Los justos que redimen el género humano

H.C.F. Mansilla*MANSILLA_thumb1En 2005 Jorge Siles Salinas publicó su monumental obra: Política y espíritu, que en cuatro volúmenes abarca los ensayos y artículos publicados por el autor a lo largo de cuarenta años. Se trata de escritos que tocan diversos temas, desde los cronistas de la época colonial hasta la crítica literaria contemporánea. Siles hace gala de un estilo elegante y sencillo, lejos de la afectada moda postmodernista que domina hoy las letras latinoamericanas, y al mismo tiempo nos muestra discretamente la envergadura de su erudición y sus conocimientos enciclopédicos.El texto que más me impresionó es el consagrado a Bernardino Bilbao Rioja. Este ilustre general del ejército boliviano sufrió en carne propia los avatares de la política nacional. Digo avatares para mitigar el dramatismo de una vida y una época llenas de terribles acontecimientos. Es muy interesante cómo Siles Salinas contrapone las convulsiones políticas y existenciales que le tocó vivir a este militar, a su actitud estoica y serena que jamás le abandonó y que representa un ejemplo de virtudes morales. Bilbao tuvo, como se sabe, un papel descollante durante la Guerra del Chaco, siendo el héroe de Cañada Strongest y Kilómetro Siete y el artífice de la resistencia y contraofensiva en Villamontes. Pero lo más notable fue su actitud ética: su probidad, su honradez a toda prueba, su espíritu de sacrificio, su competencia profesional. Jamás se le escuchó una palabra de queja o reproche. Una ley de la república, que asignaba una pensión vitalicia a los dos máximos protagonistas de la guerra, los generales Bilbao y Marzana, nunca fue cumplida. Así nomás es la Bolivia profunda. Bilbao tuvo que pasar el resto de su vida en una pobreza digna, como se dice asimismo para amortiguar el drama que se esconde detrás de este concepto.De 1953 a 1956 este héroe nacional fue detenido en el tristemente célebre panóptico de La Paz, sin que jamás se le tome una declaración y sin ser nunca remitido a juez alguno. Pasó cerca de tres años incomunicado. Su casa fue saqueada catorce veces, su archivo destruido, su esposa amedrentada literalmente a muerte. En los campos de concentración de Curahuara de Carangas y Corocoro, que también «funcionaron» entre 1953 y 1956, los presos ─ la mayoría de ellos escogidos al azar ─ fueron sometidos al hambre y las torturas, y todo sin acusación formal, sin atención médica, en condiciones espantosas de salud e higiene.Es obvio que nadie debe ignorar las reformas sociales y los esfuerzos modernizadores que significó la Revolución Nacional de Abril de 1952. Pero todos deberían saber también que la primera parte de aquel proceso (1952-1956) estuvo vinculada simultáneamente al «terror como sistema» y a la «tortura como parte de la organización política imperante», como afirma Siles Salinas. Sería una aberración que practicáramos la indiferencia y el olvido ante el fenómeno de los campos de concentración en Bolivia. Pensando en lo que ocurrió con Auschwitz, Siles afirma que Curahuara de Carangas debería ser «un lugar de peregrinación reparadora para los bolivianos conscientes del valor de la libertad y la dignidad del hombre». Seguidamente reproduce una lista de libros (y de autores!) totalmente olvidados que trataron de plasmar un ciclo narrativo y testimonial en torno a los campos de concentración, olvidados precisamente porque los victoriosos han escrito la historia de los últimos sesenta años y porque la consciencia colectiva ─ incluyendo en primer lugar la académica ─ siempre quiso encubrir todo lo negativo que ha sido causado por los hijos de la tierra y no por los agentes del imperialismo.El partido político responsable de estos hechos (y similares como Chuspipata), el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), nunca se disculpó ante la opinión pública y jamás se distanció de esas vulneraciones cotidianas a los derechos humanos. Nunca hubo una indemnización para los supervivientes. Las víctimas soportan hasta hoy el silencio y la indiferencia de la sociedad. Lo más grave reside en el hecho de que el MNR y sus aliados de izquierda jamás tuvieron la consciencia de actuar contra los más elementales principios morales. Los admiradores de la Revolución Nacional y de la obra de Víctor Paz Estenssoro (entre ellos Carlos Mesa Gisbert) pasan generosamente por alto estos «detalles» de la vida diaria de aquellos tiempos. Siles se pregunta: «¿Cómo pudo suceder que los bolivianos llegaran a estos extremos de abyección?». Y además: «Qué hizo la Iglesia boliviana, la jerarquía en particular, para evitar y denunciar la consumación de esta conspiración infernal?» Cuestión que queda en una loable oscuridad. Hoy, muchos años después de escritas estas líneas, habría también que preguntarse: ¿Qué hacen la Asamblea Permanente de Derechos Humanos y otras instituciones dedicadas profesionalmente a defender a los agraviados, pero ciegas del ojo izquierdo, cuando los movimientos sociales y otras organizaciones «progresistas» violan sistemáticamente los derechos de terceros no involucrados?Dice la Torah judía que Dios está profundamente decepcionado con el resultado de Su creación, especialmente con la evolución humana. Pero en cada periodo histórico diez hombres justos y probos ─ que no son conscientes de ello y sólo cumplen su deber ─ redimen y salvan el mundo ante los ojos de Dios. Seguramente el General Bilbao perteneció a ellos.*Escritor, filósofo y cientista políticoEl Día – Santa Cruz