Con Marina Silva, Brasil dará un giro al centro en su modelo de desarrollo

WASHINGTON LE BAJA EL PULGAR A DILMA ROUSSEFF Y APUESTA A LA ECOLOGISTA COMO ‘ALIADA ESTRATÉGICA’.

imageMarina Silva sonríe junto a María Alice Setúbal (izq.), su principal asesora económica.

EL DEBER Y AGENCIAS



La incertidumbre política en Brasil no cede, a poco de las elecciones presidenciales del 5 de octubre. Dilma Rousseff recuperó terreno en las últimas semanas y es probable que gane la primera vuelta, pero la posibilidad de que Marina Silva se imponga en el segundo turno está latente y amenaza con trastocar la política de la principal potencia de América Latina.

Si Marina gana las elecciones, Brasil dará un giro político y económico como no se había visto desde que Lula da Silva tomó el poder en 2003. La gran incógnita es hacia dónde se dirigirá el gigante brasileño de la mano de la delgada y morena dirigente ecologista, con el Partido Socialista de Brasil (PSB) a la cabeza. ¿Hacia dónde irá Brasil con Marina Silva?, es la pregunta que hoy se hacen muchos.

Séptimo Día consultó a los analistas políticos Tércio Amaral, de la Universidad de Pernambuco, y Marco Aurélio Nogueira, de la Universidad estatal de San Pablo, los cuales coincidieron en señalar que el ascenso de Marina Silva se explica, entre otras razones, por el desgaste político que enfrenta el Partido de los Trabajadores (PT) tras 12 años en el poder y una ola de descontento por la corrupción y las carencias en los servicios públicos.

Por lo pronto, dice Amaral: “Los discursos, el carisma, los ocho años de la administración de Lula, esta vez no serán suficientes para volver a elegir a su ahijada política, Dilma Rousseff. El PT, incluso con el mayor apoyo en esta elección, necesita reinventarse. Esta vez es una ex militante de su partido la que amenaza la supremacía del PT. La candidata del PSB aparece técnicamente empatada con Dilma en la investigación de simulación de una posible segunda ronda. El partido, para no perder su hegemonía, comienza a pasar al ataque”.

Tras la súbita muerte de Eduardo Campos, entonces candidato del PSB, el 13 de agosto, todo el escenario político brasileño se trastocó y emergió de la tragedia una figura con una larga trayectoria política que, en 2010, la llevó a la candidatura presidencial que cosechó 20 millones de votos, casi un 20% de los sufragios.

Efecto compasión

Marina Silva aprovechó, de hecho, el ‘efecto compasivo’ del electorado por la muerte de Campos. Pero no solo eso. La candidata socialista comenzó a plantear una alternativa política y económica al Gobierno del PT, que plantea serios cuestionamientos al actual modelo de de-sarrollo de Brasil que, según Nogueira, enfrenta claros signos de agotamiento.

Rousseff y el PT apuntaron a las supuestas debilidades de su propuesta. Principalmente, la estrategia de ataque del oficialismo apuntó que Silva no cuenta con una estructura partidaria suficiente como para administrar el poder en el gigante brasileño. Básicamente, que el planteo de Silva puede generar riesgos enormes para la democracia brasileña.

Y que desarticularía las políticas sociales que permitieron al PT sacar a más de 30 millones de personas de la pobreza.

“En lugar de apostar por una propuesta renovadora, el PT ha resuelto jugar la carta negativa de atacar a la candidata Silva. Es un juego de alto riesgo, porque eso puede aumentar el descontento, que ya está presente en el electorado respecto de las políticas gubernamentales”, afirmó Nogueira.

Giro al centro

Sabiendo las enormes posibilidades de llegar al poder (las últimas encuestas la muestran en un empate técnico con Rousseff), Silva morigeró su discurso más radical y dio un giro ideológico hacia el centro. Esto explica el retiro de su apoyo al matrimonio homosexual y a las políticas pro aborto.

El giro conservador de Silva, incluso, fue más allá. La socialista defendió la autonomía del Banco Central, uno de los puntos de mayor polémica con el PT, dado que el oficialismo quiere mantener el control sobre la institución que controla el sistema bancario y monetario del país.

