Para una antología del absurdo

RENZORenzo AbruzzeseUno de los argumentos discursivos que el Gobierno utiliza en todas las campañas y repite hasta el cansancio en su poderosa estrategia mediática fronteras afuera gira en torno a la capacidad que tuvo el actual Gobierno de “unificar la sociedad boliviana”. Esto, que debería constituir un elemento central de cualquier proyecto que de verdad pretende construir una sociedad multiétnica y plural, es, sin embargo, en el actual Gobierno, un mero discurso de emisión; una patraña.Aseverar frente a un grupo de campesinos que, si le retiran el apoyo al presidente Evo Morales, serán “degollados por la derecha” y “entregados a los perros”, no solo es una franca negación de su pretendida vocación pacifista y unitaria, sino, además, una convocatoria violenta y racista totalmente fuera de la realidad, digna de cualquier antología del absurdo.En el contexto discursivo del vicepresidente, ‘la derecha’ está conformada por aquellos sectores que califica como mestizos, sectores por los cuales nunca disimuló un odio pertinaz y recurrente. Sabemos que esto está dirigido a todos los que no tendrían cabida en el imaginativo proyecto vicepresidencial de indianizar Bolivia, un proyecto político anclado en el siglo XIX y construido a base de criterios marcados por un odio de raza que no logra camuflar.Es en ese proyecto de mediano y largo plazo donde estos mensajes adquieren su verdadero sentido. No se necesita ser muy acucioso para percatarse de que el vicepresidente va preparando, poco a poco, un escenario de enfrentamiento de razas, una ‘solución final’ enraizada en los más profundos filones de su formación marxista ortodoxa, en que solo la sangre redimía al pueblo explotado.Habría que tomar en serio estas convocatorias porque traslucen las verdaderas intenciones vicepresidenciales, yaunque semejantes alucinaciones difícilmente podrían caber en la actual mentalidad del pueblo boliviano, no deberíamos olvidar que el mundo vive un tiempo marcado por el retorno de las brujas, las pasiones religiosas, el poder renovado de los mitos y una inexplicable sed de sangre.El Deber – Santa Cruz