“La caída de los precios podría provocar el colapso de la minería boliviana”

Henry Oporto, investigador y experto en temas mineros. La caída de los precios de los minerales es el síntoma de un cambio de ciclo económico, según el experto.

imageHenry Oporto (centro) con periodistas de Página Siete.

Página Siete, La Paz, Bolivia



Henry Oporto, sociólogo, investigador de la Fundación Pazos Kanki y experto en temas mineros, sostiene que la prolongada y persistente caída de los precios de los minerales en el mercado internacional podría ser el «detonante” de una crisis mayor de la minería boliviana y, eventualmente, del «colapso” de la industria minera.

«Estamos viviendo un cambio en el ciclo económico, por los menos en la minería. Hemos ingresando a un ciclo de bajos precios y parece que los bajos precios han llegado para quedarse”, dice en la entrevista dominical del Desayuno de Trabajo de Página Siete.

¿Qué opina sobre la caída de los precios de los minerales y cuál será su impacto en la economía nacional?

Mi impresión es que esta caída es el detonante de una crisis en la minería boliviana, una crisis que está  en pleno desarrollo y que eventualmente puede llevar a un colapso de la minería del país. Yo veo así de grave la situación, porque esta caída de precios se solapa con una serie de problemas estructurales que viene  arrastrando la minería boliviana.

¿Cuáles son esos problemas?

Son básicamente cuatro. Primero, la capacidad productiva del país está muy disminuida. Es un problema que tiene décadas. Seguimos siendo un país con recursos abundantes en estaño y, sin embargo, nunca hemos podido recuperar los niveles de producción de los años 40 o 50. La capacidad productiva se ha estancado y actualmente dependemos básicamente de cinco minerales. El segundo problema es que las reservas se han ido agotando progresivamente y no hay nuevos yacimientos. Los yacimientos en explotación son de principios del siglo pasado, de la era de los Barones del Estaño. No hay nuevos yacimientos debido a que no hay actividad exploratoria. Tercero, nuestra minería sigue siendo tecnológicamente atrasada,  de altos costos  de producción y, por lo tanto, de baja producción, salvo alguna que otra excepción en el sector privado. El cuarto problema, que explica  en gran medida los otros tres, es una sequía crónica de inversiones. Este  año  Perú estará invirtiendo aproximadamente  10.000  millones de dólares, a pesar de la caída de los precios, mientras que en Bolivia, según datos del INE, en 2013 recibimos sólo 151 millones de dólares de inversión extranjera directa, que es menor a los 218 millones de dólares de 2012.

Un diagnóstico complicado…

Sí, todo esto está configurando una realidad dramática y es que nuestra minería, justamente por ser tecnológicamente  atrasada y de baja productividad, es altamente dependiente de precios altos. Es decir, es rentable o sostenible económicamente en un escenario de precios altos; cuando bajan, tiende  a ser menos rentable y, en una situación extrema, deficitaria. Y ésa es justamente la situación que estamos  empezando a vivir. El conjunto de la minería boliviana tiende a entrar en una situación deficitaria, salvo algunos enclaves de la minería privada, como San Cristóbal, Manquiri, unas cuatro empresas que tienen altos niveles de eficiencia y productividad.

¿Ésta es una situación coyuntural?

Eso es lo que hay que preguntarse, si es un fenómeno coyuntural o estructural. En el caso de la plata,  el pico más alto de precios se dio en 2011, con 47 dólares la onza troy. Hoy está en 17,14 dólares. Se trata de un verdadero derrumbe. Es menos acusado en el caso del estaño. El precio más alto se dio en 2011, con 15 dólares la libra fina. Hoy está en 8,96. El zinc se ha mantenido,  pero es probable que también  termine a la baja. Estos tres minerales representan el 75% de las exportaciones bolivianas en valor. Esta situación está afectando al conjunto del sector minero.

¿A qué se  debe la caída de  los precios?

Fundamentalmente a una contracción de la demanda. La desaceleración de China explica en  gran medida la contracción de la demanda mundial. Todo indica que esa desaceleración se va a mantener por algún tiempo y eso está  afectando al mercado mundial. Otro factor es la reducción de las inversiones especulativas, que se venían refugiando desde tiempo atrás en el oro, la plata, el petróleo, etcétera. Esta demanda artificial, producto de la especulación, y la demanda real, resultado del alto crecimiento de los emergentes,  sobre todo de China, se ha revertido. Pero, al mismo tiempo, tenemos un stock de producción que ha ido creciendo en años anteriores y ahora está  saliendo al mercado. Hoy tenemos un desfase entre la demanda, que empieza a caer, y la oferta, que se mantiene arriba.

