El procesamiento de la ex presidenta argentina Cristina Fernández por asociación ilícita es un nuevo capítulo en el desmoronamiento del proyecto populista continental, carcomido por su propia hiper-corrupción.
La ex mandataria peronista fue encontrada culpable de haber “perjudicado los intereses confiados, al violar su deber de administrar y cuidar fielmente los intereses” de Argentina para “procurar un lucro indebido propio o de terceros”.
De acuerdo al fallo judicial, Fernández hizo esto mediante una asociación ilícita creada para “apoderarse ilegítimamente y de forma deliberada de los fondos asignados a la obra pública vial”.
La resolución de la justicia argentina viene a sumarse a las sentencias del sistema judicial brasileño contra el ex presidente Lula da Silva, por la implementación de una mega-red de sobornos sin precedentes en el vecino país.
Tal parece que el nombre del club político regional al que pertenecen estas figuras debería ser “cleptócratas del siglo XXI”. Otros integrantes del grupo, aún en el poder, se aferran con uñas y dientes al trono para no rendir cuentas ante los tribunales por su malversación de la cosa pública…
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