La Paz. La marcha cosecha solidaridad y el Gobierno desahucia el bono para discapacitados

La marcha cosecha solidaridad

Paceños recibieron con abrazos a los discapacitados. El Ejecutivo ratifica que no dará el bono. ESPECIAL

La marcha cosecha solidaridad

Página Siete / Leny Chuquimia /  La Paz
Alas 12:10, con el sol en su punto más alto, la Caravana de la Esperanza llegó  al multifuncional de la Ceja, punto limítrofe entre El Alto y  la sede de Gobierno. Como al pie del abismo, la marcha se detuvo ante la hoyada justo cuando una voz instruyó: «treinta minutos de descanso antes de entrar a La Paz. ¡Renta o muerte!”.En medio de aplausos, la caravana  de personas con discapacidad -que partió de Cochabamba el  21 de marzo en demanda de un bono mensual de 500 bolivianos-  ingresó  a La Paz por el camino viejo que une  dos ciudades. En su descenso, estudiantes, enfermeras, gremialistas, caseras de los mercados  y la ciudadanía en general salió a recibirlos con el corazón abierto.»¡Gobierno incapaz/ ya estamos en La Paz!”, gritan  cientos de marchistas a una sola voz antes de  emprender rumbo al centro de la urbe paceña. La adrenalina sube y se desliza por el camino serpenteante que circunda el cráter gigante en el que se erige la ciudad.Los primeros metros, entre pajonales  y pavimento, se llenan del olor dulzón, a almizcle e incienso, de un sahumerio  cercano que se ofrece a la Pachamama y que arrastra el viento. Por la pendiente cada vez más pronunciada,  como  víbora multicolor la caravana avanza.¡Discas unidos /jamás serán vencidos! Se alientan de rato en rato mientras aumentan la velocidad de su paso. «Una curva más”,  animan los voluntarios a los  que se desplazan  en  sillas de rueda.El camino, hasta hace pocos minutos amplio,   se torna angosto y  se pierde entre edificaciones  de  ladrillo descubierto. A su sombra se dan los primeros encuentros. Piezas de pan y vasos de agua  pasan de mano en mano.»¡Dios los bendiga, Dios está con ustedes!”, grita alguien con la voz ronca desde un tercer piso en La Portada. Allí, en lo alto, un pañuelo blanco se agita enérgicamente  sin pausa.  Bajo esa misma ventana, los aplausos se multiplican. Los apretones de mano forman cadenas y los abrazos  tratan de dar descanso a  los 35 días de caminata  que pesan en el cuerpo y también  en el alma.¡No corran, esperen!, gritan cerca a la Kollasuyo al ver la calle llena de baches en los que las sillas se atascan y las muletas  se desequilibran. Al mirar atrás, los casi 500 discapacitados que partieron de la Ceja ya son  más de  mil.En el descanso frente al  Cementerio General casi nadie habla, prefieren corear los estribillos que los acompañaron a lo largo del último mes. Con el mismo silencio, las vendedoras de flores se acercan con  claveles blancos que  reparten entre abrazos y susurros ininteligibles. Más de una vez, siguen los  llantos ahogados.De los mercados salen las caseritas. «Ya falta poco”, les dicen mientras reparten frutas, dulces y agua. «¡Vamos, hay que continuar!”, les insisten replicando las voces de los niños que desde las rejas del colegio barrial sacan sus pequeñas manos y gritan: «Fuerza compañeros, La Paz los saluda”.Mientras más se acercan  al centro de la ciudad, el apoyo y la caravana crecen.  Cerca de la avenida Buenos Aires,   túneles de personas impiden el paso; sin embargo, las farmacias del sector  se dan modos para   instalar botellones de agua   y repartir «aunque sea un sorbo a los hermanos cansados”.En la avenida Montes, el último trecho de la marcha, una guardia de niños  los espera. Presurosos corren  con bolsas preparadas con  pequeños refrigerios, una sonrisa y un «bienvenido”.A pocos pasos, formadas en dos líneas perfectas, con mandiles pulcros y un moño  alto en cabeza,  enfermeras los esperan. Con una mano saludan agitando pañuelos blancos  y con la otra  cargan su maletín  de primeros auxilios con el que se suman a la columna de ayuda, que ya es grande.»Somos del Instituto Señor de Mayo. Hemos venido a recibir y apoyar a las personas con discapacidad. Estamos preparadas con todos los implementos para hacer las curaciones necesarias y tomar los signos vitales que nos digan cuál es la condición en la que están llegando. Pero sobre todo a dar la atención que requieren y que es labor de una enfermera”,  explica Elena Gutiérrez y opina que  la petición que traen los marchistas es «totalmente justa”.En las calles del centro paceño,  la gente se detiene para saludarlos y compartir por un momento su demanda.»Es muy triste que hayan tenido que venir hasta acá caminando. Lo que piden es justo”, dice   Amparo Camargo frente  a la basílica San Francisco.Al ver la construcción de piedra,  la caravana avanza  con los brazos en alto. Sin poder controlarlo,  cientos de  rostros se quiebran en una mueca que deja fluir el llanto entre sonrisas.»Hemos llegado. Ya estamos en La Paz”, dice   a los periodistas el presidente de la Confederación Boliviana de Personas con Discapacidad, David Cayo. Gira la cabeza y ve la enorme columna que le sigue y las otras  dos que custodian su ingreso.  «El cariño de la gente es inmenso (…) es la emoción más grande. Ya estamos en La Paz”, repite antes de que se quiebre su voz.Ayuda  necesariaComida Son necesarios productos secos, enlatados y nutritivos debido a que en el mes de camino no recibieron una alimentación adecuada.Medicamentos Son de prioridad los medicamentos anticonvulsivos para las personas con discapacidad que son parte de la caravana. También son necesarios antibióticos  para las infecciones urinarias y respiratorias, además de ungüentos para los dolores articulares y musculares.Insumos Por las bajas temperaturas de la ciudad de La Paz, se requiere ropa abrigada, frazadas, colchones y zapatos para niños y adultos.

