La última oportunidad para los cubanos

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A medida que se acerca la llegada de Barack Obama a Cuba aumenta la expectativa sobre lo que vaya a suceder después de este histórico acontecimiento, que debería marcar el inicio de una nueva etapa en la vida de la isla, donde no se pide mucho luego de más de medio siglo de dictadura, pero cuando menos exigir que dejen de encarcelar a todo el que piense distinto a los hermanos Castro.



Y la verdad es que no se puede esperar mucho en la medida en que los propios cubanos sigan en ese estado de dejación de libertad en el que se encuentran y que permite todo tipo de vejámenes, injusticia, hambruna, persecución y violación a los derechos humanos. La prueba más fehaciente de la poca esperanza que reina en la isla es que muchos cubanos siguen escapando como pueden, continúan desertando, tirándose al mar para librarse del calvario.

Obama es visto por algunos como el gran salvador, el mesías que llegará para desatar las cadenas, pera convencer a los viejos revolucionarios de abandonar sus prácticas e iniciar el camino democrático. Y la verdad es que por más fuerte que sea el liderazgo del mandatario norteamericano, por más significativa que sea esta visita, es poco lo que se puede lograr desde afuera. No olvidemos que Cuba ha sido visitada por los últimos tres papas en cuatro ocasiones y no hubo cambios, la democracia no llegó, siguió la tiranía.

Obama no deja de ser un político y quiere pasar a la historia como el artífice del deshielo entre Washington y La Habana. Por otro lado, quiere contagiar con su entusiasmo a cubanos, a disidentes, exiliados y radicales, que desconfían de su proyecto y creen que no hace darle oxígeno a los dictadores.

Más allá de todas estos puntos de vista, el jefe de la Casa Blanca es muy perceptivo y lo que hace no es más que anticiparse a las tendencias que van a marcar el futuro político de la región y de gran parte del mundo. Desde que comenzó la Revolución Cubana, la supervivencia de los grandes postulados ha requerido el auxilio de algún «padrino». En sus inicios fue la Unión Soviética, que financiaba casi todo en la isla, luego fueron las naciones que intentaban girar hacia el socialismo y que pagaban caro el know how cubano; en su momento fue España el que hizo su apuesta, Canadá aportó lo suyo y en la última década ha sido Venezuela el sostén principal de la dictadura, convertida en la gran asesora de los regímenes populistas sudamericanos.

En las condiciones en las que se encuentra Venezuela y la deriva que han tomado los países del socialismo del siglo XXI y los miembros del denominado Foro de San Pablo, Cuba se ha quedado sin que nadie le brinde más que apoyo moral, aunque debemos reconocer que hasta en eso Estados Unidos es la mejor alternativa, sin mencionar que con los pocos pasos que se han dado, los negocios han comenzado a fluir, algo que para los caribeños es vital. No cabe duda que este proceso es más fuerte que Obama, es más determinante que cualquier otro factor y esperemos que esta vez sea más convincente para los Castro y para los propios habitantes de la isla, que son los verdaderos protagonistas del cambio. Esta tal vez sea su última oportunidad de hacerlo pacíficamente.

Obama es visto por algunos como el gran salvador, el mesías que llegará para desatar las cadenas, pera convencer a los viejos revolucionarios de abandonar sus prácticas e iniciar el camino democrático. Y la verdad es que por más fuerte que sea el liderazgo del mandatario norteamericano, por más significativa que sea esta visita, es poco lo que se puede lograr desde afuera.

Fuente: eldia.com.bo