Así somos los bolivianos

De arriba abajo, Patricia Ovando de las Malditas Infieles, Raúl Mamani de Fuera de Chiste y Sergio Mier de Chaplín hicieron de analistas

De arriba abajo, Patricia Ovando de las Malditas Infieles, Raúl Mamani de Fuera de Chiste y Sergio Mier de Chaplín hicieron de analistas. Foto EL DEBER

Tres humoristas hacen un análisis de como somos los bolivianos, describen sus características, sus cualidades, sus defectos y sus picardías. 

EL DEBER Digital, Santa Cruz

A diez años del bicentenario de la independencia boliviana este 6 de agosto se celebrará como hace 190 años en cada rincón de los 1.098.581 km² del territorio nacional.Se cantará el himno nacional en español, quechua, aimara, guaraní y otras 33 lenguas originarias mientras flamea la tricolor y la wiphala en casas y edificios. Algunos festejarán con desfiles, danzas, platos y licores típicos y algunos se regocijarán con humor y risas.Extra invitó a tres humoristas nacionales, Patricia Ovando (cruceña), Sergio Mier (cruceño con raíces orureñas) y Raúl Mamani (paceño) para que describan el modo de ser de los bolivianos con chispa, ocurrencia, ingenio, burla, broma y optimismo.Ellos rescatan que la diversidad nos une indiscutiblemente a la vez que nos hace más interesantes; además las riquezas naturales y la pluriculturalidad sumada al mestizaje de la población boliviana brindan mayores oportunidades que debíamos explotar en beneficio propio, porque puede representar una ventaja ante nuestros vecinos.Esos conceptos fueron vertidos en tono jocoso. Ovando desde su óptica feminista; Mamani, con su intención de hermandad y Mier, con el ímpetu de su juventud .Patricia Ovando Dicen que para esperar al hombre de sus sueños la mujer se casa; pero hay que ver cómo nos estamos divorciando las mujeres en Bolivia. ¿Será que estamos encontrando al hombre ideal?.Todo se debe a que los hombres han inventado eso de salir solos: lunes de pato, martes de fútbol, miércoles de clásicos, jueves de ‘frater’ y viernes de k’jaras. No hay mujer que aguante un marido salidor que la abandona y la deja en las noches frías sola en casa.La mujer boliviana está cansada de tantas salidas y quiere más atención. Si los hombres se quedaran en casa para darnos amor y afecto nosotras nos levantaríamos a las 6:00 y les cocinaríamos un exquisito bife con huevo, jugo de naranjas y tostadas, pero cuando no nos hacen el mantenimiento necesario, el desayuno es té con pan.Muchas amigas me comentan los defectos de sus maridos, una dice: “no sabe bailar”; otra exclama: “no se acuerda ni de mi cumpleaños”; otra me escribe: “no baja la tapa del inodoro”; alguna más agrega: “ronca como un tractor”.Las bolivianas vivimos el sueño de encontrar un hombre que cumpla todas nuestras expectativas, buscamos alguien que sea bueno, que quiera a nuestra madre, que sea divertido, detallista y atractivo. Lo podemos tener, lo importante es que ninguno de ellos se conozcan entre sí.Aunque también el hombre boliviano tiene grandes virtudes, es un maestro en el arte de ayudar en casa sacando la basura vestido con su short viejo que lo tiene hace diez años, es su preferido, este trapito tiene muchos agujeros y carece de elástico, lo combina con una camiseta que dice: “Banzer Presidente” y las chancletas desgastadas en los dedos y el talón. El bendito pantaloncito corto ya se lo hemos botado a la basura, él lo recoge y se lo vuele a poner, y aun así lo amamos, tal cual malatrasa que nos hace pasar vergüenza con las vecinas.Más la dama boliviana es única (alegre, pero siempre con ojo al charque); luchadora (cuida a su ganado por más cuernos que lleve); trabajadora (gasta su dinero en cosas útiles como carteras y zapatos) y sobre todo es fiel (aunque siempre piense en un antiguo amor).Fuerza, hermanas: “Queremos formar una sociedad pluri- amantes. Es momento de cambiar al panzón por un entrenador (personal training)”.Por todo ello, mi cédula de identidad dice de nacionalidad boliviana y estado civil: arrepentida.Raúl Mamani Hablar del boliviano y sus costumbres es hablar del arcoiris; puesto que los matices son tan diversos y ricos. En mi caso, podría decir que soy una malteada boliviana, nací en la ciudad de La Paz, me crie en Tarija y desde hace 15 años vivo en Santa Cruz, lo cual me da una idea de la forma de vida en cada uno de estos sitios.El paceño, por ejemplo, es especialista en el uso de las onomatopeyas (imitación de sonidos naturales), esto