Feliza Alí Ramos, la luchadora no detiene su marcha

Feliza: ‘Fui a brujos e hice todo para caminar’. Un accidente la dejó en silla de ruedas a sus 27 años. Egresó como Trabajadora Social y ahora batalla en una marcha en defensa de los discapacitadosMujer de coraje y valentía pese al frío intenso y a la falta de baños y condiciones no adecuadas, feliza sigue adelante con la vigilia en la sede de GobiernoMujer de coraje y valentía pese al frío intenso y a la falta de baños y condiciones no adecuadas, feliza sigue adelante con la vigilia en la sede de Gobierno. Daniel Miranda/APG y AFKACombativa. Le sobran fuerzas para trabajar por la defensa de los derechos de las personas con discapacidad. Un accidente de tránsito la condenó a vivir pegada a una silla de ruedasRoxana Escobar / El Deber DigitalTenía 27 años y estaba llena de sueños y ávida por poner en práctica todos sus conocimientos, pues acababa de egresar como Trabajadora Social en la universidad Tomas Frías de Potosí, pero su vida cambió radicalmente y para siempre.Un accidente de tránsito, cuando viajaba de Uyuni a Potosí para tramitar su título profesional, acabó con la movilidad y sensibilidad de la mitad del cuerpo de Feliza Alí Ramos, ya que lesionó su médula espinal. Desde entonces, su vida transcurre pegada a una silla de ruedas y al uso de pañal desechable porque no controla sus esfínteres. “Ese hecho hizo que de un rato a otro perdiera todo lo que tenía: mi trabajo, mi sueldo y solo gané compasión y lástima, porque mis amigos y familiares me trataron como una wawa”, afirma.Pese a que tuvo dos oportunidades para volver a caminar, según ella, se perdieron por la falta de atención oportuna de parte de los médicos tras el accidente. A partir de ahí, acudió a cuanto médico le recomendaban, incluso curanderos y brujos en busca de poder caminar y volver a ser la Feliza de antes.“He dormido con la piel de un perro negro y de un lagarto; además he hecho todas las terapias que uno se pueda imaginar; y todo eso no me devolvió la movilidad de mi cuerpo, solo dejó más pobre a mi familia. Al ver todo esto solo pensaba en morirme porque estaba en una profunda depresión”, agrega. Pero fue la pobreza precisamente que vivía su familia la que la sacó de ese abismo.Recuerda que una tarde sus sobrinos solo lograron reunir 50 centavos para comprar pan y llevarse a la boca. “En ese momento dije: “todo esto por mi culpa”. Y desde entonces decidió volcar la página amarga de su vida y luchar. No solo por sus sueños, sino por la defensa de los derechos de las personas con discapacidad.Desde ese momento no ha parado de trabajar y luchar por el sector. Llegó a ser directora del Comité Nacional de Atención a las Personas con Discapacidad (Conalpedis). Su lucha también la llevó a otros países donde conoció la vida digna que tienen las personas con discapacidad. “La discapacidad no es un tema médico ni de lástima”, dice esta dirigente a la que le sobran fuerzas para pelear por sus compañeros que llevan casi dos meses en vigilia por un bono de Bs 500. Pero también rabia e impotencia por la insensibilidad.De cuna humilde y ruralFeliza nació en Río Grande un pueblo rural de Uyuni y es la tercera de ocho hermanos de una familia humilde, cinco mujeres y tres varones. Su papá creía que las hijas mujeres eran para la casa y por eso no veía importante que estudiaran.Pero su madre, una mujer de pollera, luchó para que sus hijas tengan un futuro distinto al suyo. Las trajo a Uyuni a estudiar y no quiso que usen polleras ni que hablen quechua, para darles más oportunidades. Hoy Feliza está en La Paz y no piensa claudicar hasta lograr una vida digna para sus compañeros