9 de 10 trabajadoras sexuales sufre vulneraciones

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Ref. Fotografia: Pese a los avances en favor de las personas que se dedican a prestar sus servicios sexuales, el sector aún sufre vulneración a sus derechos , piden respeto.

Nataly es trabajadora sexual desde sus 18 años y aún se muestra incrédula a los cambios que pueda generar la nueva ley de protección al trabajo sexual que se gesta en la Asamblea Legislativa Plurinacional.

Ella dice que las heridas que le ha dejado la sociedad por ejercer esta forma de vivir son incurables e insuperables, pero pese a esto se mantiene en el oficio que le ha permitido llevar adelante a sus cuatro hijos, pues de sus padres no quiere hablar afirmando que ya se dio por vencida en el amor.



Pensar que a su hija le puede pasar una milésima de lo que le tocó vivir y aún vive, es uno de sus mayores miedos.

Un drama que devela los abusos al sector.«Si hay algo que me amarra a esto es precisamente el miedo de que mi hija vaya a sufrir en la vida lo que yo padecí, si uno no estudia no es nadie en la vida y eso lo tengo bien claro, esta es la única manera que me permite dar a mis hijos dar todo lo que necesitan, pues no espero nada de nadie», expresa la mujer.

«Contarle todo lo que me ha tocado vivir y los abusos que he padecido me demoraría horas y días,» dice la mujer con una mirada esquiva y de quien no confía ni en su misma sombra.»¿Denunciar?, A quiénes si la mayoría de los abusos que sufrimos viene desde los mismos policías», dice en tono irónico.La última vez que tuvo contacto con un policía no fue precisamente para pedirle auxilio. «La última vez que tuve uno cerca me pegó luego de violarme, porque no me dejé (abusar), los golpes ni los sentí de rabia, yo me repuse, pero él no sé si pudo borrar la cicatriz que le dejé en el rostro. No me arrepiento, porque si no reaccionaba en ese momento, hoy hubiese estado en la larga lista de violadas por los policías», señala la mujer, quien dice haber perdido la cuenta de los abusos, chantajes y sobornos por parte de este sector.

«Antes nos alzaban en camionetas a todas y nos llevaban a las cabañas, allá nos desnudaban y nos pegaban, las más jóvenes y las más nuevas se llevaban la peor parte, pues para que las liberen debían dejarse abusar por los policías, a las demás nos sobornaban, ahora ya estamos organizadas y hay instancias que nos apoyan, pero esto no nos libra de los chantajes y sobornos y maltratos psicológicos que nos hacen», complementa.

Pese a leyes los abusos siguen hacia las trabajadoras de la noche. Según lo que estima el sector, al menos el 90% de las trabajadoras sexuales sufre o ha sufrido vulneración a sus derechos y en la misma medida ha sido sobornada por ejercer este oficio.

Si bien la presidente de la Asociación Nacional de Trabajadoras Sexuales de Bolivia, Lily Cortez, destaca los avances que se han logrado en los últimos años gracias a la Ley Contra la Discriminación  y la Ley Contra el Maltrato Femenino, afirma que esto no ha evitado que hombres y mujeres que ofrecen sus servicios sexuales no sean discriminados ni abusados, principalmente por efectivos de la ley y el orden.

Sin embargo, al mismo tiempo lamentó que este tipo de situaciones aún sigan siendo invisibles en la sociedad, que parece abrirse más para comprender esta forma de vivir. «Hay mayor conciencia en la sociedad que ya está aceptando que este es un trabajo como otro, pero lastimosamente estos abusos que son producto de actos discriminatorios y violentos, aún permanecen en el silencio, pues no se denuncian debido al temor de las mujeres que se dedican a este oficio», señala la mujer.

Según manifiesta, existe mucha desconfianza del sector en que se le haga justicia en casos de violencia y sobornos por parte de policías que es el principal problema que enfrenta el sector después de la explotación por parte de proxenetas.

Solo como ejemplo está el departamento de Santa Cruz, donde en lo que va del año apenas se han  registrado tres denuncias de vulneración a derechos de trabajadoras sexuales en la Defensoría del Pueblo.»A esto se suma la situación social de muchas mujeres que se dedican a este oficio y que llevan una doble vida para evitar problemas con su entorno social, pues en el día puede estar llamándose Carla y en la noche Lola», señaló Cortez.

Entre la calle y cuatro paredes.  Estas situaciones ponen entre la espada y la pared a las miles de mujeres que eligen llevar este estilo de vida, pues en el afán de escapar de los sobornos  y chantajes de calles, se deben enfrentar a la explotación laboral por parte de muchos proxenetas o lenocinios que torturan a las trabajadoras a su manera.

Este es el caso de Lucy, una mujer de 35 años que se dedica a la prostitución desde hace 12 años.

Ella cuenta que hace cuatro años decidió dejar la calle para entrar a  un local a trabajar, «creyendo que me iría mejor, caí en la explotación», señala la mujer quien afirma que durante el tiempo que trabajó dentro de un lenocinio, vivió iguales o peores situaciones que en la calle que es su lugar de trabajo. «Pensé que me iría mejor, pero no valía la pena. Allá adentro no puedes rechazar a los clientes, ni mirarlos feo porque si se quejan te descuentan porcentajes o por último no te pagan por el servicio, si te toca un gordo, flaco, atrevido o irrespetuoso debes soportar en contra de tu voluntad y además darle la mitad o más al dueño del boliche», señala la mujer que hoy destaca las «ventajas de la calle».

