Osvaldo Hansen desde La Pampa, la locura de pintar

La majestuosidad del galope de los caballos sobre la llanura pampeana fue su inspiración que plasmó en sus obras hasta la actualidad. Expone sus pinturas al óleo en la sala del CBA

Muchos de los cuadros de Hansen expresan el arte pampeano y temas referidos a los caballos

Muchos de los cuadros de Hansen expresan el arte pampeano y temas referidos a los caballos

Emilio Hurtado Guzmán – EL DEBER



Ganadero, hombre de campo la mayor parte de su vida, Osvaldo Hansen siempre llevó en la sangre las dotes de pintor desde su niñez.
Nació en el departamento argentino de Catriló, provincia de La Pampa, el 6 de agosto de 1957. El talento lo heredó de sus abuelos.

Su abuela paterna, Laura Hansen, era danesa y había llegado a Argentina como muchos inmigrantes en la época de la Segunda Guerra Mundial, para posteriormente instalarse junto a su esposo en el campo y dedicarse a la ganadería, una actividad muy sacrificada y dura, lo que no impidió que también se dedicara en sus horas libres a la pintura.

Osvaldo, muy pequeño aún, cuando sus padres lo llevaban a visitar a sus abuelos, aprendía de ellos, sentía entonces que llevaba la sangre de artista plástico. Así transcurrió su niñez, en un atelier con paredes de vidrio lleno de luz que tenían sus abuelos en casa, donde junto con ellos daba rienda suelta a sus sentimientos y pensamientos plasmándolos a través del arte pictórico.

Aunque Hansen pintó toda su vida, nunca fue la actividad principal en la cual se basó su sustento económico. Fue un ganadero por excelencia, pero sin abandonar la pintura.

La calidad de sus obras, empero, lo hizo destacar pronto. Expuso primero en su provincia con el apoyo del gobierno pampeano, luego en Buenos Aires, para finalmente hacerlo en salones de ciudades de Uruguay, Brasil y Venezuela. Llegó a Bolivia apenas hace un año a través de un contrato que firmó con una empresa que, supuestamente, debía promocionar sus cuadros. De esto resultó estafado. Pero no todo fue negativo, pues se enamoró de Santa Cruz, de sus paisajes y de su gente. Y decidió quedarse.

“El arte lo llevo en mis genes. Mi infancia transcurrió entre las tareas pecuarias y los pinceles, mi abuela fue quien me inyectó esta locura, y tuve que llegar a Bolivia para descubrir que es mi pasión”, afirma Hansen señalando al país como su nueva inspiración artística.

Sin embargo, para vivir de la pintura no siempre se puede hacer lo que uno quiere si se quiere vender. “Mi estilo es un poco personal, yo diría un realismo moderno, pero aquí en las pinturas tuve que ampliar en cuanto a los gustos; o sea, no solamente hacer lo que a mí me gusta, que es difícil, por eso hay una variedad de motivos”, comenta.

“Hay trabajos que llevan mucho tiempo concretarlos, y al momento de venderlos es difícil, entonces necesitamos un poco ampliar la búsqueda en el dibujo. Por eso aquí hay un poquito de todo, hay flores, caballos”, continúa.

A poco de cumplir 59 años, Osvaldo Hansen está resuelto a vivir de la pintura de lleno. Habrá quedado atrás, entonces, sus días en el rancho pampeano y su trabajo de vaquero, aunque los de su infancia, tan intensos en su memoria por su formación pictórica y el amor de su abuela, hoy lo impulsan a continuar con la locura de ser pintor.

Actualmente, su proyecto a corto plazo es abrir su propio salón de exposición en la ciudad de Santa Cruz, donde además impartirá clases de pintura y dibujo junto a su esposa, dirigidas a niños y jóvenes. Por lo pronto, con el pincel en la mano da forma a nuevos cuadros, esta vez inspirado en la belleza de Bolivia, sus paisajes y su gente

Fuente: eldeber.com.bo