La Cenicienta

adolfomier1Adolfo Mier RivasHay un título que lo repetimos siempre, cuando le dan tunda a nuestra selección. “Somos la Cenicienta de la región” pero, ojo, hemos crecido porque ahora, somos la Cenicienta de todo el continente americano.Lo mejor que hizo la selección en su partido contra Panamá, fue cantar el himno nacional. Lo hizo con mucho fervor cívico, pero volvimos a perder. De las nueve confrontaciones que tuvimos, ya hemos perdido ocho partidos y ganado unito en La Paz. Un papelón, pero esa es la fórmula del DT que ya adelantó que nos iban a hacer puré en Estados Unidos.  Realmente, un visionario. Lo que no pensamos es que ni  a Panamá pudimos hacerle frente. Eso duele.“En realidad a mí ya me da calambre el alma de tanta bronca”, me dijo mi suegra, cuando vio a una selección sin actitud, que terminó periclitando ante los dirigidos por Bolillo Gómez.La tarde se nos convirtió en noche lluviosa, en estos días grises que remplazamos con mi suegra, la cerveza por el chuflay. En realidad antes le hacíamos al culipi, pero cambió de tripa alcohólica.Pero hablábamos de la Cenicienta. Pese a que la palabra es muy trillada, para mí la Cenicienta es mi heroína favorita. Es la discriminada por las oligarcas de sus hermanas que la desprecian, pero ella después, se impone y en vez de la Copa América, gana una zapatilla de cristal y por ella, se casa nada menos que un Príncipe es decir, es la desahuciada que tiene un feliz mañana. Nosotros nos quedamos en eso; en que no llega a la fiesta de los grandes. En realidad ni la dejan entrar. Le cierran el paso con tanta facilidad que hay que entender; este es un proceso de cambio que, como se lo hace castrensemente, primero tenemos que llevar como músico faltón.Por un momento pensé que la única forma de salvarnos, era cuando se caía el cielo en Orlando. “Que haya una tormenta y se suspenda el partido y quedemos eliminados ya sin jugar, porque ya está de buen tamaño sufrir tanto”, dije en voz alta pero mi suegra ya estaba en la lona. No lo dije por mi. Lo dije por ella que era devota de San Antonio, pero desde que ve a la selección por la tele, se ha vuelto alcohólica. Se tomó el mismo número de corners que sirvió Dalence y yo, solo pude chupar el amargo limón de una nueva derrota.