¿Llevamos un estilo de vida suicida?

Llevamos-un-estilo-de-vida-suicidaUn solo dato contundente: en los países del hemisferio occidental cerca del 80 por ciento de las muertes ocurren por enfermedades crónicas o degenerativas.

Enfermedades del corazón, cáncer, diabetes, esclerosis, osteoporosis, artritis, lupus, demencia, Alzheimer y una extensa lista de enfermedades degenerativas son la causa de sufrimiento y muerte que está cortando la vida de las personas de manera prematura, afectando la vida de familias enteras y arruinando las arcas de los estados que no pueden ya cubrir los costos de esta pandemia de enfermedad nunca antes vista.

Menciono una enfermedad a manera de ejemplo, pero podría hacerlo con casi todas las demás observando tendencias similares. El IAF (Institute for Alternative Futures) estima que en 2025 el incremento en el numero de diabéticos crecerá un 64 por ciento en los Estados Unidos llegando a 53.1 millones de personas. Esto es 1 de cada 7 personas será diabética.



El costo médico resultante para tratar estos enfermos sería de 514 billones subiendo un 72 por ciento con respecto al año 2010. Esta cifra proyectada para 2025 es similar al costo total del presupuesto sanitario de ese país en 2010.

Lo que ocurre con la diabetes, una enfermedad con consecuencias devastadoras, también sucede con todas las demás enfermedades crónicas o degenerativas.

Muchas proyecciones de fuentes reputadas estiman que, por primera vez en la historia reciente, las generaciones nacidas en esta década vivirán menos que sus padres.

En mi libro «El poder del alimento» hay un capítulo entero dedicado a recopilar y analizar la información actual sobre enfermedad, baste decir aquí que las curvas de crecimiento de enfermedades degenerativas no tienen precedentes y son en realidad espeluznantes.

Tal vez se preguntará, ¿por que estos indicadores de crecimiento en enfermedad tan absurdos?
La respuesta es tan compleja como sencilla: nos estamos suicidando con nuestro estilo de vida, ya que la gran mayoría de estas largas enfermedades y muertes prematuras podrían ser evitadas.

El sedentarismo, la pésima alimentación, las relaciones personales tóxicas, el abandono de la espiritualidad y el trabajo mal llevado son las causas ya no solo de la pandemia de enfermedad sino del deterioro de las condiciones de vida actuales.

Desconexión interna y pésima alimentación, las raíces del problema

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Vivimos cada vez más conectados al exterior que a nuestro interior, esta desconexión con lo que en realidad somos es la raíz de tantas tribulaciones. La tecnología moderna nos está orientando cada vez más hacia el exterior. Si estamos en una sala de espera o un vagón de metro vemos que la gente esta enchufada a sus teléfonos inteligentes y desconectada tanto de si misma como de las personas a su alrededor. El contacto intimo y el personal se pierde cada vez más.

La desconexión interna nos ha llevado también a ser inconscientes sobre algo tan importante como nuestro cuerpo. Hay un gran desconocimiento sobre la directa relación entre el estilo de vida y la salud.

En materia de alimentación nuestra inconciencia nos ha hecho víctimas de la industrialización y la prisa.
Vemos miles de hogares donde lo único que se consume son alimentos altamente procesados: pan de harina refinada, pastas de trigo refinado, galletas, embutidos, carnes frías, leche pasteurizada y homogenizada, salsas, gaseosas, jugos y otras bebidas artificiales, cereales azucarados, tortas, helados, colorantes, vinagres y azúcar en todas las presentaciones y formas imaginables.

Basta analizar los carritos de los supermercados para ver lo que se está consumiendo en los hogares de hoy.

Los alimentos verdaderos, los de mayor densidad nutricional, los que combaten con su poderío de enzimas, vitaminas, Fito-nutrientes, antioxidantes y minerales las enfermedades degenerativas han pasado al olvido, se han convertido en adornos en los platos.

Las verduras, las hojas verdes, los frutos secos, las semillas, las legumbres y las frutas son, en los países del hemisferio occidental, los grandes ausentes.

Hemos cambiado la naturaleza de los alimentos a tal punto que en muchos países es una misión imposible encontrar, maíz, trigo o soja que no haya sido manipulada genéticamente. Las verduras y frutas han sido rociadas con toneladas de pesticidas que degradan los suelos, ríos y mares. No solo resultan con muy pobres contenidos de nutrientes, sino que están matando también el planeta que todo nos da.

Cambiar el estilo de vida es indispensable

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Es indispensable cambiar nuestro estilo de vida, es necesario volver a la naturaleza sabia de los alimentos ecológicos, sin procesos industriales.

Debemos volver a nuestras cocinas a preparar alimentos en verdad sanos y obligar con nuestra decisión de compra a que no se cultive nada que no sea orgánico o ecológico.

Las hojas verdes, las verduras, legumbres, frutas, semillas y frutos secos y el agua pura deben ser nuestra fuente primordial de alimentación. Reducir o eliminar el azúcar y los productos altamente procesados aportará un beneficio a su salud que usted tal vez hoy no imagina.

Cuando logramos que el verde protagonice nuestros platos y conseguimos prescindir del azúcar, la comida procesada y desnaturalizada en la mayor medida posible, nuestra salud cambiará y obtendremos un cuerpo vital, la piel, la figura y el peso ideal. No hace falta mucho mas que eso: dejar que verduras y hojas verdes sean la parte principal de todas las comidas.

Si le resulta difícil de creer, la mejor manera de comprobarlo es llevarlo a la práctica en su cocina. Este camino le abrirá las puertas para gozar de una vida saludable y larga, evitando la enfermedad degenerativa.

Fuente: Por Boris Chamás,  www.imujer.com