las decisiones adoptadas por algunos países para nacionalizar o recuperar el control de sus recursos naturales con el fin de obtener mayores beneficios para sus pueblos, en particular para las personas pobres, y para invertir en la diversificación económica, la industrialización y los programas sociales, y respetamos esas decisiones”.

La alusión es sin duda a Bolivia y parecería que finalmente se introdujo la “nacionalización” en la agenda global, sin embargo hay que relativizar el hecho, pues en esto las palabras son claras: se dice “tomamos nota” no que se “abrace” o que se llame a imitar. Esto hace que no sea vinculante para los demás países.

Exactamente lo mismo se puede afirmar acerca del artículo referido a la coca (106) o en el 47, en que se “toma nota” de los valores del “ama suwa, ama llulla y ama qilla”. Así, la sutileza del lenguaje por lo menos relativiza el optimismo del miércoles del presidente Evo Morales por esta mención en la Declaración.

Según Loayza, el artículo 60 es un logro boliviano que el país ya venía posicionando: el agua y saneamiento como derechos humanos. “Este es un aporte de Bolivia”. El texto dice que el G77 “reafirma” sus compromisos al respecto.

En este sentido también es posible destacar el texto del párrafo 75, en que se “reafirma” que la quinua es “un elemento clave” para la seguridad alimentaria, la nutrición y la erradicación de la pobreza.

Otra ampliación, esta vez notada por Orellana, es la de los patentes de medicamentos que figura en la sección de salud. Por lo demás, en cuanto al aspecto económico y al comercio, el texto insiste en lo que el grupo venía haciendo hace décadas, lo cual es importante, sin embargo queda otra vez cuestionarse sobre la falta de voluntad de las potencias en solucionar estos problemas, ya que pasaron cinco décadas y el G77 continúa exigiendo puntos similares al respecto.

Como conclusión, Orellana afirma que el desafío de la agenda del sur no es que sea solamente de desarrollo, tecnología, industrialización, crecimiento y erradicación de la pobreza, sino que vaya más allá e incluya “hacia adentro de los países” temas dirigidos a resolver la desigualdad, superar los modelos de sobreexplotación de recursos naturales, de industrialización con contaminación; y propendan a la construcción de economías bajas en carbono, procesos productivos que fortalezcan los ecosistemas en lugar de destruirlos, entre otros.

“Este documento se convierte en un instrumento de reflexión y debate, pero también en una fuente valiosa para la construcción de propuestas específicas del G77 en los distintos ámbitos de influencia y de negociación formal en los que participa este grupo”, refiere.

Es, sin duda, una construcción de “instrumentos normativos” y de planificación a nivel global y “será usado” en los debates de la ONU, concluye.