La bandera de Cuba ya ondea en su embajada en Washington

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El hombre, con una camiseta blanca manchada de tinta roja como imitando sangre, estaba esposado con las manos a la espalda y con tres policías rodeándole, sentado dócilmente en el suelo a la puerta de la recién reinaugurada embajada de la república de Cuba en Washington. Cuando los periodistas le preguntaban quién, respondía: «¡Danilo Maldonado!». Pero ése no era su verdadero nombre.

Danilo Maldonado es un grafitero-es decir, una persona que dibuja graffitis en las paredes- cubano de 32 años que fue detenido el día de Navidad por tratar de hacer una performance en el parque Central de La Habana en la que iba a soltar a dos cerdos, llamados, respectivamente, ‘Raúl’ y ‘Fidel’. Desde entonces está en la cárcel.



Mientras el hombre anónimo permanecía con sus esposas, en el suelo de la calle 16 -que a 2,9 kilómetros en línea recta de allí desemboca en la Avenida de Pennsylvania en una plaza en la que está la Casa Blanca- un bien organizado grupo de «inmigrantes centroamericanos» se situó junto a él y empezó a corear consignas a favor de Fidel y Raúl Castro, los hermanos que gobiernan Cuba desde 1959.

Al otro lado de la verja ya ondeaba la bandera de Cuba, alzada apenas unos minutos antes, a las diez y media hora local, en presencia del ministro de Exteriores de ese país, Bruno Rodríguez, el más alto dignatario de ese país que ha visitado Washington desde que en abril de 1960 Fidel castro estuvo en la ciudad.

El hombre seguía gritando que «el presidente Obama tenía miedo de hablar con el pueblo cubano en el exilio», y anunciaba una huelga de hambre. Era la tercera vez que había sido arrestado por protestar contra la apertura entre Washington y La Habana iniciada el 17 de diciembre. Entretanto, los invitados -unas 500 personas, que iban desde el senador republicano Jeff Flake hasta el actor Danny Glover-, ya habían pasado al interior de la sede diplomática, donde estaba la bandera que había sido arriada en 1961, cuando la embajada fue cerrada.

Un mensaje de Castro

Allí, en un salón de actos, y ante una delegación presidida por la subsecretaria de Estado adjunta para relaciones con América,Roberta Jacobson, que iba a acompañada de funcionarios de los Departamentos del Tesoro, Justicia y Comercio, Bruno repitió, casi palabra por palabra, el mensaje que Raúl Castro -el hombre que heredó el poder en Cuba de su hermano Fidel- lanzó a Estados Unidos cuando ambos países acordaron la fecha para la reapertura de relaciones diplomáticas, el pasado día 1.

Para Rodríguez, el evento de ayer «culmina una primera etapa deldiálogo bilateral y se abre paso al complejo y seguramente largo proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales». Un proceso en el que La Habana tiene una serie de exigencias que el jefe de la diplomacia cubana volvió a enumerar ayer: el final del embargo económico de EEUU, la devolución de la base de Guantánamo y el respeto a la soberanía. Eso último es lo más ambiguo. Aunque Rodríguez insinuó lo que significa cuando declaró que EEUU debe seguir una política de «no injerencia en asuntos que solo corresponden a la exclusiva soberanía de los cubanos».

Las palabras de Rodríguez fueron seguidas por una recepción con abundantes mojitos -bastante flojos- en un ambiente de celebración que no oculta que el cambio entre Cuba y EEUU es económico y diplomático, pero no político. De hecho, nada parece haber cambiado en Cuba desde que el 17 de diciembre pasado, Raúl Castro y Barack Obama acordaron iniciar el proceso de normalización de relaciones.

La represión ‘no ha cambiado’

«De acuerdo con la información de que disponemos, la represión a los disidentes no ha cambiado nada», ha explicado a EL MUNDOJosé Miguel Vivanco, director para América de la ONG Human Rights Watch. «Es una pauta de acoso, arrestos sin proceso judicial, y hostigamiento», añade. Para Vivanco, el cambio se produjo hace «entre dos y cuatro años», cuando el castrismo empezó a permitir la salida de disidentes de la isla y a suavizar las penas de cárcel. «Por actividades que antes podían costarte 18 años de cárcel, ahora te caen tres», explica. Es «una represión calculada; una una muestra del pragmatismo de Raúl, que quiere mantener el control de un Estado totalitario pero con el mínimo daño internacional. Se trata de la misma manera de pensar que ha llevado a Castro a realizar la apertura a Estados Unidos».

Ahora bien, Vivanco no duda de que la apertura servirá para suavizar más el régimen. «La experiencia demuestra que si abres la más mínima rendija, la sociedad va independizándose del Gobierno». Es una posición que no comparte Michael Gonzalez, del think tank conservador Heritage Foundation. «Por ahora, lo que tenemos en Cuba es una transición a la vietnamita o a la china», es decir, conliberalización económica, pero no política. Para Gonzalez, los mayores beneficiarios de la política de Obama de tender puentes a La Habana va a ser la familia Castro a través de la empresa GAESA, un conglomerado de compañías vinculadas a las Fuerzas Armadas del país que controlan la mayor parte de la economía cubana.

Mientras esas preguntas encuentran respuesta, el deshielo prosigue. Tras estar en la embajada, Rodríguez fue al Departamento de Estado donde, por primera vez en la Historia, la bandera de Cuba ondea a la entrada del edificio, junto con las demás las enseñas nacionales de los países con los que ese país tiene relaciones diplomáticas. Y es que las banderas fueron colocadas el 5 de enero de 1961, justo 48 horas después de que el presidente Dwight D. Eisenhower, en uno de sus últimos actos como jefe de Estado y de Gobierno de EEUU, rompiera relaciones con La Habana.

Rodríguez se reunió con el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, que el 14 de agosto viajará a La Habana a abrir la embajada allí. Fue otro momento de buenas intenciones y de desacuerdo en todo lo demás. Kerry habló en español. Pero recalcó «las profundas diferencias» entre los dos países. Y, por supuesto, dejó claro que EEUU no piensa devolver Guantánamo.

Fuente: www.elmundo.es, AFP Tv