El Presidente macho y misógino

Fernanda Wanderley

Hoy las mujeres en Bolivia vivimos un estado de pavor. Salimos de nuestras casas con pánico de lo que pueda pasar con nosotras, con nuestras hijas, sobrinas, amigas, conocidas y desconocidas. Los casos de asesinatos, desaparición de jóvenes y violación se repiten día tras día. Las ciudades de Bolivia son cada vez más inseguras y hostiles para las mujeres.



Este creciente miedo que vive la mitad de la población en Bolivia no corresponde a los avances constitucionales y normativos sobre los derechos de las mujeres, logrados en las últimas décadas.

Tenemos leyes que causan envidia a las feministas de otros países; sin embargo, las leyes no adquieren vida en las prácticas y en las acciones de los líderes políticos y tampoco se traducen en políticas, programas y servicios públicos para su efectiva aplicación.   

La violencia física contra las mujeres es una de las expresiones más visibles de las relaciones de poder y dominación masculina. Sin embargo, este tipo de violencia es uno de los eslabones de una larga cadena de violencias simbólicas, institucionales y prácticas que denigran, menosprecian, cosifican, discriminan y excluyen a las mujeres de la vida social.

En el corazón de la estructura patriarcal está la identidad del hombre macho, dominador, poderoso, sexualmente insaciable que no puede controlar sus impulsos libidinosos. Para este macho, la mujer es una fémina a ser dominada, una presa para certificar su hombría.

En su imaginario, las mujeres deben caminar por los espacios públicos con miedo,  con timidez y cautela, si no quieren ser agredidas. En sus hogares deben mantener su rol sumisa, obediente y resignada.   

Actualmente, el principal representante de la afirmación de la identidad de macho misógino es el Primer Mandatario de Bolivia. Evo Morales no se cansa de afirmar que está bien agredir a las mujeres simbólica y físicamente en las calles o en las relaciones personales. Y lo hace con la seguridad de que estas agresiones no le van a quitar votos en las próximas elecciones.

Es casi increíble lo que tenemos que escuchar del Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia: En una visita al campo petrolero, Evo Morales preguntó a dos profesionales: «Ustedes son petroleras? ¿perforadoras? Díganme ¿perforadoras o perforadas?. En otra ocasión declaró: «Cuando voy a los pueblos, quedan todas las mujeres embarazadas y en sus barrigas dice Evo Cumple (refiriéndose a un programa social).

En carnavales en la puerta del Congreso, Evo, ministras y ministros cantaban: «Este Presidente de buen corazón, a todas las ministras les quita el calzón. En ocasión del conflicto en el Tipnis, Evo dio instrucciones a los jóvenes: «Si yo tuviera tiempo, iría a enamorar a las compañeras y convencerlas de que no se opongan. Así que, jóvenes, tienen instrucciones del Presidente de conquistar a las compañeras yuracarés trinitarias para que no se opongan a la construcción del camino.

También esclareció que «cuando un jovenzuelo embaraza a su compañera es preferible escapar al cuartel (recinto militar), porque cuando sale del cuartel es intocable el soldado.

El hecho de que el emisor de estos mensajes sea el Primer Mandatario es alarmante, porque tiene un impacto directo y poderoso en la continuación de las prácticas violentas contra las mujeres. Él está violando la Constitución y las leyes vigentes en el país. Y, pese a esto, no es enjuiciado, ni sufre presiones para cambiar su comportamiento.

Pese a este panorama sombrío, el movimiento de mujeres no se está callando frente a los actos misóginos y prepotentes de alcaldes, políticos, candidatos a presidente, senador  y diputado. Muy impresionante fue la movilización pública para rescatar a una joven que desapareció recientemente en La Paz y las acciones solidarias de vecinos que la encontraron, la abrigaron y la devolvieron a sus padres.

La calidad humana de nuestra sociedad y la creciente conciencia del problema de la violencia contra las mujeres mantienen nuestra esperanza de un futuro mejor. Y viva la consigna: «Machistas fuera de las listas.

 

Farnanda Wanderley es socióloga e investigadora.
Fuente: paginasiete.bo