Cotard: el síndrome de las personas que se creen muertas

No se considera como una enfermedad como tal, pero se cree que está relacionado con mecanismos psicobiológicos que causan la pérdida de contacto con la realidadNo se considera como una enfermedad como tal, pero se cree que está relacionado con mecanismos psicobiológicos que causan la pérdida de contacto con la realidad – MARTIN

En 1882 el doctor Jules Cotard describió un síndrome que supuestamente provocaba que algunas personas tuvieran delirios que les hacían creer que habían perdido órganos, partes del cuerpo o incluso su propia alma.

Es el caso de una mujer filipina de 53 años que llamó al teléfono de emergencias para decir que estaba muerta, que olía a carne muerta y que quería ser llevada a la morgue para reunirse con otros cadáveres. Una vez en el hospital, explicaba que los médicos habían intentado quemar su casa, y confesaba sentirse deprimida, cansada y somnolienta.



Desde que Cotard lo describiera, psiquiatras de todo el mundo han tratado de averiguar si este tipo de casos aparecen a causa de un síndrome concreto, que podría tener un posible tratamiento, o si simplemente se trata de un conjunto de delirios provocados por otras dolencias.

Actualmente, se considera que este raro desorden se caracteriza por «alucinaciones nihilistas» que se centran en la propia percepción del cuerpo, pero aún no ha sido aceptado como enfermedad. Por ello, no aparece en el Manual de Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales (DSM) ni ha sido reconocido por la OMS.

Pérdida del aparato racional

Las personas que lo sufren «son pacientes con un nivel muy alto de sufrimiento», explica en BBC Mundo Jesús Ramírez, especialista del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía de México. «Esto se debe a que han perdido el aparato racional y lógico que tenemos todos».

Ya sea un síndrome como tal o simplemente un conjunto de delirios asociados a otras patologías, este tipo de alucinaciones aparecen en pacientes que padecen esquizofrenia, estados de depresión psicótica, enfermedad de Párkinson, enfermedades cerebrovasculares e infecciones cerebrales. Sin embargo, según Ramírez, «la mayoría de los pacientes que sufren estas enfermedades no van a presentar el síndrome de Cotard».

De hecho, tal como explica en BBC Mundo, en sus años de experiencia solo ha visto 14 casos con este tipo de delirios entre las decenas de miles de pacientes que ha visto.

No se conocen las causas de este problema, pero Ramírez señala que hayanomalías neurobiológicas que pueden provocar «una experiencia subjetiva altamente anormal», como puede serlo por ejemplo la pérdida de la memoria emocional que haga que el afectado sienta una falta extrema de familiaridad con una situación de su vida, de su cuerpo o de su identidad.«También se requiere de una falla de los mecanismos lógicos que se conocen como el sistema de evaluación de creencias; porque una persona puede tner problemas despersonalización, pero no llegar a la conclusión de que está muerta», agrega el psiquiatra.

Despersonalización profunda

En consecuencia, el psiquiatra apunta que se produce un proceso de «despersonalización» muy profunda, con alucinaciones y estados de depresión muy severos, que puede llevar a las personas a una situación de suicidio.

«La persona, como tiene esta negación de su propia vida, o de sus propios órganos corporales, puede llegar a cometer actos muy dramáticos. Por ejemplo, hemos visto pacientes que se han mutilado», apunta.Aunque no hay tratamiento para este supuesto síndrome, Ramírez explica en BBC Mundo que el primer paso es atacar las enfermedades de base que puedan estarse dando al mismo tiempo, y luego someterles a terapias universales, como las interpersonales y la psicoterapia cognitivo conductual.

«Uno de los problemas más graves que ocurren en este fenómeno es el estado de aislamiento grave que hace que la persona esté completamente distanciada del fenómeno vital de la relación humana», concluye el experto. Por ello, considera que este es un paso fundamental para que estos pacientes recuperen su vida.

Fuente: www.abc.es