Marina sabe que, en una segunda vuelta, necesitará los votos de los partidos de centro y de la derecha, en particular de Aécio Neves, el exgobernador de Minas Gerais, tercero en las encuestas por el momento, pero que tendrá un voto fundamental para definir la contienda.

Las señales de que Marina Silva dará un giro hacia el centro, y quizás a la derecha, las dio su principal asesora económica: María Alice Setúbal, jefa de su equipo económico y presidenta del poderoso Banco Itaú.

María Alice Setúbal prometió que si Marina fuera electa en los comicios del 5 de octubre, a partir del 1º de enero de 2015 la futura administración acabará con las heterodoxias de la mandataria Dilma Rousseff, detestada en la comunidad financiera, donde se la caracteriza como «estatista e intervencionista».

Marina Silva se ubica en las antípodas de Dilma, explicó Setúbal, ya que el programa económico de la ecologista «coloca su foco en puntos claros, destacándose claramente la reforma tributaria y la responsabilidad fiscal», a ser alcanzada con el recorte del gasto y el achicamiento del Estado.

«Ella (Marina) ya declaró que va a admitir todos los compromisos asumidos por Eduardo (Campos)…, por ejemplo la autonomía del Banco Central. Al principio ella consideraba que no era necesaria una autonomía formal, hecha por ley, pero al final lo aceptó», contó su consejera Setúbal.

“Ella está más pragmática, la adopción de posiciones moderadas fue aprobada por los empresarios, que en los últimos días nos han llamado bastante, yo recibí llamadas ofreciendo donaciones de campaña”, reveló Setúbal. Y avisó que en los próximos días operadores del mercado financiero se sumarán al equipo de economistas encabezado por el liberal Eduardo Gianetti da Fonseca.

Los argumentos que mostró Setúbal son los invocados por la corporación financiera -algunos compartidos por las patronales industriales-, como es el caso de la reducción de la carga impositiva para remplazarla por otra más regresiva que la actual, y el fin de las políticas sociales que ellos tildan de ‘populistas’ y son las marcas de los gobiernos PT, señalan los analistas brasileños 

WASHINGTON LE BAJA EL PULGAR A DILMA ROUSSEFF Y APUESTA A LA ECOLOGISTA COMO ‘ALIADA ESTRATÉGICA’

Washington le bajó el pulgar a Dilma Rousseff y al PT, y apuesta por Marina Silva. El diario La Jornada de México publica un artículo del sociólogo brasileño Emir Sader, para quien la eventual victoria de Silva «sería el más amplio avance de Estados Unidos en mucho tiempo, después de su aislamiento cada vez más grande en América Latina y en el sur del mundo».

Eso es, en primer lugar, lo que está en juego en las elecciones de Brasil y las hace tan importantes, subraya Sader.

Recuerda que las posturas actuales brasileñas en la arena internacional han bloqueado los esfuerzos de Washington por imponer un área de libre comercio en Latinomérica.

El estudio añade que el presidente Barack Obama ha tratado de minimizar las diferencias, pero ni siquiera el envío del vicepresidente Joe Biden a Brasilia ha logrado que Dilma Rousseff definiera una fecha para la visita a Washington, suspendida frente a las denuncias de espionaje por este país.

De repente Estados Unidos ve aparecer una candidata a presidenta -que ya llegó a verse como favorita- que plantea, en el plano internacional todo lo que a Washington le gustaría, alerta el artículo que divulga La Jornada.

Bajar el perfil del Mercosur y establecer acuerdos bilaterales con EEUU, elogiar a la Alianza para el Pacífico, criticar las decisiones de los Brics, así como subestimar el rol de Unasur y del Consejo Sudamericano de Defensa están en la agenda de Silva, añade el texto, que la califica de neoliberal.

El análisis concluye que lo que está en juego en Brasil en estas elecciones es si el país sigue como aliado esencial de América Latina y del sur del mundo o si vuelve a ser un satélite de Estados Unidos, un escenario que evitó el PT del expresidente Lula da Silva en los últimos 12 años.

DICHOS Y DETALLES DE LA CAMPAÑA

Marina Silva advierte:

«Si Dilma es relegida al día siguiente no habrá cambios, todo seguirá igual». La candidata socialista Marina Silva denunció que sus rivales se han unido contra ella en una campaña de desprestigio. Pidió recuperar la credibilidad para que Brasil tenga inversiones extranjeras y crecimiento económico.

