Los confiteros, cada vez menos pero más cotizados

LOS CONFITEROS AGREGAN MELAZADA EN LA ELABORACIÓN DE LAS BOLAS DE AZÚCAR.

“Los confiteros expertos de antaño se han muerto”, asegura Sabina Calvi, una de las comerciantes más antiguas dedicada a la producción y a la venta del tradicional confite.



Los confites son bolas de azúcar de color blanco, rosado y otros tonos que se comercializan en la fiesta del Carnaval. Hay variedad de sabores y tamaños.

La mujer mezcla cuidadosamente los pequeños y coloridos confites para garantizar que las proporciones sean las mismas al momento de elaborar el “mixturín”, uno de los productos más demandados por su uso en la ch’alla del martes de Carnaval.

Su puesto de venta se encuentra en la calle Brasil, entre la Lanza y la Antezana. En el mismo sitio está montada la fábrica artesanal. Hace 35 años que se dedica al negocio de las golosinas. Asegura que durante tres décadas no tuvo dificultades para contratar a los confiteros, pero ahora son pocos y muy cotizados. “Hay que darles cama, comida, coca y hasta chicha”, dice la emprendedora.

Los productores llegan de Punata o de Cliza y se quedan un mes en la ciudad, generalmente durante enero y parte de febrero.

Cada tongada demora cerca de una hora. “Si se pasa, queda duro como piedra”, sentencia.

Los expertos conocen el momento exacto para agregar cada uno de los ingredientes. Saben cuando aumentar y reducir la llama de la estufa y tienen la energía suficiente para batir las charolas hasta lograr el punto exacto del producto.

Los ingredientes básicos usados son azúcar, semillas, esencias y colorantes. En un perol hacen hervir la melaza, se trata de un preparado con azúcar con limón. En los otros elaboran los confites.

En el negocio de Calvi han innovado el uso de pigmentos vegetales para dar color a las bolas de azúcar, en reemplazo de la añelina.

Además del sabor particular que las semillas dan a los confites, se añade esencias para acentuar el sabor.

También han mejorado su taller, en reemplazo de la leña han equipado estufas a gas y han recubierto las paredes y pisos con cerámica para garantizar la higiene en el proceso de la elaboración.

La mujer no precisa su producción anual, pero calcula que utiliza cerca de 50 quintales de azúcar. Su inversión alcanza cerca de 3.000 dólares para una ganancia del 35 por ciento (750 dólares) “Con el negocio pude sacar adelante a mi familia”, asegura.

El producto no tiene certificación alguna, pero llega a las mesas de los argentinos. La microempresaria asegura que los intermediarios llevan el producto por arroba hasta el vecino país. La sabrosa golosina tiene alta demanda de los migrantes que viven en Buenos Aires.

Datos

Tradición

El principal puesto de venta de confite en Cochabamba estaba hasta la década del 80 en la acera de la Catedral de la plaza de Armas 14 de Septiembre.

Industria artesanal

Las fábricas artesanales de las coloridas bolas de azúcar también se encuentran en la zona y en los municipios del valle, en Punata y en Quillacollo.

Oferta

Los comercios de confite pueden ser encontrados en la plaza Colón, en el mercado 25 de Mayo y en la calle Lanza, entre las calles Brasil y Punata.

Novedades

Algunas confiteras sacaron a la venta confites sabor a durazno. Aseguraron que todas las variedades tienen su demanda.

Fuente: opinion.com.bo