Cuando se tuvo que ir del país el sacerdote de origen español Mateo Bautista, muchos marcharon por las calles exigiéndole que se quede, un gesto que dejaba ver la impotencia que sentían al saber que nadie era capaz de seguir su huella. Ahora que se ha muerto el padre Sebastián Obermaier, surge el mismo sentimiento “¿quién va a continuar con su obra?” “¿se va a caer todo lo que hizo?” Desde su llegada en 1978, el sacerdote alemán fue capaz de cambiarle el rostro a la ciudad de El Alto, darle una identidad, hacer que los alteños se sientan mejor con ellos mismos.
Construyó más de 70 parroquias con gigantescas torres, un canal de televisión, creó una fundación y llevó adelante innumerables obras sociales a favor de los más pobres. Era un gran emprendedor, organizado, planificador y lograba convencer a todos con palabras sencillas y sinceras, método que usaba también para difundir el mensaje cristiano. Como pocos, fue capaz de ganarse a la gente en un territorio muy duro, que ha hecho huir a muchos. Obermaier era un hombre de Dios, pero especialmente un gran patriota, con mucho más convicción que los nacidos en esta tierra.
Fuente: eldia.com.bo