La indiferencia que duele

Gabriela Ortuño Gonzaleslitoral1Bolivia ha ido arrastrando el conflicto marítimo desde hace más de 136 años, la negativa chilena ante la situación, nos ha hecho querer aún más recuperar aquellas costas que una vez nos fueron “arrebatadas injustamente” Pero, ¿hasta qué punto este tema le interesa a la juventud?Es cierto que desde pequeños nos inculcaban el típico festejo del 23 de marzo, en el cual cantábamos aquella melodía que reclamaba las costas, que según nuestros abuelos y padres, los chilenos usurparon a espaldas del pueblo boliviano, pero, ¿lo hacíamos de corazón o era una obligación impuesta? No se habla por toda la juventud, ni se pretende generalizar esta situación, pero debemos considerar que el tema marítimo le es indiferente a la mayoría de la juventud boliviana. Varias veces, entre jóvenes, escuchamos preguntas tales como: “¿Piensas que merecemos recuperar el mar?”, las respuestas no sorprenden: “ah, no sé, no creo que nos devuelvan el mar”.A la mayor parte de los jóvenes no nos importa, no nos importa si es que los chilenos fueron los usurpadores, no nos importa si es que nos devolverán el mar, no nos importa quien fue culpable de que, así de simple, “¿Pero, donde está tu espíritu patriótico?, “¿Acaso no te importa el futuro de tu país?”. El tema nos es indiferente, por las mismas respuestas a estas preguntas.En cuanto a la primera, lo cierto es que el “espíritu patriótico” se puede expresar de diferentes maneras, amamos a nuestro país, amamos nuestra cultura, nuestra diversidad, pero ¿necesariamente debemos mostrarlo a cada persona que se cruce en nuestro camino?, la respuesta es NO. Podemos amar a nuestro país y cultura en silencio, no se necesita probar a nadie que en efecto “amamos a nuestro país”, mucho menos apoyando algo con lo que no, muchos, no nos encontramos totalmente de acuerdo (aunque ese es tema para otra columna).En cuanto a lo segundo, el tema del futuro del país jamás ha sido muy claro, hasta que se oyen declaraciones como: “la economía boliviana mejoraría demasiado con el mar”. Ahora bien, ¿es cierto este discurso de la economía? La mayoría de los alegatos que se manejan es que contar con un puerto, aumentaría las reservas económicas del país, al llegar a acuerdos comerciales con otros países para que exporten sus productos vía marítima.Esto es bastante cierto, pero no se toman en cuenta dos cosas importantes, primero, el costo de la construcción de un puerto es bastante alto, el gobierno tendría que usar los escasos recursos monetarios con los que cuenta el Estado, sin mencionar que requiere bastante tiempo para su realización. Pero hay quien preguntará, ¿Acaso no vale la pena invertir un poco más de dinero y tiempo, en algo que beneficiaría al país?, la respuesta es simple, claro que si vale la pena, cuando se trataría de un beneficio seguro para el país. Segundo, actualmente, en el Pacifico, existen vastos puertos, a través de los cuales se realizan miles de exportaciones porque los países de Latinoamérica ya tienen acuerdos ventajosos respecto a su uso, entonces ¿de qué les serviría un puerto más?, de nada. Es en este sentido que este alegato podía haber sido valido cien años atrás, no obstante, en la actualidad, con los varios tratados de libre comercio y los múltiples acuerdos de integración, es casi inútil.En lo que debe enfocarse el país, los gobiernos, el pueblo, es principalmente en mejorar las condiciones dentro del país, con lo que tenemos. Poseemos tantas riquezas, tantos recursos, tanto talento, pero insistimos en quedarnos atascados en el pasado, exigiendo algo que perdimos hace mucho tiempo y que sabemos que no va a retornar, solo por ser “patrióticos”.No es mi intención afirmar que de hecho a los jóvenes poco les importa el tema marítimo, ni mucho menos que el país no merece el retorno a las costas marítimas, pero si quiero hacer notar que a muchos jóvenes les es un tanto indiferente el tema, porque los alegatos que se manejan no tienen un sustento que pueda convencernos de que Bolivia de verdad resultaría beneficiada con un acceso al mar. Lo peor de esto, es que esta indiferencia se encuentra oculta, los jóvenes tenemos miedo a mostrarla. Y es que la sociedad condena tanto tal indiferencia, que uno se ve obligado a “interesarse” por este tema, es por esto que cuando profesores o docentes (un tanto mayores), afirman fervientemente que Bolivia merece que Chile le devuelva el mar, se tiende a una reacción  tan patriótica, incluso más exacerbada que la de la Alemania nazi, porque de lo contrario, si es que esta indiferencia se hace visible, les duele tanto que te tildan de traidor a la patria, en pleno siglo XXI.