Entonces, no se trata de un fenómeno coyuntural…

Estamos viviendo un cambio en el ciclo económico, por lo  menos en la minería. Hemos ingresando a un ciclo de bajos precios. Parece que los bajos precios han llegado para quedarse. ¿Por cuánto tiempo? No lo podemos saber, pero todo índica que no es coyuntural. La literatura especializada  internacional está coincidiendo en que el  súper ciclo de altos precios se acabó en 2011. Hay un estudio que proyecta varios escenarios y señala que  en  2025 el precio de la plata difícilmente va a superar los 20 dólares la onza troy. El costo de producción de la plata en Bolivia está en 18 dólares. La empresa Manquiri es productora y exportadora de plata, también San Vicente y San Cristóbal, aunque ambas tienen además zinc, y eso les está ayudando a compensar el impacto de la caída del precio de la plata. Es decir, las operaciones de plata en Bolivia ya estarían trabajando a perdida. Y si eso está afectando  a la minería privada,  ¿qué pasa en la estatal, que depende básicamente del estaño? Colquiri tiene zinc, por eso se dice que todavía tiene utilidades, pero Huanuni, que es la mina más grande de Comibol,  produce casi exclusivamente estaño. No hay una cifra precisa suficiente confiable sobre el costo de producción, se manejan distintas cifras, pero podría estar entre 8,5  y 8,9 dólares.

Esto coincide, además, con la baja generalizada de las materias primas, no sólo de los minerales…

Por eso podemos hablar de un cambio en la dirección del ciclo económico internacional. El súper  ciclo de  las materia primas se acabó. Hoy estamos ante una inflexión, hacía un ciclo de precios bajos. Los más afectados son los minerales, pero no es un fenómeno que esté afectando  únicamente al  sector minero. También  está afectando al sector agrícola.

¿Cómo va a manejar  el Estado esta crisis? Todos los sectores afectados, como los cooperativistas, han anunciado presiones…

Le van a arrancar al Gobierno subvenciones, tanto para la minería estatal como para la corporativizada. Ya ocurrió eso en   2009 y 2010, cuando hubo una caída de precios  y las cooperativas le arrancaron decretos mediante los cuales el Gobierno otorgaba una subvención para las operaciones de las cooperativas. Ésa va a ser la salida. Lo mismo va  a ocurrir con la minería estatal. Es interesante el caso de Huanuni. No solamente está soportando los rigores de los menores precios, sino una fuerte caída en la producción. En el primer trimestre de 2014 se ha reportado una caída de producción del 70%. Se dijo que en los meses siguientes iba a recuperarse, pero no sabemos cuánto, no hay datos oficiales. Se dijo que había cerrado su gestión de 2013 con un millón de dólares de utilidad; sin  embargo, a junio de este  año se ha reportado una pérdida de 2,4 millones de dólares. Es un problema estructural. Entonces, tanto en la minería cooperativa como estatal, probablemente vamos a asistir a una  creciente presión política sobre  el Gobierno para arrancarle subsidios que les permitan seguir operando.

¿Por qué hay tan poca inversión extranjera?

Por las condiciones generalmente adversas. Los inversores consideran que Bolivia es un país de alto riesgo y esa percepción se ha agudizado en los últimos años con las nacionalizaciones, la ola de avasallamientos en las minas. Las empresas se sienten cada vez menos protegidas, más vulnerables,  no  hay reglas claras. Básicamente es un problema de inseguridad  jurídica, falta de confianza. El Estado no tiene capacidad y aunque hubiera dinero disponible para inversiones en operaciones mineras, el cuello de botella es que no hay reservas porque no ha habido actividad exploratoria. Según una publicación especializada, en 2013, en América Latina hubo una inversión en exploración de 3.847 millones de dólares, con 916 millones en México, 908 en Chile y 688 en Perú. En Bolivia apenas fue de 13,9 millones de dólares. Eso es simplemente nada. No  creo que el Estado pueda invertir en exploración. El sector privado sí, porque tiene capacidad tecnológica y financiera y experiencia. El problema es que este  sector no quiere invertir en Bolivia. Necesitamos un programa agresivo intenso de inversión exploratoria. Según estimaciones, Bolivia debería invertir en  2015 unos 300 millones de dólares anuales en exploración, o sea 1.500 millones en cinco años.