10 años…

yanezArturo Yáñez CortesMe pidieron evaluar los 10 años de Gobierno del actual régimen. Expliqué, a modo de advertencia, que fuera un grueso e ingenuo error esperar de algún ser humano una evaluación 100% objetiva, pues tod@s miramos el mundo con los anteojos que podemos, deseamos o escogemos, incluyendo el khepi que cargamos a lo largo de nuestras existencias (percepciones, experiencias, afectos y desafectos, etc). Habría entonces, con Shakespeare empezar reconociendo que en materia de evaluaciones, todo depende del cristal con el que se mira o puede mirar. Así que dejé claramente establecido a los efectos consiguientes (se me salió el abogado…) que tampoco cabría esperar en mi caso, esa clase de objetividad.Entrando en materia sostuve que todos los regímenes de cualquier laya tienen luces y sombras en su Gobierno. Sostener lo contrario, fuera prueba de algún grado de imbecilidad mezclada de fanatismo; un coctel, por cierto sumamente peligroso. Al evaluar, entiendo cabría huir de ver solo acontecimientos puntuales, aplicando una mirada de mediano o largo plazo, centrada en lo holístico, ya que nuestros anteojos y las limitaciones de nuestra memoria, tienden otorgarle mayores méritos o deméritos, a lo cercano.Empezando por lo positivo, resalté que luego del fracaso de la agenda de los 13 cuentos, cabe aplaudir el encarar la demanda marítima como política de estado (con algunas tentaciones partidistas de por medio) rescatando hasta del mismísimo infierno plurinacional a personalidades destacadas que le han dado lustre a nuestra demanda, ya que la corte de disponibles en las filas azules, ni por aproximación siquiera, daban la talla para esas grandes ligas.Mis ocasionales acompañantes en el panel -un militante del partido dedicado a sacar lustre a su jefazo y una exmilitante que recién acaba de abrir sus ojitos- se encargaron a su turno a lo suyo, pero no pude desarrollar lo que desde mis anteojos de demócrata y abogado garantista (con sentencia condenatoria ejecutoriada) considero que es lo peor de esta década de Gobierno a cargo de la misma persona, lo que desde ya sabe cómo muy pero muy largo, cuando se trata de una genuina democracia, caracterizada entre otras notas, por la alternabilidad.Sostengo que lo peor que nos ha sucedido a l@s bolivian@sen la última década es que hasta donde alcanzo a ver en nuestra historia, como nunca antes nos había sucedido, estamos ante el evidente riesgo de perdernos como ciudadanos, dejando de ejercer esa calidad aceptando que el estado, administrado por un Gobierno de inocultable corte autoritario, haga lo que le dé la gana con nuestros derechos.Por ejemplo, hoy la disidencia pública es castigada sin el menor grado de pudor desde el Gobierno –pregúntenle a la Amalia Pando, si no me creen- usando o mejor, prostituyendo a las «instituciones» públicas que debieran ocuparse de proteger a la persona y no al Gobierno; los servidores públicos se han convertido en serviles partidarios que usan nuestros bienes y recursos para sus fines particulares; la administración de justicia como tercera imparcial encargada de limitar el poder, se ha inmolado en favor del proceso de cambio, convirtiéndose en la principal vulneradora de los DDHH; los militares que vociferan en sus desfiles defender a la patria, están ahora disfrazados sirviendo al amo, mientras se multiplican las muertes –no esclarecidas y por tanto impunes- en sus cuarteles; la flamante oligarquía pasea campante su impunidad, ejecutando para disimular mediante su Fiscalía a los fusibles, antes llamados hermanos, usados como carne de cañón para vitorear de un lado a otro a su jefazo y así sucesivamente… podría seguir (solo dispongo 3.500 caracteres).En suma, el todopoderoso Estado administrado por el Gobierno pisotea sistemática e impunemente los derechos de las personas, sin que nadie pueda ponerle límites eficaces, en rescate del ciudadano. Pero como ya lo dijo Sófocles: «Un Estado donde queden impunes la insolencia y la libertad de hacerlo todo, termina por hundirse en el abismo». Que el 21F sea nuestra oportunidad para comenzar a rescatar lo perdido…El Día – Santa Cruz