La solidaridad acoge la marcha y el Gobierno desahucia el bono

Marchistas concluyen recorrido de 384 km. La Paz y El Alto los esperaron con alimentos y regalos. El Gobierno asegura que el bono mensual atenta contra la economía del país



protesta. Las personas con discapacidad en su paso por El Prado, en el centro de La Paz.

Víctor Irala, proveniente de Santa Cruz, se desmaya y cae al pavimento. El cansancio y la altura descompensaron su salud. Bomberos yRecibimiento emotivo En El Alto y La Paz Fotos: Miguel Carrasco.

La Razón  / Wilma Pérez / La Paz 

Tras 35 días de marcha, la caravana de personas con discapacidad llegó ayer a La Paz en medio de lágrimas, abrazos y muestras de solidaridad de la gente. Pero el Gobierno reiteró que la demanda de Bs 500 mensual atenta contra la economía del país.

Con la cruz a cuestas y cadenas atravesando su cuerpo, Víctor Irala, discapacitado proveniente de Santa Cruz, dejó caer su cuerpo sobre el asfalto. Su organismo no soportó la larga caminata desde Cochabamba (384 kilómetros), ni la altura de El Alto; él quedó casi sin aire al pasar Senkata (El Alto).

Después de la atención de paramédicos, él trató de levantarse, pero sus piernas no le respondieron. Uno de los voluntarios quiso ayudarlo a cargar la cruz, pero Irala le contestó: “Es mi cruz hermano, debo llegar a mi destino con ella, todo por nuestra demanda de Bs 500 mensuales”.

En ese instante, más de una persona dejó caer lágrimas y más aún cuando vieron que en un pie traía una sandalia y en el otro, un tenis. Irala es uno de los aproximadamente 600 marchistas que ingresaron ayer a la sede de gobierno en busca de un bono mensual de Bs 500, en reemplazo de la renta anual de Bs 1.000.

Sin embargo, el ministro de Economía, Luis Arce, desahució el pedido y lo calificó de inviable porque aseguró que atenta contra la economía del país debido a que el Tesoro General de la Nación (TGN) no tiene la capacidad de cubrirlo.

“Para atender este desmedido bono se necesitan Bs 368 millones, es simplemente atentar contra los recursos del TGN, contra los recursos de los bolivianos. No estamos en posibilidad de hacerlo”, dijo, tras citar como ejemplo que el monto de la demanda es similar al presupuesto que recibe Cochabamba.

Movilización. Cuando el reloj marcó ayer las 08.05, aproximadamente 300 personas con discapacidad retomaron la caminata a la sede de gobierno desde la zona de Ventilla, a 11 kilómetros de distancia de la Ceja (El Alto). En todo el recorrido los aplausos fueron casi generalizados, mientras que otros se encargaban de dar refresco, agua, pan, galletas y frutas. En el trayecto de El Alto se sumaron otras 200 personas con discapacidad. En La Paz, un centenar con sus familiares.

Resguardada por la Policía y estudiantes de diferentes universidades, quienes empujaban las sillas de ruedas, la caravana llegó pasado el mediodía a la Ceja. Luego de media hora de descanso, los marchistas emprendieron la caminata, que fue encabezada por Renta, el perro que se sumó a la marcha desde Cochabamba. El can fue el más fotografiado y mimado por la gente.

A lo largo del recorrido, desde El Alto hasta La Paz, la población les entregó platos de ají de fideo, agua, café con galletas y otros alimentos. Pasando el Cementerio General, las vendedoras llenaron con pétalos de flores las cabezas de los dirigentes; ellos, ante las muestras de cariño, se pusieron a llorar. “Gracias pueblo paceño por todo su apoyo. No nos dejen solos en esta demanda”, exclamó, Víctor Cayo, dirigente nacional del sector.

En el centro de la ciudad de La Paz, los movilizados fueron recibidos por centenares de personas, quienes entregaron alimentos y se sacaron fotos con Renta. A su paso por El Prado, la confitería Dumbo, al igual que otros centros de comida, invitó a los marchistas café y masas. Al terminar la caminata, el padre Xavier Albó ofreció una misa de salud en el atrio de la iglesia San Francisco.

Pernoctan en plaza San Francisco

Los aproximadamente 600 marchistas, quienes llegaron ayer a la ciudad de La Paz, armaron sus carpas en el atrio de la iglesia San Francisco (centro). Hasta el cierre de edición, ellos pretendían pasar en ese lugar la noche y esperar la respuesta del Gobierno a una carta enviada el viernes.

“Nosotros le hicimos llegar una carta al Presidente (Evo Morales) para que nos pueda dar fecha y hora para tratar el pliego petitorio, y el punto primero será la renta de 500 bolivianos. Esperaremos la respuesta en el campamento de la San Francisco”, dijo Álex Vásquez, ejecutivo del sector de Chuquisaca.

Especificó que decidieron quedarse en el atrio de la iglesia porque durante la marcha durmieron a la intemperie o en carpas. “Agradecemos a las autoridades de la UMSA, pero no podremos ir al coliseo porque nuestra lucha la llevaremos así”. Aseguró que en tanto no tengan una respuesta, realizarán movilizaciones diarias en la ciudad. Pidió a la población esponja y cartón para colchones.