«Trabajar aquí tiene sus riesgos pero vos sos dueña de tu tiempo, de elegir a tus clientes sin dar tu dinero o cuentas a otros. Aunque lo ideal sería que trabajes y todos respeten lo que haces dentro o fuera de cuatro paredes», confiesa.

La realidad en Santa Cruz, piden respeto al sector. De acuerdo con  Verónica Pérez, presidente de la Asociación de Trabajadoras Sexuales de Santa Cruz, en el departamento existen al menos 2.000 mujeres que se dedican al trabajo sexual y de ellas al menos el 20% opta por trabajar en la calle debido a las vulneraciones que sufren en los lenocinios.Sin embargo, en este sentido, lamentó que pese a los avances que se están gestando a favor de este sector de la sociedad, aún existan abusos de instancias públicas hacia las trabajadoras sexuales.El sector está cansado de que cada vez policías o guardias de seguridad o municipales les pidan su carnet de sanidad. En realidad los únicos acreditados para solicitar esta documentación a las trabajadoras sexuales son el Servicio Departamental de Salud (Sedes), el Ministerio de Salud o el cliente» enfatizó.

A nivel nacional el 30% decide ‘autogestionar’ sus servicios. Por su parte la líder nacional, Lily Cortez, indicó que el 30% de las trabajadoras sexuales ha conseguido independizarse de su proxeneta obteniendo beneficios económicos, de seguridad y laboral,

La acción de no dependencia del proxeneta, también conocido como autogestionarias, es un movimiento que empezó en La Paz hace cinco años y que se expandió a otras regiones del país logrando buenos resultados en el servicio que ofrecen las meretrices.

Lily Cortez explicó que las meretrices forman asociaciones para administrar los locales o burdeles, luego que se alejaron de los proxenetas.

Estadística nacional.  A nivel nacional se estima que hayan más de 40 mil trabajadoras sexuales, según los datos de la Organización Nacional de Activistas por la Emancipación de la Mujer (ONAEM). Las mayores cifran están en Santa Cruz, La Paz y Cochabamba.

LegislaciónAguardan por ley desde 2013

A dos años de su promoción, el proyecto de ley que fue presentado ante la Cámara Baja de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) para la Regulación del Trabajo Sexual en Bolivia es analizado por la Asamblea Legislativa Nacional, para su aprobación en Grande, por lo menos así lo informó la Asociación Nacional de Trabajadoras Sexuales de Bolivia.

«Estamos muy satisfechas con los avances y el apoyo que se ha logrado para que los derechos de las trabajadoras sexuales, es hora de que la sociedad vea que esto no es un acto de vergüenza sino un trabajo común y corriente del cual sustentamos a nuestras familias», señaló Lily Cortez.

La mujer destacó que el proyecto tiene el objetivo de regular las condiciones de trabajo, evitar la discriminación y el trato arbitrario, estableciendo derechos y garantías de los y las trabajadoras sexuales, en el marco de la salud pública y la seguridad ciudadana.

En ese marco, dijo que la norma reconoce el trabajo sexual como un medio de subsistencia para aquellas personas que lo ejerzan de manera libre y voluntaria y establece las obligaciones para garantizar su realización en concordancia con la paz social.

Asimismo la norma busca también prevenir, controlar y luchar contra la explotación sexual, trata y tráfico de personas así como el tráfico sexual de niños, niñas y adolescentes.

«Lo más importante de la normativa es que servirá para acabar con la vulneración de los derechos de más de 40 mil personas que se dedican a ofrecer servicios sexuales en el país», señaló la dirigente que aguarda una respuesta positiva desde el Ejecutivo nacional para aplicar esta  norma a nivel nacional.

DatosEsta es la realidad del sector

Estadísticas: El 20% de las 50.000  trabajadoras sexuales de Bolivia tiene menos de 17 años,  según  la Organización de Trabajadoras sexuales de Bolivia (OTNB), Lily Cortez.De acuerdo con la líder 50.000 trabajadoras sexuales, de ellas, el 20% son menores de 17 años.El 60% de las trabajadoras sexuales tiene entre 18 y 50 años y el 10% es de la tercera edad, es decir de más de 50 años. Asimismo el 90% de las mujeres de su sector trabaja porque debe mantener a sus hijos.

Sectores: La trabajadoras sexuales  se dividen en tres niveles: las de la calle, que ganan hasta 50 bolivianos por cliente; las de locales, que trabajan con proxenetas y las VIP.

Requisitos:  Para ser trabajadora y trabajador sexual se deben cumplir los siguientes requisitos: ser mayor de 18 años; conocer y entender los riesgos que implica el trabajo sexual; no padecer ninguna infección de transmisión sexual que afecte a la salud pública, y  ejercer el trabajo sexual de manera libre y voluntariaDeberes.  Debe realizarse exámenes médicos, portar su certificado de sanidad vigente e informarse sobre ITS, entre otros.

«Las denuncias no se hacen visibles porque hay muchas mujeres que llevan una doble vida, por temor a problemas con su familia de día pueden llamarse Carla y en la noche Lola».

Lily CortezPresidente de la Asociación Nacional de Trabajadoras Sexuales