La salida al mar con soberanía está minada

La línea de la Concordia fue negociada en seis ocasiones. En el pasado, Chile ofreció este espacio como punto de acceso al mar para Bolivia, pero la cesión depende de Perú.

El sueño boliviano de una salida al mar con soberanía está minado

La línea de la Concordia fue negociada en seis ocasiones. Chile ofreció este espacio, pero la cesión depende de Perú. Se trata de un territorio fronterizo entre Perú y Chile, que hoy está controlado y no tiene población ni negocios. EL DEBER estuvo ahí.

imageExcancilleres recuerdan que el país transandino ofreció acceso soberano al mar a Bolivia en esta zona.



Iván Paredes / ARICA, EL DEBER

Un Cristo con los brazos abiertos parece haber sellado la anhelada concordia. No es así. La costa fronteriza entre Chile y Perú es un campo minado y con fuerte control policial por ser un paso limítrofe. En esta zona está el sueño boliviano de salir al mar con soberanía, pero tropieza con adversidades que van desde la intención de una intensa negociación por un enclave hasta la negativa de las más próximas ciudades de Arica (Chile) y Tacna (Perú) de dividir su relación contractual, que se sustenta principalmente en lo comercial.

Seis veces Chile ofreció a Bolivia retornar a un acceso al océano Pacífico con soberanía por la denominada Línea de la Concordia. Ninguna se concretó por diversos factores, entre ellos, la protesta peruana y hasta la increíble negativa del propio Congreso boliviano en 1895. Hoy, la zona tiene habitantes transitorios, ya que son solo funcionarios de migración de Perú y Chile y varios policías de ambos países que controlan el paso. No hay negocios, menos atracción turística. Y peor aún un paseo por la costa, ya que está minada.

EL DEBER visitó la Línea de la Concordia. Está a 45 minutos de la ciudad chilena de Arica y a 30 de Tacna, localidad peruana. Ambos municipios son divididos por un impresionante control policial, algo similar al paso fronterizo entre Estados Unidos y México. Cada país tiene modernos edificios donde funcionan sus oficinas de migración, pero además tienen al menos tres tipos de controles policiales: antidrogas, de investigación especial y de control de alimentos y productos. En la zona se tarda 20 minutos para hacer los trámites, hay que bajar dos veces del vehículo para seguir el recorrido.

Solo en vehículos

Es imposible andar en los tres kilómetros en que se instaló este paso. Los uniformados lo prohíben y presionan para continuar el camino en el motorizado. Tampoco permiten cruzar a la zona costera, que está aproximadamente a dos kilómetros del control migratorio. “El campo está minado, no se anime a ingresar”, es la advertencia del cuerpo policial de ambos países.

La explicación es una sola: es zona fronteriza y se permite solamente un paso fugaz, ya que en el área no se acepta la instalación del comercio y mucho menos asentamientos para vivir. Los terrenos son de ambos Estados e incluso se instalaron en la costa (se ve muy lejos) puestos policiales que prohíben el acceso a particulares y que controlan que nadie se accidente por las minas instaladas.

Esta zona minada puede ser el sueño boliviano. Aunque la administración de Evo Morales no la negocia específicamente en este instante, es la única costa que Chile ofreció ceder a Bolivia a lo largo de la historia.

En la coyuntura actual, la demanda de Bolivia plantea que Chile se siente a negociar el acceso soberano al mar, pero de buena fe. El tema está en manos de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y Línea de la Concordia ya tiene antecedentes como espacio a ser negociado.

Ofrecimientos

El excanciller Armando Loaiza enumeró seis episodios en los que Santiago estuvo dispuesto a ceder un espacio soberano a La Paz. Los más importantes, para la exautoridad, son los acuerdos en 1895, cuando Chile estuvo dispuesto a ceder Arica y Tacna o, en su defecto, la Caleta Vítor hasta la Quebrada de Camarones, donde ahora se asienta la Línea de la Concordia. Por otro lado, en 1950, cuando ambos países suscribieron notas que establecían el retorno de Bolivia al mar con soberanía por el norte del norte chileno.

“En el caso de 1895 eran como 40 kilómetros de costa y sobre todo una posición soberana, pero el Congreso boliviano no lo quiso aceptar; eso es algo increíble”, lamentó Loaiza.

El caso más claro en el que se negoció un acceso al norte de Arica se dio en 1950. Años antes, en 1946, el entonces presidente chileno Gabriel González Videla le expresó al también entonces canciller boliviano Aniceto Solares y al embajador Alberto Ostria Gutiérrez su predisposición para iniciar negociaciones para que Bolivia vuelva al océano Pacífico con soberanía. El diplomático Ostria logró acordar las notas de 1950, que concretamente decían: “Entrar formalmente en una negociación directa destinada a buscar la fórmula que pueda hacer posible dar a Bolivia una salida propia y soberana al océano Pacífico, y a Chile obtener las compensaciones que no tengan carácter territorial y que consulten efectivamente sus intereses”.

Este acuerdo pasaba por la Línea de la Concordia y La Paz evitó compensar parte de su territorio, ya que se hablaba en ese entonces ceder parte de las aguas del lago Titicaca, ubicado en el departamento de La Paz.

