Bolivia y la democracia

Mauricio Ochoa Urioste*ochoaLas declaraciones del Coronel Germán Cardona (CGC) y su petición de asilo en España, y el frustrado intento de enjuiciamiento criminal contra la periodista Amalia Pando (AP), se convierten en otra punta del iceberg que patentiza una vez más que en Bolivia la libertad de expresión, la libertad de prensa, y la libertad sin mayores bemoles, están en un nivel que dista mucho al de las sociedades modernas.Conocí personalmente al CGC en Santa Cruz de la Sierra, así como a AP en entrevistas que me hizo en La Paz. Tengo la impresión que son personas con un gran talante democrático, y en ellos se deja entrever un elevado sentido de una sociedad más justa, libre y tolerante. Y es que la libertad, supremo valor societario en los países democráticos, no se reduce al simple ejercicio de una lista de personalidades del mundo político en aparente disputa; sino, antes que nada se expresa en la tolerancia recíproca, entendida ésta como un infatigable ejercicio personal de reconocimiento de diferencias, debate no restrictivo de ideas, y la posibilidad de una sociedad menos maniqueísta y más abierta al diálogo.El constante atrincheramiento de posiciones políticas en Bolivia es un mal que viene de muchos años, quizá décadas, o centurias. Bolivia se ubica en un lugar dónde lo “blanco” y lo “negro”, no tiene matices. Muchas personas extranjeras con las que conversé y que conocen la política boliviana, han sido coherentes al decirme que en Bolivia se lleva adelante una lucha absurda entre oficialistas y opositores. El último rompimiento del eje democrático se tejió desde el momento que se habló de “coaliciones” en un sentido despectivo. En realidad, en una sociedad moderna las coaliciones gubernamentales, la integración en las carteras de Estado con partidos políticos opositores, son tan necesarios en la gestión de Gobierno como el tajamar de dónde mana el agua de cada día.No se encuentran caminos viables por lo pronto, y esto es algo que debería reflexionar la sociedad en su conjunto. ¿Qué es democracia? ¿Cuáles son sus valores principales? Son preguntas tan sencillas, pero tan difíciles de responder en esta suerte de atrincheramiento de diferentes concepciones. La batalla, el hundir al adversario, son las pestes de nuestra historia – llena por ello de golpes militares y regímenes autoritarios -.Coexiste con la libertad, un concepto paralelo: el respeto estatal – y en un sentido más amplio social – de la dignidad del ser humano. La violencia estatal está presente en la criminalización a diestra y siniestra del contrario, no pocas veces sumado al rompimiento absoluto de la ley.¿Hemos avanzado en la construcción de una sociedad más democrática estos últimos años? Estoy seguro que muchos dudarán, no pocos responderán que sí, y otros que no. De la respuesta que se tenga, sin embargo, ¿quedará algún vestigio de un anhelado encuentro de personas de carne y hueso que se propongan reflexionar en profundidad sobre este tema? Lamentablemente, creo que también son muchos los que están tan afincados en sus beneficios temporales que nada desean preguntar, y nada desean responder.*Abogado