Las mentiras contra la verdad

DEMETRIODemetrio Reynolds*La verdad. ¿Sabe usted qué es eso? Según el criterio que adopte, puede variar  la definición. Pero entrar  en el intrincado laberinto de las  disquisiciones filosóficas,  tal vez sólo sirva para ensanchar las dudas  y no para  resolver el dilema conceptual. Además nunca fue fácil definirla. En la biblia hay un diálogo entre Poncio Pilato y Jesús: “Yo he venido al mundo para dar testimonio de la verdad, dijo el nazareno; a lo que el gobernador de Judea replicó: “¿Y qué es la verdad?”. La respuesta quedó en el aire.Hay otro proverbio más conocido: “nada es verdad  ni mentira; todo es según el cristal con que se mira”. Asumir este relativismo puede tener ventajas y desventajas, dependiendo en todo caso de quién lo diga o quien lo utilice. Por ejemplo, ¿cuál será el “cristal” de los cocaleros?  En estos tiempos de efervescencia política ellos  son los actores, por lo que es importante saber cómo conciben la realidad, y qué relación ven entre ésta y la verdad. Es posible que  no lo tengan claro. En cambio esto sí se entiende: “Nosotros somos la verdad; todo lo que no coincida con nosotros es  mentira”.Los ingenuos ciudadanos de la república creíamos que había democracia y que, por tanto, se respetaba  la decisión del soberano en las urnas. No había sido así. Los perdidosos han afirmado que el 21 de febrero ganó la mentira. En principio, las bartolinas decían  que el referendo se repetiría hasta que aquella se convierta en “verdad”. Ahora parece que han encontrado otra vía, otra “estrategia envolvente”.  Por lo visto, les fue muy dura la derrota. Llevan  un gesto de enojo en el rostro. Hay que tener cuidado; es aconsejable caminar con el miedo bajo el brazo, como en los felices “años de plomo”.El segundo tiempo ya corre. ¡Y qué diestros son! Le han dado vuelta a la tortilla. Están a punto de decir que Gabriela  Zapata ni existió siquiera, que sólo fue una  ficción  imaginada por la derecha. La cara conocida, la foto de Carnaval en Oruro, la declaración pública sobre la existencia del hijo, todo eso fue una mentira, igual que el tráfico de influencias. Lo que se ha dicho de la empresa Camce es, por consiguiente, un cuento chino. Varios ministros supieron contarlo muy bien.Sin la tramoya mencionada, tenían el camino expedito para otros 10 años; debía ser hasta las calendas mejor, de una vez. Con un olfato perspicaz increíble, identificaron a los enemigos virtuales que envió en paquete el imperio. Se dice que por la plata baila el mono y por el oro dueño y todo. Debe ser verdad. Al decir de  S.E., la mentira que lo dejó en la lona fue montada en EEUU a cambio de miles de dólares pagados por  la derecha; es un fantasma que actúa a control remoto desde la Casa Blanca; en tanto que  aquí,  la Iglesia Católica y algunos medios de prensa, son los enclaves mágicos de la conspiración, fortuitamente descubiertos.*El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia.Los Tiempos – Cochabamba