El otorgamiento del Premio Nobel de la Paz al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, podría entenderse como una prueba de que todo estaba armado para un final feliz y que nadie esperaba la respuesta que dio el pasado domingo el pueblo colombiano.
No hay que perder de vista que Noruega fue uno de los países que apuntaló el proceso de paz con las guerrillas de las FARC y es precisamente el Parlamento noruego el que define este galardón. Hay quienes creen que este no es más que un acto fallido (el segundo después del NO) y vuelve a confirmar lo desconectadas que se encuentran las élites gobernantes de todo el mundo de las intenciones de la población que marcha en sentido contrario.
Otros podrían pensar positivamente y afirmar que el Nobel a Santos no es más que un voto de confianza para garantizar que el diálogo continúe y que mejoren las condiciones del acuerdo. Los noruegos parecen haber expresado un gesto de desconfianza pues ninguno de los jefes de las FARC comparte el premio.
Fuente: eldia.com.bo