se da en la charla cotidiana para matizar los relatos: El ayudante de transporte interdepartamental que le comenta a su maestro chofer: “Yo, maistro, antes pues viajaba a Tarija, en ahí estábamos bajando la cuesta de Sama, tranquilo así y sin más motivo una camioneta se nos ha metido, uta, casi nos choca, y yo hey dicho siempre este loco accidente va hacer. Y como que, más allacito a otra flota lo ha hecho embarrancar grave, toj toj, ch’oloj, uay, uay, tokc, k’ajj, punch, soojj, tasss, (silencio total en el relato, y agrega), ni un muerto”.Existen una serie de expresiones típicas del paceño. Este no dice hace rato, dice ‘endenantes’; no dice ¿no es cierto?, dice ‘¿no ve que?’; no exclama auch, dice ‘atatáu’; no dice qué impresionante, dice ‘ututuy’. Por otro lado, parece como si tuvieran tanta prisa en hablar, que juntan palabras, por ejemplo no dice pues no, dice ‘nops’; no dice de acuerdo, dice ‘yaps’; no dice no molestes, dice no ‘jods’.Cómo podríamos olvidar la metafísica popular paceña, descrita en alguna canción de Manuel Monrroy, entre muchas expresiones están: “tu wawita chiquitita, bien grandota está”; “oye, tu viejo bien joven se ve”; “aquí se sirve el auténtico falso conejo”; “oye ese tu perro bien burro es”; “¿vas a subir?”. Incluso en alguna oportunidad se pudo leer en la crónica roja de los periódicos o alguna vez oímos por radio: “el cadáver responde al nombre de Walter”.Por otra parte, Tarija, la chura, no por nada es calificada como la capital de la sonrisa, por la particularidad del chapaco de ser jovial y gracioso la mayor parte del tiempo, tanto así que salen de las dificultades siempre con picardía. Como en el caso de un cumpa que arreaba sus burritos, de pronto llega una movilidad apresurada desde Bermejo y al no poder pasar porque la recua obstaculizaba el camino, de tanto pitear y no ser oído, se baja del auto y le grita al campesino “oí, retirá a tus hermanos del camino”, el aludido sorprendido y asustado le responde: “ya papá, pero no se enoje”Sergio Mier El boliviano es un habitante de este condominio llamado Sudamérica que vive en un departamento de nueve ambientes, con planta baja donde hace calor, un primer piso y un pent-house donde te congelás si no entrás con chompa.En nuestro departamento hay distintos tipos de inquilinos que hablan diferentes idiomas. Lo cual nos hace muy diversos, pero al momento de bajar al área común para hacer un churrasco, todos nos parecemos. Nos gusta compartir, la música y todo lo que suene a fiesta. En el churrasco puede faltar yuca o papa, pero nunca falta la cerveza.Al día siguiente está la casa muy sucia. Nos gusta festejar, pero no nos gusta limpiar. Nuestro civismo es cantar el himno más fuerte que el del cuarto de al lado, pero al momento de cuidar nuestras ciudades, nadie hace nada. Estamos en el centro de la urbe y lamentablemente no vemos el mar.Dejando ya de lado esa comparación, no es ningún descubrimiento que vivimos en un país con mucha diversidad. Somos diferentes los del oriente con los del occidente, los de los valles con los del chaco, los del campo con los de la ciudad. Como dice una canción: “qué aburrido sería si fuéramos iguales”. No cabe duda que tiene que haber igualdad en la diversidad. La diversidad nos puede volver especialistas en más áreas y generar una ventaja competitiva ante nuestros vecinos.Eso sí, al boliviano le gusta comer y por alguna extraña razón la letra “CH” se repite en más de una ocasión en el sector culinario.En Cocha (Cochabamba), tomamos chela con chicha, chicharrón, charque del Chapare, choclo y chuño; en Chuquisaca, le aplicamos al chorizo. Con los chapacos nos chupamos con vino y con los chaqueños bailamos chacarera como pisando chulupis. En Santa Cruz le mandamos un churrasco con chimichurri, churiqui, chinchulines y escabeche; chivé y pichiboli en el Beni; y jugando cacho con los chabacanos me picaron los chuturubises y quedé deschavetado o casi chuto.Mis amigos Chino y Nacho primos de Papacho me dijeron vamos a comer pechuga de pollo y fuimos al pollo chino, ese que te sirven con chibi. Fuimos charlando y vimos un choque donde una chembri con chompa, chateando y comiendo chocolate se distrajo y chocó a uno de Chuquiago. El chico le dijo a la chica: – La pucha que eres linda. – Y vos churro. – Vivo en Achumani. -Yo en la Cuchilla. – Apellido Chumacero. – Y yo Chávez. -Me gusta el chuño. – A mí el chipilo. -¿Nos chequeamos mañana?. – Mejor nos chateamos