Las historias de carne y hueso detrás de los dioses del Mundial

Este Mundial de Fútbol no solo arrojó goles espectaculares ni elevó hasta el Olimpo a jugadores que parecen de otra galaxia. Lo que también ha parido el mayor encuentro del astro de los deportes, fueron aquellas historias de carne y hueso que estaban ocultas  entre los pliegues de la fama de los jugadores que se convierten en dioses arropados por la gloria que siembra en ellos la fanaticada universal.

imageDrogba es una institución tanto dentro como fuera de la cancha. Su presencia motiva.

El que evitó una guerra



Su nombre es Didier Drogba y es toda una institución en la selección de Costa de Marfil. Cuando entra a la cancha, no solo deslumbra por la fuerza de su fútbol ni por la potencia de sus piernas, con las que corre como un niño feliz tras la pelota rebelde. Su presencia no vale solo por el fútbol, a este hombre también lo respetan porque fue capaz de evitar una guerra civil en su país africano y porque el dinero que gana lo viene gastando en una fundación que construye hospitales para sus compatriotas, muchos de los que con frecuencia no tienen a dónde caer enfermos.

Con 36 años de edad, oriundo de Abidjan, la principal ciudad de Costa de Marfil, Drogba tiene un aura de hombre solidario porque es dueño de la fundación que lleva su nombre, con la que levanta hospitales y ayuda a reconstruir su país acosado por la furia del hombre y por desastres naturales.

Su trabajo por los demás empezó tres años antes de la creación de la Didier Drogba Foundation, cuando consiguió lo que parecía imposible: detuvo una guerra civil en su país.

Todo empezó en octubre de 2005, cuando el equipo se clasificó por primera vez en su historia para un Mundial, el de Alemania 2006. Entonces, la televisión nacional del país africano, en el horario de máxima audiencia, conectó en directo con el vestuario del equipo, que acababa de derrotar a Sudán (3-1). Y lo que hasta ese momento era una celebración deportiva se convirtió en un acontecimiento trascendental para la historia del país. Así lo quiso Drogba, que ahora también defiende la casaca marfileña en Sudáfrica.

Rodeado de sus compañeros, el capitán miró fijamente a la cámara y se arrodilló. «Ciudadanos de Costa de Marfil, del norte, sur, este y oeste, les pedimos de rodillas que se perdonen los unos a los otros. Un gran país como el nuestro no puede rendirse al caos. Dejad vuestras armas y organizad unas elecciones libres», suplicó, consciente de que la nación llevaba tres años sumida en una guerra civil. Para ese mes se había anunciado la celebración de unos comicios, pero, pese a la tregua firmada el año anterior, no se pudieron celebrar. Ante la incapacidad de los políticos para encontrar una solución al conflicto, la actuación de Drogba y de la selección de fútbol fue clave para la consolidación de la paz.

El país estaba dividido en dos: el sur, regentado por el Gobierno, y el norte, dominado por los rebeldes. Drogba estaba decidido a unirlos. En 2006, recibió el premio a mejor futbolista africano y su primera decisión fue viajar con él a su país, a Bouaké, principal fortaleza de los insurgentes, para volver a pedir la unidad a su pueblo. Sería el preámbulo para el plan más ambicioso del delantero del Chelsea: la disputa de un partido de clasificación para la Copa de África en Bouaké al año siguiente, una zona en la que no se había jugado ningún encuentro de fútbol desde el inicio de la guerra.

Pese a las dificultades del proyecto las autoridades políticas y futbolísticas accedieron a su petición. No se trataba de un partido de fútbol, sino del intento de reconciliación de todo el país. De poner en práctica el «perdonad, perdonad, perdonad» que Drogba había implorado de rodillas ante las cámaras de televisión. El 3 de junio de 2007, varios ministros del Gobierno, escoltados por 200 miembros de las tropas leales a él, entraban en Bouaké, territorio con el que llevaban cinco años en guerra, para ver el partido. Antes del encuentro se vivió una escena que hace meses hubiera sido imposible: los ministros y los líderes rebeldes cantaron juntos el himno nacional. Costa de Marfil derrotó 5-0 a Madagascar, un triunfo que un diario local tituló como: «Cinco goles para borrar cinco años de guerra».

La ONU lo ha nombrado embajador de buena voluntad y el 2010 fue bastante intenso para él: la revista Time lo incluyó entre los 100 personajes más influyentes del mundo por su participación en el proceso de paz en su país, una lista en la que no ha entrado ninguno de los políticos que intervienen en el conflicto.

