Nicolás Maduro cruza una «línea roja»

cardenasEmilio J. Cárdenas*Maduro está fuera de sí. Como si se sintiera acorralado por las circunstancias. Y puede que sea así. Agrede e insulta a todos.La Asamblea Nacional de Venezuela -dominada por la oposición desde que, en diciembre pasado, Maduro fuera nítidamente derrotado por el pueblo venezolano, en las urnas- acaba de sancionar la llamada “Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional”.En función de ella, los 76 presos políticos que Maduro mantiene mañosamente en prisión, luego de procesos ilegales desde que no respetaron el debido proceso legal, deberían salir ya en libertad. Inmediatamente. Lo que no ha ocurrido, como cabía suponer. A Maduro le importa -poco y nada-la democracia. El poder omnímodo -cree- lo detentan él y sus secuaces. Les pertenece. Ellos “son” “el pueblo”, sostienen, en una retórica engañosa y mendaz por demás.Los demás, simplemente no existen. Tampoco el Poder Legislativo de Venezuela. De democracia, en Venezuela ya no hay nada. Los organismos regionales, con la honrosa excepción de la OEA y de su “reconvertido” Secretario General, el uruguayo Luis Almagro, siguen encerrados en sus tremendos silencios cómplices. Pero han dejado de ser corifeos unánimes de Nicolás Maduro, porque ya no hay un “alineamiento automático”con él entre sus Estados Miembros, desde que Argentina y Paraguay se han animado a pensar por sí mismas y, más aún, a tener opiniones “propias”, en lugar de “impuestas”. Del actuar sumiso, a la manera de “rebaño”, se ha pasado en los organismos regionales a una recuperación ostensible de las individualidades. Era hora, por dignidad.Volviendo a la “Ley de Amnistía”, Nicolás Maduro acaba de informar desde el Palacio de Miraflores, que está solicitando (como se esperaba) al Tribunal Supremo de Justicia que dictamine sobre la constitucionalidad de la “Ley de Amnistía”. Hablamos de un tribunal que no es independiente, totalmente sumiso a Maduro que designó “a dedo” a todos y cada uno de sus integrantes. De una especie de “sello de goma” convalidante, dispuesto a hacer lo que Maduro le pida.Es obvio que la democracia no existe en Venezuela, desde que no hay un Poder Judicial independiente. No hay tres poderes, entonces. Clarísimo, para cualquiera, menos para el Mercosur y la UNASUR, herramientas que hasta no hace mucho estaban -permanente y perversamente- puestas al servicio de Nicolás Maduro.Si el más alto tribunal venezolano declara la norma inconstitucional de la Ley de Amnsitía, habrá exteriorizado -con toda crudeza- la ausencia de la democracia en Venezuela. Habrá cruzado una clarísima “línea roja”. Para quienes nos animamos a decir que desde hace rato no hay democracia en Venezuela, esto no sería una novedad. La sorpresa sería que, ante esa grotesca declaración de inconstitucionalidad, Mercosur y UNASUR señalen que Venezuela ya no es una democracia. Eso sería lo cierto y lo correcto. Y lo valiente.¿Ocurrirá? Lo dudo mucho. Tan sólo con recordar como son los presidentes de Bolivia y Ecuador queda absolutamente claro que el consenso requerido para condenar a Nicolás Maduro por haber crucificado a la democracia de su país, simplemente no existirá nunca.Mientras tanto, Nicolás Maduro ha sacado un nuevo muñeco del ropero. A un constitucionalista parlanchín y sumiso, Hemann Escarrá, que lo defiende en los medios con sinrazones, tratando grotescamente de ser “más papista que el Papa”. Lo que da vergüenza ajena.Maduro está fuera de sí. Como si se sintiera acorralado por las circunstancias. Y puede que sea así. Agrede e insulta a todos. El último incidente lamentable lo protagonizó contra el embajador de España en su país, Antonio Pérez Hernández, a quién calificó -con su habitual estilo prepotente y maleducado- de: “racista, basura corrupta y basura colonialista”. Esa actitud -absolutamente indigna- desprestigia constantemente a Venezuela y, además, perjudica la imagen de toda América Latina. Es por ello inaceptable y debe denunciarse para que quede claro que, en nuestra región, no todos somos maleducados y procaces, como Nicolás Maduro.La hora de la verdad para Venezuela está frente a todos nosotros. Nos guste o no.*Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones UnidasEl Diario Exterior – Madrid