Otra negociación

Otro episodio ocurrió en 1920, cuando Santiago, a través del diplomático chileno acreditado en La Paz, Emilio Bello Codesido, suscribió un acta con el entonces canciller boliviano Carlos Gutiérrez, en la que se comprometió a ceder una zona importante al norte de Arica y de la línea del ferrocarril. Esta negociación abarcaba desde la línea de la Concordia hasta la misma costa ariqueña.

“Chile jamás dividirá su territorio, eso está claro. Chile no puede aceptar perder la continuidad territorial. Que se llegue a este lugar sería una lógica geográfica. La Línea de la Concordia es la salida más lógica, tal como se dio en las negociaciones desde 1895”, rememoró Loaiza.

Un cuarto caso se dio en 1926. Chile estaba dispuesto a ‘entregar’ Arica al Gobierno de La Paz. Y en 1975 y 1987, los últimos casos, se fijaron planos, donde se entregaba al menos 50 kilómetros de la Línea de la Concordia.

En 1975, Chile propuso a Bolivia la cesión de una costa marítima soberana, ubicada entre el norte de Arica y la Línea de la Concordia. Este pacto, conocido como el Abrazo de Charaña y logrado por los exdictadores Hugo Banzer Suárez y Augusto Pinochet, fue desechado por exigencia de Santiago y porque Perú se opuso a que La Paz domine un territorio que antes le pertenecía, ya que tanto Lima como Santiago firmaron en 1929 un acuerdo en que Chile no puede ceder espacios que antes eran peruanos.

“Será imposible que Chile divida su continuidad territorial, eso fue y será imposible”, consideró el historiador y diplomático Ramiro Prudencio, quien añadió que la zona “más lógica” para que Bolivia tenga un acceso soberano al mar es el paso fronterizo entre Chile y Perú.

En 1987, Chile estaba de acuerdo en que no se corte su continuidad territorial y otorgar un espacio marítimo a Bolivia por el norte de Arica.

El último acercamiento

En 2007, ni bien ingresó el Gobierno de Evo Morales hubo negociaciones, antes de que se promulgue la nueva Constitución Política del Estado, cuando estaba permitido tramitar un acceso al mar sin soberanía, y eso es lo que hizo la diplomacia boliviana.

El exvicecanciller Hugo Fernández reveló que “había una propuesta de encontrar una salida al mar al límite que tienen Perú y Chile en la Línea de la Concordia”. Esa oportunidad fue trabajada por los niveles más altos, pero fue truncada porque La Paz dispuso introducir en su texto constitucional que Bolivia debe tener un acceso soberano al mar. Luego, se decidió acudir al CIJ para lograr el objetivo.

Además, Lima había instalado un proceso contra Santiago en la CIJ, que finalmente ganó. Este viernes, el canciller chileno Heraldo Muñoz dijo que la presidenta Michelle Bachelet nunca negoció soberanía, sino acceso al mar pero sin esa cualidad.

Perú juega un papel vital en este proceso. Firmó con Chile un tratado que le prohíbe a Santiago ceder terrenos que antes pertenecieron a Lima, como el caso de Arica, y concretamente la Línea de la Concordia. El Gobierno peruano, desde Alan García hasta Ollanta Humala, no se opuso a que Bolivia vuelva al Pacífico, pero no existe un documento firmado, lo que sugiere el expresidente y portavoz de la demanda marítima, Carlos Mesa Gisbert.

Las negativas

El alcalde de Arica, Salvador Urrutia, teme por una solución al diferendo marítimo entre Chile y Bolivia. Cree que la “buena relación” con Perú se vería lastimada y consideró que su municipio quedaría afectado si un tercer país, en este caso Bolivia, “divide” la continuidad territorial. “Desde Santiago piensan que esa es la solución, pero no es así, no piensan en que con Perú tenemos mucha relación, comercial y turística, imagínese dividir eso”, dijo.

El burgomaestre no se opone a que Bolivia tenga un acceso al mar. Explicó los beneficios que supuestamente La Paz tiene en el norte chileno. Uno de ellos las facilidades en el comercio marítimo en el puerto

de Arica.

“En la frontera se mueven seis millones de personas al año y, de ese total, más de dos tercios son ariqueños que van a la ciudad peruana de Tacna, porque allá todo es más barato: la ropa, comida, servicios médicos. Allí cobran la décima parte de lo que cuesta en Arica” relató el alcalde ariqueño a este medio.

En Tacna la posición es similar. No quieren que Bolivia ‘divida’ la frontera. El burgomaestre de esa ciudad peruana, Luis Torres, no quiere que la línea divisoria entre ambos países sea ajustada por la incursión de Bolivia. “Tenemos mucho comercio con Arica, eso ya está consolidado”, dijo.

La Paz acudió a la CIJ para que obligue a Santiago a negociar un espacio soberano. Enumeró los denominados actos unilaterales, episodios que Chile ofreció mar, como prueba de que puede volver al mar con soberanía. Desde el 4 de mayo se conocerán los alegatos que presentó Chile para objetar la competencia del tribunal internacional. Bolivia confía en que seguirá el juicio.