El niño velado

ECHALAR2Agustín Echalar AscarrunzUn hombre soltero, en su quinta década de vida, tiene todo el derecho de ser presidente de su país. Un hombre soltero, en su quinta década, tiene todo el derecho de tener una vida sexual y tiene todo el derecho de elegir la manera cómo la maneja y, además, tiene todo el derecho a la privacidad. Los cómos y los cuándos, y los con quién no le incumben a nadie. A menos que éstos involucren un acto ilegal,  digamos que esté involucrada una persona menor de edad.Un presidente de un país no puede andar diciendo que quiere retirarse con una quinceañera. En primer lugar porque está haciendo apología de un delito y, en segundo lugar, porque, además, está alimentando una de las peores taras de una sociedad, que es el machismo.Un presidente en su quinta década tiene legalmente el derecho de cortejar a una persona que esté en su segunda década, siempre y cuando  ésta sea mayor de edad, pero eso no dice muy bien de él.  Y un presidente, en general, debe ser un ejemplo y debería evitar las situaciones que están casi en el límite.Un hombre en su quinta década, que tiene relaciones sexuales con una joven en su segunda década, y ésta se embaraza, tiene la obligación de hacerse cargo de la situación en toda su dimensión. Suya es la mayor responsabilidad.  Y si ese hombre es el presidente de un país, el país tiene todo el derecho de conocer exactamente cuál  fue  su comportamiento cuando el niño nació.En el caso telenovelesco que nos ocupa, sabemos que Su Excelencia ( por algo se les llama así)  inscribió al niño como suyo  y sabemos que luego le informaron que el niño había muerto.  Sería interesante conocer quién corrió con los gastos de parto, de los de los tratamientos de salud del bebé y los gastos funerarios. Esto debería estar reflejado en la declaración de impuestos del Primer Mandatario, a menos de que él se hubiera abstenido de hacer alguna contribución; vale decir, de cumplir con un deber elemental.El problema empeora cuando ese hombre, en su quinta y en su sexta década, es no sólo el Presidente de un país, sino considerado el Jiliri Irpiri, el gran conductor, el portento, el fenómeno que sólo aparece cada 200 años.Cuando a esa persona, que ha sido elevada al rango de deidad, se le descubre un comportamiento tan desaprensivo, tan indolente, tan poco humano, estamos, en realidad,  ante  el ídolo con los pies, un derrumbe estrepitoso.La historia del niño,  de cuya existencia se ha sabido públicamente en forma oficial hace casi un mes, y que todavía no está esclarecido, no es algo menor y no puede ser ocultada so pretexto de proteger la vida privada  de la madre o la del padre. Y es importante porque es una historia enormemente sórdida que ha sacado a flote, además, lo peor de muchos y muchas que ostentan cargos importantes en el Gobierno actual.La existencia del niño ha puesto en evidencia un posible tráfico de influencias y un caso de enorme enriquecimiento a partir de contratos directos hechos entre el Estado y una empresa privada, algo casi obvio, considerando la relajación de normas en los contratos estatales. Pero ojo, aclaremos, aún si estos negociados no hubieran tenido lugar, la historia del niño ocultado y negado no deja de ser indignante. Es  inaceptable para un jefe de Estado  moderno, y mucho más para uno pachamámico, si se toma en cuenta  todo el discurso de la reserva moral de la humanidad, el ama sua  y el  ama llulla.El niño ha causado un enorme tsunami y éste se ha llevado por delante la dignidad de una buena parte de los altos funcionarios del Gobierno, empezando por la incalificable Ministra de Transparencia, que ha sacrificado su buen nombre y el de su ministerio en una sola conferencia de prensa.Estamos ante una enorme crisis ética que va más allá de los negociados, que obviamente también deben ser investigados y juzgados. Un enmarañado de mentiras  y medias verdades ha contaminado profundamente el ambiente boliviano y ahora se siente un olor mucho más fuerte que el de Dinamarca en tiempos  de Hamlet.  La primera pregunta  es  si el Gobierno podrá enmendar el daño que se ha hecho a sí mismo en estas semanas  y la segunda, aún más dura, es  si  todo esto le interesa al  pueblo.Página Siete – La Paz