Democracia, riesgos y manipulación

maggy__talavera_Maggy TalaveraAgobiada por las denuncias de corrupción que afectan a su Gobierno, a su partido y a sus aliados políticos, y ahora también por el inminente riesgo de enfrentar un juicio político, a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, no se le ocurrió mejor defensa que la de decir que todo ello obedece a un intento de golpe. “El impeachment rompe el orden democrático”, declaró hace poco a El País de España.Al escuchar a Dilma, fue inevitable comparar su reacción a la de su homólogo boliviano, Evo Morales. Él también afirma, cada vez que su Gobierno enfrenta denuncias, críticas e incluso derrotas electorales, que todo obedece a confabulaciones golpistas que buscan la desestabilización no solo de su gestión, sino del proceso democrático. La única diferencia es que Dilma ve a sus confabuladores en Brasil, y Evo apunta al ‘imperialismo yanqui’.Ninguno de los dos ha sido capaz de reconocer que lo que realmente puede desestabilizar a sus gobiernos no es un agente externo, sino las prácticas corruptas aceptadas y muchas veces alentadas en sus entornos, con el agravante de que son cometidas no solo por mandos medios, sino que alcanzan a los superiores, es decir, a ellos mismos. Dilma tiene en Lula su cruz. Evo, en Gabriela Zapata y en varios ministros y exministros.Debe quedar claro que en el caso de Dilma no es la posible acusación en su contra lo que pone en riesgo el orden democrático en Brasil, sino la corrupción en gran escala denunciada hace tres años y el escandaloso intento oficial de dejar impune a los corruptos. En el caso de Evo, la figura es la misma. Lo único que diferencia a ambos, en este punto, es que a Dilma le complica la crisis económica que afecta a Brasil, agravada por malas decisiones, mientras que Evo se complica por faldas y polleras.Pero la mayor diferencia no está entre cifras y piernas, sino en la vigencia o no de poderes independientes, que afecta a la sociedad civil. En Brasil hay un Ministerio Público, una Policía y un Poder Judicial que no actúan según la voluntad de Dilma o del PT, así que los riesgos de ruptura democrática son menores. En Bolivia, sin embargo, esas instancias están subordinadas al interés de Evo y del MAS, por lo que sus excesos de poder quedan impunes; esto sí, un caldo de cultivo que amenaza a la democracia.El Deber – Santa Cruz