Yacuiba: Se reactiva “contrabando hormiga” en frontera boliviano-argentina

AHORA QUE LOS PRECIOS DE LOS PRODUCTOS ARGENTINOS SON MÁS ACCESIBLES PARA LOS BOLIVIANOS.

Se reactiva “contrabando hormiga” en Yacuiba

imageLos Tiempos, Bolivia

Bagalleros cruzan con productos de contrabando la frontera entre Argentina y Bolivia. – Daniel James Los Tiempos



Yacuiba | Los Tiempos.- Los miembros del Sindicato de Bagalleros de San José de Pocitos, en la pequeña ciudad que colinda con la provincia argentina de Salvador Mazza, en Yacuiba, son los que internan al país productos argentinos, lo que se conoce como “contrabando hormiga”.

Los bagalleros no pueden cobrar más de 20 bolivianos por viaje y son tantos que hay un grupo, distinguido por chalecos naranja, que se encarga de vigilar que mantengan el orden, no rebasen a sus compañeros y sigan las reglas del sindicato.

Como distintivo, usan unos chalecos azules con el nombre del sindicato bordado en la espalda y nadie que no sea afiliado puede ofrecerse como cargador.

Es difícil saber cuántos integran el sindicato porque son esquivos y parece que sólo estuvieran concentrados en terminar cuanto antes su viaje entre un lado y otro de la frontera para comenzar el siguiente. Quizás se deba a que ahora sólo tienen desde la madrugada hasta el mediodía para trabajar, puesto que la Aduana argentina limitó el tránsito de productos a ese horario.

Uniformados

Con gorras también azules o con pequeñas toallas mojadas sobre la cabeza para protegerse del sol abrasador, empujan sus cochecitos vacíos a lo largo del puente que separa los almacenes de los mayoristas, en San José de Pocitos, para cruzar el puesto aduanero y regresar de Salvador Mazza con sacos de harina, bolsas de verduras y frutas frescas, alimentos enlatados, productos de baño, bebidas alcohólicas y un largo etcétera que incluye hasta calaminas que entran de contrabando.

Apostados a lo largo del trayecto, están los vigilantes de naranja que conforman un corredor humano.

Raquel (nombre ficticio), una mujer que vende jugo de naranja en el lado boliviano de la frontera, calcula que son unos 2 mil “o quizás más”, basada en la cantidad de afiliados que había cuando ella era bagallera.

Explica que las reglas son estrictas pues nadie puede cargar más que sus compañeros, es por eso que hay una tarifa única y límites de carga según el producto, por ejemplo, sólo se pueden cargar tres sacos de harina.

Cada viaje demora unos 15 minutos porque ellos no negocian, simplemente cargan y descargan, es por eso que cada bagallero podría hacer unos 20 viajes sin hacer descansos, explica Raquel.

En la oficina aduanera, que manejan conjuntamente Argentina y Bolivia, el trámite migratorio es rápido y sencillo. Para salir de Bolivia basta llenar dos formularios y cancelar 15 bolivianos, los extranjeros pagan 100 bolivianos y si el carnet es de Yacuiba el pase es gratis.

Un agente argentino de Migración explica que hay cupos limitados para el ingreso de productos argentinos y que los impuestos se cobran en función a la cantidad; pero en la ventanilla aduanera se puede verificar que el tránsito de productos hacia Bolivia es libre.

La actividad comercial es durante todo el día

En Pocitos, la actividad es febril. En menos de una cuadra hay más de una docena de casas de cambio y varios puestos callejeros de cambio de divisas.

A ambos lados de la calle y por varias cuadras se extienden puestos de venta de todo lo imaginable, desde herramientas, pasando por zapatos, hasta comida. En los restaurantes de paso, los precios están en bolivianos y en pesos argentinos, cualquier moneda es aceptada, lo que no sucede en Salvador Mazza.

Amas de casa bolivianas cruzan la frontera para ir a la tienda por las compras del día, lo mismo sucede del otro lado.

En Pocitos hay un puesto policial y “cuadratracks” para hacer patrullaje. La prensa local señala que fueron obtenidos después de huelgas y protestas vecinales por la inseguridad ciudadana generada por el contrabando y el narcotráfico que campean en ambas zonas fronterizas.

Sin embargo, el verdadero negocio comienza en los galpones de acopio en Pocitos desde donde se distribuyen los productos de contrabando al resto del país, una actividad que está socavando a la industria nacional, sobre todo la de alimentos.