La selección del futuro Secretario General de las Naciones Unidas está en plena marcha. Con conversaciones bastante adelantadas. Dos “compulsas” distintas han quedado ya atrás. Pero lo cierto es que la designación dependerá, al final, de lo que al respecto puedan consensuar los cinco Miembros Permanentes del Consejo de Seguridad, o sea los titulares de los respectivos derechos de veto.
Para algunos, el Secretario General de las Naciones Unidas es, sintéticamente, una figura con luz propia, o una suerte de “Papa secular”, al decir reciente del duro diplomático norteamericano John Bolton. Para otros, debiera ser apenas un equilibrado -e independiente- administrador en jefe de la organización, que no desafíe ni haga sombra, a sus verdaderos mandantes: los Estados Miembros. Capaz –además- de conducir una agenda en cuya confección puede tener voz, pero nunca voto, ni preferencias drásticas.
Lo que es particular en la selección actual del más alto funcionario internacional es que, regionalmente, el cargo le correspondería, por mera rotación geográfica regional, a Europa del Este. Pero, además, se percibe que hay mucho viento a favor para tratar de elegir a la primera Secretaria General mujer de las Naciones Unidas en toda la historia. Como no ha sucedido nunca, hasta ahora. Sería una gran noticia.
Por esto algunos consideran que, quizás, a la luz de lo acontecido, la favorita sea la búlgara Irina Bokova, la actual Directora General de la UNESCO. Aparentemente, ella sería la candidata predilecta de la Federación Rusa. En su contra estaría la decisión -algo dubitativa- de permitir que la Autoridad Palestina hiciera campaña para ingresar a la UNESCO, en el 2011. Lo que, por razones legales, cortó automáticamente el flujo de los aportes de los Estados Unidos a la organización.
Otros, en cambio, creen que el ungido será finalmente el portugués António Guterres, que ha sido el ganador indudable y claro de las dos primeras “compulsas”. Un ex primer ministro socialista de su país, Guterres ha sido un excelente, activo, coherente y, a la vez, prudente Alto Comisionado para los Refugiados, en una década que particularmente difícil para ese complejo capítulo de las actividades de las Naciones Unidas. Por esto, los Estados Unidos podrían de pronto preferirlo sobre Irina Bokova.
Si ello sucediera, nuestra candidata, Susana Malcorra, podría transformarse en la solución “de compromiso”. Su ubicación en el tercer puesto de la última “compulsa” así parecería sugerirlo. Y es un evidente paso adelante en su campaña.
Tiene un impactante pasado administrativo. Buen juicio, carácter y competencia ampliamente reconocidos. Y una muy ponderable actitud de equilibrio y cercanía a la vez, frente a las grandes potencias. En contra, presumiblemente, el hecho de que Gran Bretaña seguramente preferiría que la Secretaría General de las Naciones Unidas no esté -por el momento al menos- en manos de una argentina. Tampoco la ayuda la visible falta de un apoyo -claro y masivo- que llegue desde su propia región, donde hoy Venezuela la está denigrando en una relación bilateral que, por lo demás, se ha complicado mucho como consecuencia de los desencuentros que existen con motivo de la rotación de la presidencia pro tempore del MERCOSUR.
Pese a lo ya andado, nada realmente definitivo parece haber pasado todavía. Nuestra candidata sigue firme, en una carrera que es siempre difícil. Pese a las señales que ya se advierten y hemos comentado, lo cierto es que por delante están aún los momentos que pueden ser decisivos. Para nuestro país es un honor tener una candidata en la “lista corta”, cualquiera fuere -en su momento- el eventual resultado final.
*Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas