El asesinato de Illanes y la guerra interna del Gobierno

arturoArturo Murillo Prijic

El viernes 23 de septiembre, los familiares y amigos del viceministro Rodolfo Illanes fueron a la Fiscalía, con pancartas y consignas, exigiendo que los ministros Juan Ramón Quintana y Carlos Romero sean llamados a declarar en el proceso  de investigación para aclarar las circunstancias y responsabilidades del violento hecho que acabó con la vida del funcionario público.

 



La familia no compró la propaganda del gobierno. No aceptó la idea de que Illanes se habría inmolado por el MAS. No tragaron la versión de que es un mártir, no. Ellos creen que es una víctima de la improvisación e incluso de la traición: “tienen que explicar por qué abandonaron al doctor Illanes”, dijo para El Deber, una de las manifestantes.

 

Hay una confrontación interna en el gobierno que de alguna manera marcó la forma cómo se resolvió el conflicto con los cooperativistas mineros. Por un lado está el ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana y el Fiscal General; mientras que por el otro el ministro de Gobierno Carlos Romero.

 Hay una cosa muy clara que ha pasado un tanto desapercibida: el día jueves 24 de agosto, se debía iniciar el diálogo en el Palacio de Gobierno, pero ya estando secuestrado el viceministro, mientras estaba siendo torturado y él pedía mediante su teléfono apoyo y respaldo, el ministro de la Presidencia pospuso el diálogo para el día siguiente. Horas después, entre las 5 y 6, ha dicho el fiscal Illanes fue asesinado. Lo que vino después fue peor. Una filtración sucesiva de videos y audios donde una mano invisible direccionaba las miradas de la opinión pública hacia el ministro de Gobierno. Todo el material filtrado corresponde a secuencias donde Illanes conversa con Carlos Romero, pero hasta hoy ni el fiscal ni nadie ha querido responder la interrogante que ya se hizo la prensa y la opinión pública, ¿con quiénes más se comunicó Illanes, a quiénes más les pidió ayuda? ¿Quiénes fueron esos otros que no lo socorrieron? 

Por otra parte está la Fiscalía que ha decidido jugar fuerte en esta pelea interna. El primer capítulo de esta pelea ocurrió cuando se filtraron los primeros videos en los que Illanes pedía ayuda. El fiscal Boris Flores tuvo un entre dicho con el ministro Romero. Y ya el 21 de septiembre la cosa se puso explosiva. El ministro Romero que había sido citado a declarar en la investigación, quiso hacerlo por escrito, el fiscal General Ramiro Guerrero se negó a darle esta ventaja, y se desató la guerra. Romero le dijo que se “dedique a encontrar a los asesinos de Illanes”. Y Guerrero tocó una fibra más delicada: lo acusó de estar en carrera política para ser candidato: “la Fiscalía no polemiza, si alguien quiere ser candidato enfrentándose al fiscal, no voy a seguir el juego”.

 Este es un capítulo más de la disputa interna dentro del MAS. Ya en febrero, cuando se “paralizó” el conteo de votos, cuando el vicepresidente anunció que habría “vuelco de votos” (lo que muchos bolivianos interpretaron como posible fraude porque no había cómo haya vuelco de votos si los bolivianos ya habían votado y la tendencia era claramente favorable para el NO) corrió el rumor de que hubo una disputa a golpes entre el ministro de la Presidencia y el ministro de Gobierno. 

Hoy esa disputa es más clara y directa. Ahí están las filtraciones de videos y la confrontación verbal del fiscal contra Romero. Hoy al sumarse un nuevo actor: la familia de Rodolfo Illanes, se cae la propaganda del gobierno que quiso colocar al viceministro asesinado en un pedestal, como si fuera un mártir. Hoy la familia dice que no fue así, que fue abandonado, lo que es lo mismo a decir que fue traicionado. Solo falta saber quién o quiénes fueron los Judas. La verdad llega,  siempre llega.

 Senador de la República de Bolivia