Lula hizo llorar a Marina

El vertiginoso ascenso de la candidata del PSB en las encuestas de Brasil le han valido fuertes críticas del oficialismo, especialmente de Lula da Silva, que cuestionó la falta de programa de Marina Silva. «No puedo controlar lo que puede hacer contra mí», dijo la opositora visiblemente compungida.

Intelectuales con Dilma

El cantautor Chico Buarque y el teólogo Leonardo Boff, entre otros, expresaron su apoyo a la candidata y actual presidenta Dilma Rousseff. Unos 60 artistas y más de 7.000 escritores respaldaron un manifiesto llamado «La primavera de los derechos de todos: ganar para avanzar»

Olvidará a los ‘tercermundistas’ y apostará por Estados Unidos y la UE

ANDRÉS OPPENHEIMER

ANALISTA POLÍTICO

El ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso me confirmó algo que muchos de nosotros sospechábamos: si la oposición gana las elecciones de Brasil del 5 de octubre, tal como lo indican algunas encuestas, habrá cambios en la política exterior que pueden afectar a toda América Latina.

Cardoso, que modernizó la mayor economía latinoamericana durante dos periodos presidenciales (1995-2003), y que sigue siendo uno de los políticos más respetados de Brasil, me dijo en una extensa entrevista que la candidata opositora Marina Silva probablemente no dará un respaldo incondicional a Venezuela, Argentina y a otros gobiernos populistas de izquierda, como lo ha hecho en los últimos años la presidenta Dilma Rousseff.

La ventaja de la oposición, que muestran algunas encuestas, puede disminuir en las próximas semanas porque Rousseff tendrá mucho más tiempo televisivo que Silva y porque la campaña negativa de la presidenta contra Silva puede debilitar el apoyo a la candidata opositora.

No obstante, hay un 50% de posibilidades de una victoria de la oposición, si no más. Si eso ocurre, habrá una gran presión social para sacar a Brasil de su actual parálisis, que está resultando en un crecimiento prácticamente nulo, proyectado en un 0,3% para 2014.

Una victoria opositora resultaría en un menor alineamiento automático con gobiernos ‘tercermundistas’, y en un nuevo impulso de insertar a Brasil en la economía global por medio de acuerdos comerciales con los mayores países industrializados. Eso puede ayudar a Brasil a volver a la senda del crecimiento y — considerando que Brasil representa más del 60% del producto bruto interno de Sudamérica— puede hacer cambiar el rumbo económico de toda la región

Impondrá otra agenda para Brasil y para América Latina

HUGO SILES NÚÑEZ DEL PRADO

INTERNACIONALISTA

En un hipotético ascenso de Marina Silva a la Presidencia de Brasil, no hay duda que podríamos esperar un paquete relativo de cambios en la política interna y externa del coloso sudamericano.

Cambios que tendrían que estar sujetos a eventuales y futuras alianzas en el Congreso brasileño tanto con el Partido de los Trabajadores (PT) como con el Partido de la Social Democracia de Brasil (PSDB), hoy encarnizados rivales de Silva.

Los cambios que promueve Marina Silva sintonizan con las demandas de los millones de ciudadanos que irrumpieron la política el año pasado en vísperas de la realización del Mundial de Fútbol. Cambios en educación, salud, transporte público, seguridad y lucha contra la corrupción.

Iniciativas como la ‘democracia directa’, el fortalecimiento de la variable medioambiental, el uso de energías alternativas, la reducción de la deuda, el control de precios y sacar a la séptima potencia mundial de la recesión, entre otros, podrían ser algunos de los desafíos de Silva para dar respuesta al electorado descontento con el PT.

En el plano externo, la plataforma de Silva proyecta cambios en la orientación de la política exterior de vecino país de 180 grados, que preocupan en la región; toda vez que su eventual Gobierno configuraría una aproximación de agenda y actores en relación con Estados Unidos y la Unión Europea, hecho que provocaría el alejamiento, liderazgo y participación de Brasil en la agenda Sur-Sur. Debilitaría el Mercosur y podría romper más de una década de apuesta y orientación brasileña en la integración de bloques regionales desde Unasur hasta la nueva Celac.