El hombre de bien

Después de que Luis Suárez le marcó el segundo gol a Inglaterra, corrió hacia un hombre que hasta ese momento era anónimo en el Mundial de Brasil 2014. Ante las cámaras abrazó a Walter Ferreira y después dijo a los medios de prensa que este hombre fue el responsable de su milagrosa recuperación  después de someterse a una operación a los meniscos.

Walter Ferreira, que tiene 63 años de edad, es dueño de una historia de hadas y demonios. Está luchando contra un cáncer de ganglios y suspendió sus sesiones de quimioterapia en Uruguay para acompañar a Suárez y la selección charrúa.

A su tragedia se suma la pérdida de su hijo en un accidente automovilístico. Con ese dolor a cuestas, y con el cáncer galopando en su cuerpo no dijo no a la posibilidad de recibir en su casa a Suárez, quien acudía puntual para que Ferreira lo saque del purgatorio de los dioses lesionados.

Ferreira trabaja con Uruguay desde 1999. A sus manos milagrosas se sometieron jugadores afamados como Diego Armando Maradona

Según diferentes reportes de prensa, Ferreira no hace gala de su protagonismo mediático y a su trabajo le quita importancia. Por ahora, agradece a todo el grupo médico que lo atiende contra el cáncer y dice que no tiene palabras para agradecerlo.   “La vida da altibajos y hay que seguir luchando siempre”, lo digo con fuerza, porque sabe que la vida va más allá de lo que pase en la cancha.

Les agradezco a todos, soy un agradecido a la gente que siempre me apoyó, no tengo palabras. Vamos a ver qué pasa, la vida da altibajos y hay que seguir luchando siempre”.

Sin embargo, esta historia no tiene final feliz, ya que Luis Suárez, tras brillante desempeño en las canchas mundialistas, fue expulsado por la FIFA, por morder a un jugador de la selección italiana.

La muerte de un hermano

El fallecimiento de Ibrahim, el menor de los hermanos Yaya y Kolo Touré, víctima de cáncer, golpeó a la delegación de Costa de Marfil en plena competición. Ambos pensaron en un primer momento dejar Brasil para asistir a los actos fúnebres de su ser querido, pero, finalmente, tomaron la decisión continuar con la plantilla de los Elefantes para buscar una clasificación que les permitirá rendir tributo a la memoria del hermano que ya no está físicamente en este mundo. A esa fuerza tuvo que recurrir Yaya Touré que, abatido, apenas pudo entrenarse. El centrocampista del Manchester City fue, probablemente, el jugador más importante de los marfileños, por su fuerza, el liderazgo que ejerce sobre el resto y su capacidad goleadora, por lo que su equipo dependía de su habilidad para abstraerse de la tragedia.

Yaya Touré vivió el drama desde mucho antes, ya que el Manchester Cityle impidió pasar un par de días con su hermano Ibrahim cuando aún estaba con vida.

“Confieso que sigo estando muy triste. Estoy sufriendo porque siento que no hice nada útil por él en las últimas semanas. Al final de la temporada, quería quedarme cuatro o cinco días con mi hermano antes de irme a preparar la Copa del Mundo con Costa de Marfil. El City no quiso darme un par de días», afirmó Touré en una columna a la revista France Football   

* Texto elaborado con fuentes periodísticas publicadas en Internet

  Las frases 

“Ciudadanos de Costa de Marfil, del norte, sur, este y oeste, les pedimos de rodillas que se perdonen los unos a los otros. Un gran país como el nuestro no puede rendirse al caos. Dejen sus armas».

Didier Drogba – SELECCIÓN Costa de Marfil

“Quiero agradecerle a Walter, ya que sin él no estuviera acá.”

Luis Suárez – Selección de uruguay

“La verdad es que yo soy un agradecido, le agradezco al cuerpo técnico que tuvo la confianza para mandar a Luis a trabajar conmigo sin ningún proyecto. Yo no podía ir al complejo y él iba a trabajar a mi casa.

Walter Ferreira – Fisioterapeuta de Uruguay

“Me culpo por no insistir y no hacer que me respeten. Los dirigentes del club sabían que yo había estado sufriendo durante meses viendo cómo la salud de mi hermano decaía.»

Yaya Touré – Selección Costa de Marfil

HORA A HORA 

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Fuente: EL DEBER