Maquinación al descubierto

Manfredo Kempff Suárez

manfredokempff21_thumb Desde hace meses o tal vez años venimos denunciando ante los lectores de El Diario sobre la tenebrosa campaña que alienta el Gobierno respecto al llamado “caso Rózsa” o la conjura de “terrorismo-separatismo”. ¿Por qué ante el público paceño? Pues, simplemente, porque son personas más alejadas de los hechos, más vulnerables a la plática mentirosa del oficialismo, y, por último, porque queremos levantar la infamia de separatistas que el masismo echó sobre Santa Cruz. Esto nada más que con el ánimo de descabezar a una dirigencia cívica que la consideraba peligrosa para sus planes de perdurar eternamente en el poder.

En Santa Cruz existen periodistas que desde la radio, la televisión, los medios escritos, y hasta con la publicación de libros –tal es el caso de Carlos Valverde por ejemplo–, han ido desenmascarando, paso por paso, toda la tramoya urdida contra los cruceños. Parecían vanos los propósitos de desbaratar este escenario criminal montado en el hotel Las Américas, pero, finalmente, el proceso se fue cayendo desde su base. Con la claudicación del dañino y subalterno fiscal Soza, luego de su precipitada fuga, el juicio quedó sin sustento.



Ahora, el golpe de gracia lo da Boris Villegas, preso en Palmasola, ex director de Régimen Interno del Ministerio de Gobierno en la época de los asesinatos de Rózsa y sus dos compañeros, quien en sus declaraciones como testigo en el juicio, no hace sino ratificar lo que ya se sabía, y es que todo obedeció a un plan gubernamental ideado por un siniestro “gabinete jurídico” que actuaba en las sombras y que decidió aniquilar la entonces llamada “media luna”, mediante el sometimiento de los líderes del oriente boliviano.

La argucia contra Santa Cruz ha quedado al descubierto. La alta cúpula masista, que acusó a la más aguerrida oposición cruceña de terrorista, no puede señalar una sola víctima producida por éstos. Ni siquiera la bomba puesta en la casa del cardenal Terrazas se la puede atribuir a los acusados, presos en su mayoría desde hace cinco años. De donde resulta que el único terrorismo que existió fue el terrorismo de Estado, el que ordenó ejecutar, mientras dormían, a Rózsa, Magyarosi, y Dwyer. Hasta el burdo fingimiento de un enfrentamiento armado con las tres víctimas ya resulta hilarante.

Entonces, en el caso “terrorismo-separatismo”, hubo tres muertos y ni uno más. Y los tres fueron ejecutados por los organismos de seguridad estatales. ¿Dónde estaban los terroristas cambas? Sucede lo mismo con el tema del separatismo. S.E., el Vice, los ministros, los parlamentarios, todos los masistas hablan que en el 2009 se salvó a Bolivia de la desintegración porque se detuvo una intentona secesionista de Santa Cruz. Infamia y nada más. Mentiras, inventos, burlas, para denigrar a una región del país que les resultaba adversa. Una cuarentena de presos y varios cientos de exiliados ha sido el resultado de la conspiración más tenebrosa que ha sufrido Santa Cruz jamás en su historia.

El “gabinete jurídico” conformado por los más conspicuos ministros allegados a S.E. ha cumplido plenamente con su cometido. Tres muertos desconocidos para ellos, ha sido un precio barato para tanto éxito. La cárcel y la destrucción de un centenar de familias no ha tenido la menor importancia. Finalmente, según declaraciones del propio Villegas, hasta el mismo informe de “terrorismo-separatismo” aprobado por la Cámara de Diputados fue redactado por funcionarios del Ministerio de Gobierno y de la Vicepresidencia, donde participó el propio Villegas.

Lamentablemente la conjura rindió sus frutos. Aunque se pruebe que todo fue un fraude, igual se descabezó lo que pudo ser una oposición dura al MAS. Y hoy resulta que desde S.E. para abajo el MAS se ha enseñoreado en la ciudad y el departamento sin ninguna resistencia seria. El Gobierno ofrece el oro y el moro a la región, reparte dádivas, monta espectáculos caros, gasta a manos llenas en reuniones imperiales, pero no se tiene noticias ni de Mutún, Rositas, Puerto Busch, anuncios de ferrocarriles y otros ofrecimientos que se repiten cada 24 de septiembre o campaña electoral.

En cuanto los jefes masistas se van hacia el Chapare o el altiplano, siguen llamando de separatistas y traidores a los cruceños. Ese estigma lo quieren mantener a toda costa ante una población crédula y poco informada. Así y todo, han conseguido enrolar en sus filas a personas de distintos estratos sociales tentadas por el poder, y están a las puertas de ganar, por primera vez, unas elecciones en Santa Cruz. En mala hora.